Un estudio hecho por Coschool en alianza con 60 Decibels, una de las empresas norteamericanas más reconocidas sobre medición de impacto, revela que 67% de educadores colombianos asegura que uno de sus mayores desafíos en la actualidad es la salud mental y emocional. Los grandes retos no solo están relacionados con factores económicos, sino que temas como la conectividad, la infraestructura, el bienestar de los maestros e, incluso, la aplicación de habilidades socioemocionales en el aula, entre otras cosas, son fundamentales para mejorar los índices de calidad educativa en Colombia.
De acuerdo con Nicole Bruskewitz, directora de educación y programas en Coschool, actualmente estamos viendo las consecuencias de todo lo que dejó la pandemia: “Esto es una crisis social y emocional por la que atraviesan todos los humanos, en donde se reflejan temas como la ansiedad, la depresión, el estrés, el suicidio, entre otras cosas. Sabemos bien que los maestros juegan un papel fundamental no solo por lo que pasa en el aula, sino también lo que pasa en los hogares de los niños y jóvenes, puesto que lo que hacen en el aula afecta la capacidad de los estudiantes de enfrentar estas cosas en sus casas”, agregó Bruskewitz.
Señala la directiva que “si no estamos cuidando a los docentes y su salud mental, además de sus habilidades mentales, pues no estamos posibilitando la creación de los ambientes que necesitan los chicos tanto para estar bien ellos como para aprender”.
- Le puede interesar: Filantroinversión, una propuesta inmobiliaria en el exterior
Según un análisis realizado por el Banco Interamericano de Desarrollo, las pérdidas de aprendizaje asociadas a la crisis sanitaria tendrán consecuencias directas en los ingresos futuros de los jóvenes, quienes pueden dejar de ganar alrededor de un 11% de sus ingresos laborales a lo largo de su vida si no se hace nada para mitigar el impacto. Por esa razón, estudiantes, profesores y familias están exigiendo reformas educativas para evitar los peores escenarios de pérdidas laborales y económicas de los estudiantes afectados por la pandemia. Y para ello, la región necesitará de una mayor inversión en el sector, pero también se requerirá que las prácticas educativas se adecuen a las necesidades socioemocionales del momento.