EL DIÓXIDO DE Carbono (CO2) es el principal de los Gases de Efecto Invernadero que contribuyen al Cambio Climático y de allí que mitigar el impacto, cada vez mayor, que tienen sobre este último se ha convertido en un afán global. De allí que de los compromisos consensuados se han emprendido innovadores proyectos que comienzan a marchar, en medio de la polémica por sus costos.
Ante la lenta como difícil transición energética y la creciente emisión de dióxido de carbono proveniente del uso de combustibles fósiles, generación de energía por vías no renovables y la actividades constantes, que llevó a que en 2018 el mundo batiera todos los records registrados en la historia de la humanidad de concentración de CO2 en la atmósfera, al superar 407,8 partes por millón (un nivel 47% más que el nivel preindustrial - 1750) y que según datos parciales subió a 416.4 en 2021, se acelera la entrada en operación de ambiciosas iniciativas como el cementerio de CO2 inaugurado este miércoles en Dinamarca.
El país nórdico se convirtió en el primero en el mundo en enterrar dióxido de carbono importado del exterior, al poner en un funcionamiento un sitio de almacenamiento a 1.800 metros bajo el mar del Norte, un paso tan decisivo como esencial para frenar el calentamiento global.
"Hoy hemos abierto un nuevo capítulo verde para el mar del Norte", celebró el príncipe Federico, al dar inicio a la fase piloto del proyecto en Esbjerg (suroeste).
Paradójicamente, este cementerio de CO2 es un antiguo yacimiento petrolífero que contribuyó a las emisiones.
Dirigido por la multinacional química británica Ineos y la empresa energética alemana Wintershall Dea, el proyecto "Greensand" permitirá almacenar hasta ocho millones de toneladas de CO2 por año hasta 2030.
Todavía en pañales y muy costosa, la captura y almacenamiento de carbono (CAC) consiste en captar y luego aprisionar el CO2, principal causante del calentamiento global.
Actualmente hay más de 200 proyectos operativos o en desarrollo en todo el mundo.
Lo que hace especial a Greensand es que, a diferencia de los emplazamientos existentes que secuestran CO2 de instalaciones industriales vecinas, utiliza carbono venido de lejos.
"Es un logro europeo en materia de cooperación transfronteriza: el CO2 es capturado en Bélgica y muy pronto en Alemania, cargado en barco en el puerto (belga) de Amberes", dijo la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
El gas se transporta por mar hasta la plataforma Nini West, en el borde de las aguas noruegas, y se transfiere a un depósito a 1,8 km de profundidad.
Para las autoridades danesas, que aspiran a la neutralidad de carbono en 2045, se trata de un "instrumento indispensable en nuestra caja de herramientas climáticas".
Los activos del mar del Norte
El mar del Norte es una región propicia para el enterramiento porque alberga muchos oleoductos y depósitos geológicos que han quedado vacíos tras décadas de producción de petróleo y gas.
"Los yacimientos de petróleo y gas agotados tienen muchas ventajas porque están bien documentados y ya existe infraestructura que muy probablemente pueda reutilizarse", afirma Morten Jeppesen, director del Centro de Tecnologías Marinas de la Universidad Tecnológica de Dinamarca.
Cerca de Greensand, el gigante francés TotalEnergies va a explorar la posibilidad de enterrar a más de dos kilómetros bajo el lecho marino unas 5 millones de toneladas anuales de CO2 hasta 2030.
Pionero del CAC, la vecina Noruega también recibirá toneladas de CO2 licuado de Europa en los próximos años.
Las cantidades almacenadas siguen siendo pequeñas en relación con la magnitud de las emisiones.
Según la Agencia Europea de Medio Ambiente, la Unión Europea emitió 3.700 millones de toneladas de gas de efecto invernadero en 2020, un nivel bajo por ser un año afectado por la pandemia.
Percibida por mucho tiempo como una solución técnicamente complicada y costosa, la CAC es vista ahora como necesaria, tanto por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) como por la Agencia Internacional de Energía.
Pero no es una solución milagrosa al calentamiento global.
El proceso de captación y almacenamiento de CO2, que consume mucha energía, emite el equivalente a 21% del gas capturado, según el grupo de estudios australiano IEEFA.
Y la técnica implica riesgos, advierte el centro de investigación, citando el riesgo de fugas con consecuencias catastróficas.
