Romper los barrotes de las cárceles, así fuera sólo imaginariamente, para que algunos presos pudieran cumplir sus sueños, es decir el lugar donde quisieran estar en este momento en vez de las frías cárceles, fue el objetivo de Carlos Duque al poner su lente en los rostros, vidas y expectativas de varios de ellos en la cárcel distrital de Bogotá.
Libertad Incondicional, es el título con la que Duque bautizó su trabajo y para la que tardó seis, tres de los cuales dedicó a ir en repetidas ocasiones al mencionado penal, en los tiempos establecidos por los reclusos. Fue así como los conoció, les dictó talleres y les tomó las fotografías que hoy exhibe. Son 12 imágenes en gran tamaño que materializan el lugar donde los reclusos soñaban estar en ese momento.
La idea de Duque era romper las barreras que el penal impone, haciendo que los protagonistas de esta historia se sintieran libres por un instante.
Junto a Hernando Toro Botero, quien estuvo preso en Barcelona y al salir ganó muchos premios, les dicto un taller de fotografía. Su proyecto también estuvo acompañado con un estudio de opinión realizado por Cesar caballero gerente Cifras & Conceptos.
Esta Libertad Incondicional se presenta en el Museo de Artes Visuales de la Universidad Tadeo lozano, donde también se están colgadas 20 fotos tomadas por cuatro de los presos quienes demostraron buenas actitudes en la fotografía y donde cada uno de ellos retrata a cinco compañeros, a su gusto.
Para este proyecto Duque trabajo con 22 reclusos, entre hombres y mujeres, menores de 29 año y quienes le hicieron replantearse la opinión que tenía acerca de los presos. Así afirma que “Es duro porque yo ya no los veo como delincuentes, sino como alguien que no tuvo oportunidad”
Muchas preguntas surgieron a la hora de realizar este proyecto, pero las que más llamaron la atención de Duque fue cuando ellos le comentaron que antes de en entrar al penal esto era a lo que más miedo le tenían, pero que ahora se sienten más confusos y asustados por salir de éste.
Duque quiere también con su trabajo hacer una reflexión a la sociedad: ¿Realmente la cárcel nos está solucionando el problema o las condiciones que tienen las personas allí están generando que el mismo aumente?. Ello porque encontró con que el 50% de la población carcelaria en Colombia pertenece a los estratos 1 y 2, que por su falta de recursos y oportunidades decidieron delinquir.
Es por ello que el artista asegura, como muchos de los presos, que “la primera cárcel es la pobreza”
EL NUEVO SIGLO entrevistó a Duque, quien contó sobre su obra e invitó a que la conozcan para repensar los problemas que enfrentan nuestra juventud, así como el tema de las cárceles.
EL NUEVO SIGLO: ¿Dónde nace esta idea? Y ¿Por qué en la cárcel?
CARLOS DUQUE: Esta es una exposición que tenía en mente hace 11 años, pero que no había podido realizar porque es un proyecto que demanda de tiempo, dinero, solicitud y aprobación de espacios. Porque la cárcel es ese sito donde nunca pensamos cuando estamos afuera, Normalmente este espacio no está en nuestro entorno. Tenemos la imagen de la cárcel, como ese hueco o sombra donde va la “basura social”, los criminales como el que nos robó el celular y queremos que los acaben. Como yo nunca había estado en la cárcel, la idea era ver esto más de cerca, básicamente estando en el penal y una vez allí preguntar a los presos sobre el concepto de la libertad.
Esto me llevo a descubrir que la libertad es una cosa relativa, pues ni siquiera los que estamos afuera tenemos absoluta libertad. En Colombia particularmente hay mucha gente pobre, la que a pesar de estar fuera de un penal no está libre libres, porque están encerrados en la pobreza, en la falta de oportunidad y estigmatización.
ENS ¿Cuánto tiempo estuvo conviviendo con ellos?
CD La estructuración del proyecto duró seis meses, pero conviviendo con los presos y trabajando con ellos realmente tres. Mientras se dictaban los talleres, se hacían las fotografías, todo bajo mi acompañamiento.
ENS ¿Estuvo en la cárcel todo el tiempo?
CD No, eso tiene unos horarios donde hacíamos taller. Fueron 26 horas de talleres en los días que podían, porque es algo que hay que programar con anticipación, pues ellos también tienen otras actividades.
ENS ¿Cómo se dio el acercamiento con Hernando Toro?
CD Yo supe que estaba aquí y que había estado 11 años en la cárcel en España, pero que había regresado. Un día me lo encontré y le comente el proyecto, le dije “venga, usted que tiene experiencia en la cárcel, ha fotografiado presos, acompáñeme a una sesión de trabajo con ellos”. Cuando lo lleve y se los presente a los reclusos y para ellos él era un héroe, se emocionaron y decían: “Realmente conoce lo que es estar en la cárcel, es uno de los nuestros”. Esto coincidió con el proceso y lo hizo una experiencia muy chévere.
ENS ¿Qué fue lo más difícil de este proyecto?
CD Realmente yo no lo vi difícil, aunque la cárcel tiene muchas restricciones. Es difícil entrar los equipos, las cámaras, pues cada una de estas cosas había que negociarla. El vestuario era algo esencial porque ellos allí solo tienen el uniforme.
Uno no puede entrar allí ni teléfonos, ni plata, ni nada. Entonces todo debía estar muy bien programado. Pero no fue un obstáculo, ya que hubo muy buena colaboración por parte de las autoridades de la cárcel y la Secretaria de Seguridad. Se puede decir que no hubo ningún problema.
Y aunque cuando te reúnes con los reclusos siempre hay un grado de desconfianza, pues siempre se preguntan “¿Esta gente cómo en que estará?”, hay que explicarles el proyecto y a medida del tiempo uno los va conociendo y así mismo ellos van adquiriendo cada día más confianza. Al final se “sollaron” más con el rollo y terminaron volviéndose cómplices del proyecto.
ENS ¿Qué lección le deja este trabajo?
CD. Uno ve un panorama completo. Lo que yo pienso es que estos pelados son tan inocentes como los que están afuera. Cuando hablo de esto hago referencia a que ellos no escogieron nacer pobres.
Caigo en cuenta que eso de la libertad es relativo. Que hay un problema complicado de justicia que no se está teniendo en cuenta eso. Que la sociedad no se da cuenta eso y de alguna manera ellos encuentran el reflejo en la delincuencia una forma de salir del problema. Pero luego el único remedio que encontramos nosotros como sociedad es meterlos a la cárcel, que se gasten su juventud en una prisión y esto no está solucionando realmente el problema, pues hay más cosas en el fondo que deberíamos atender como sociedad para facilitarles y darles más oportunidades, sobre todo de educación.