"El CAC no debe utilizarse para mantener el nivel actual de producción de CO2, pero es necesario para limitar el CO2 en la atmósfera", explicó Jeppesen.
"El costo de almacenar carbono debe ser reducido para que se convierta en una solución duradera de mitigación, a medida que madura la industria", agregó el científico.
Entre los defensores del medio ambiente, la tecnología no tiene apoyo unánime.
"No resuelve el problema y prolonga las estructuras nocivas", afirma Helene Hagel, responsable de energía de Greenpeace Dinamarca.
"El método no cambia nuestros hábitos mortales. Si Dinamarca quiere realmente reducir sus emisiones, debe ocuparse de los sectores que producen gran parte de ellas, es decir, la agricultura y el transporte", aseguró.
En Noruega
Esta otra nación nórdica, principal productor de hidrocarburos de Europa Occidental, desarrolla ambiciosos proyectos para atrapar y sepultar el dióxido de carbono. Tiene mayor potencial de almacenamiento de todo el continente y, por ello, tiene en marcha desde sumideros hasta otro gigantesco cementerio.
Vale aclarar que Dinamarca y Noruega no son los únicos en el mundo en impulsar proyectos de este tipo, ahora apuntalados con la tecnología. Los métodos para capturar y almacenar carbono, CCS, se están implementando en decenas de países e inclusive, a finales de la pasada década funcionó una de las instalaciones más grandes en la planta de carbón texana de Petro Nova.
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Tras pocos años de operación se cerró en 2020 por sus altos costos y los subsidios, de por sí generosos, no lograron un punto de equilibrio financiero.
El organismo rector de esta industria Global CSS informó que en una isla noruega, frente a su costa del Mar del Norte, avanza según el cronograma establecido el cementerio para los gases de efecto invernadero.
Ubicado en Oygarden, ese terminal en construcción bombeará toneladas de dióxido de carbono licuado capturado desde la parte superior de las chimeneas de las fábricas en toda Europa hacia cavidades en las profundidades del lecho marino.
El director del proyecto, Sverre Overa destaca que “será la primera infraestructura de transporte y almacenamiento de acceso abierto del mundo, que permite que cualquier emisor que haya capturado sus emisiones de CO2 entregue ese CO2 para su manipulación, transporte y almacenamiento permanente seguros” y enfatiza que Noruega tiene hoy las mejores perspectivas de almacenamiento de este tipo de gases en el Viejo Continente.
El oleoducto del cementerio de dióxido de carbono inyectará el gas licuado en bolsas geológicas a 2.600 metros bajo el fondo del océano, y la idea es que permanezca allí para siempre.
Y, a diferencia del cementerio danés, el noruego tiene una agresiva estrategia comercial para que las empresas extranjeras ‘envíen su contaminación para sepultarla en zona fuera de peligro’. Así, ya tiene como primeros clientes una fábrica de cemento y una planta de conversión de residuos de energía de Oslo.
Los gigantes energéticos Equinor, Total Energies y Shell hacen parte de Northern Lights, el primer servicio de transporte y almacenamiento de CO2 transfronterizo del mundo, programado para el próximo año. Los socios anunciaron un primer acuerdo comercial transfronterizo con una primera fase que podrá procesar 1,5 millones de toneladas de CO2 por año, luego entre cinco y seis millones de toneladas.
A partir de 2025, garantizará que se capturen 800.000 toneladas de CO2 cada año en una planta en los Países Bajos propiedad del fabricante noruego de fertilizantes Yara para enviarlos al cementerio noruego.
Un esquema similar desarrollan el gigante noruego de petróleo y gas Equinor y la alemana Wintershall Dea que llevarán el dióxido de carbono atrapado en Alemania al sitio de almacenamiento en alta mar noruego.
Estos CSS tienen especial impulso en el continente europeo debido a que según las cifras más recientes y a la espera que antes de culminar el mes se conozca el sexto informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), la UE emitió 3.700 millones de toneladas de gases de efecto invernadero en 2020.
Los países más contaminadores de carbono del mundo continúan siendo tres gigantes: China, Estados Unidos e India, que concentran el 60% del total de las emisiones globales.
Proyectos de sumideros y cementerios como éstos son medidas eficaces para mitigar el cambio climático pero también están en el centro de la polémica porque hay muchas voces que señalan que aletargaran la necesaria transición global hacia las energías limpias.