Un año después de ser desalojado del poder tras un evidente intento de fraude electoral, el Movimiento Al Socialismo (MAS), del expresidente Evo Morales, volverá a gobernar en Bolivia, ahora de la mano del que fuera su ministro de Economía, Luis Arce, ganador de las elecciones del domingo pasado. Un triunfo que se confirmó más aún después de que su principal rival, el expresidente Carlos Mesa, aceptara su derrota a pesar de que aún no se conoce el escrutinio oficial.
La victoria de Arce es una amarga reivindicación para Morales, quien renunció a la Presidencia bajo presión popular y militar en 2019 y posteriormente huyó del país. Arce, el ministro de Economía y Finanzas Públicas de Morales, era el favorito en las encuestas, pero se creía que tendría que someterse a una segunda vuelta contra Mesa, de quien se creía ganaría en el balotaje final gracias a las renuncias a la contienda de la presidenta interina de Bolivia Jeanine Áñez y el expresidente Jorge Fernando Quiroga, todo ello con el fin de fortalecer las opciones de la centro derecha para evitar que el MAS volviera al poder.
Aunque anoche no había resultados oficiales significativos, porque el escrutinio avanzaba lentamente, sí hubo proyecciones que daban la victoria a Arce y que fueron asumidas como reales por sus rivales. Así las cosas, el ‘delfìn’ de Morales tomará las riendas de una Bolivia polarizada, en crisis económica y muy golpeada por la pandemia. Incluso su victoria abriría la puerta al regreso de su mentor político y exmandatario, pese a que es investigado por la justicia local.
Mesa, segundo en la votación, reconoció el triunfo de Arce tras las encuestas a ‘boca de urna’ que le daban 20 puntos de ventaja al dirigente socialista en esta primera vuelta. Se estimaba anoche que el candidato del MAS recibió entre el 52 y 53% de los votos frente al 32% en promedio del aspirante de centro derecha.
Según las reglas electorales del país, un candidato gana en primera vuelta si obtiene el 50% de los votos o el 40% mientras tenga una diferencia de 10 puntos porcentuales.
Un año después de ser desalojado del poder tras un evidente intento de fraude electoral, el Movimiento Al Socialismo (MAS), del expresidente Evo Morales, volverá a gobernar en Bolivia, ahora de la mano del que fuera su ministro de Economía, Luis Arce.
Tras su derrota Mesa, quien fuera Presidente entre el 2003 y el 2005, afirmó que un conteo rápido mostró un resultado "muy convincente y muy claro… Hay una gran brecha entre el candidato que ocupa el primer lugar y nosotros... Y, como creyentes en la democracia, ahora nos toca, como corresponde a quienes creemos en la democracia... reconocer que ha habido un triunfador en esta elección".
A pesar de algunas sospechas iniciales generadas por un conteo lento de votos y la decisión, de último minuto, de la Corte Suprema Electoral de Bolivia de abstenerse de informar los totales preliminares de los votos mientras se contaban las boletas, con el fin de evitar el malestar público que los retrasos en los resultados preliminares causaron en las elecciones de 2019, la contundencia de las proyecciones sobre el resultado de las urnas de este domingo llevó a que todos los candidatos, la presidente interina Añez y distintos líderes del mundo reconocieran la victoria y felicitaran al ganador.
¿Transición pacífica?
Bolivia no ha tenido una transición pacífica de poder desde 2002, y la perspectiva de violencia nunca ha estado lejos. Esta historia, y el tumultuoso estado actual de la política boliviana, sugerían que podrían presentarse disturbios tras los comicios. De hecho ya algunos analistas pronostican que el Presidente electo probablemente enfrentará protestas y también se verá obligado a renunciar como muchos de sus antecesores.
Lo cierto es que Arce se proclamó victorioso en una transmisión nocturna desde La Paz. “Hemos recuperado la democracia y, sobre todo, hemos recuperado la esperanza”, dijo el economista, educado en el Reino Unido, de 57 años.
Arce prometió poner fin a la incertidumbre que ha plagado a su nación amargamente dividida desde octubre de 2019, cuando las aclamadas reclamaciones de manipulación de votos contra su partido resultaron en protestas callejeras masivas. Ello desembocó en que las elecciones presidenciales fueron eliminadas, Morales renunciara y huyera del país ante la presión de las fuerzas de seguridad, refugiándose inicialmente en México.
“Gobernaremos para todos los bolivianos… Traeremos la unidad a nuestro país”, dijo Arce, quien debe jurar como mandatario en la primera quincena de noviembre.
Los fuegos artificiales resonaron en La Paz cuando se difundió la noticia de la victoria prevista, aunque una portavoz del MAS pidió a los partidarios de Arce que esperaran el resultado oficial. “Sabemos que hay grandes expectativas pero debemos cumplir con las reglas para tener una buena celebración”, dijo Marianela Paco.
Bolivia no ha tenido una transición pacífica de poder desde 2002, y la perspectiva de violencia nunca ha estado lejos. Esta historia, y el tumultuoso estado actual de la política boliviana, sugerían que podrían presentarse disturbios tras los comicios.
Morales, un miembro clave de la marea rosa de izquierda de América Latina, que gobernó desde 2006 hasta su dramática caída el año pasado, y quien ahora vive exiliado en Argentina, elogió “una victoria rotunda” para su partido y dijo “hermanas y hermanos: la voluntad del pueblo ha prevalecido”.
Después de que Áñez reconociera la victoria de Arce, los principales líderes de la izquierda latinoamericana, que esperan que el aparente triunfo de Arce ayude a revivir fortalecer su gestión, celebraron el resultado. “¡Viva el pueblo boliviano! ¡Viva la democracia!", tuiteó Gleisi Hoffmann, presidenta del Partido de los Trabajadores Brasileños.
Por su parte el líder autoritario de Venezuela, Nicolás Maduro, tuiteó: “¡Una gran victoria! Unido y consciente, el pueblo boliviano ha utilizado los votos para derrotar el golpe de Estado que llevaron a cabo contra nuestro hermano Evo”.
No hay que olvidar que este triunfo representa una especial victoria para el MAS que quedó tambaleándose el año pasado cuando su líder se vio obligado a huir del país después de intentar asegurar un cuarto mandato sin precedentes en el país pero muy común entre los presidentes latinoamericanos de su línea.
Los resultados
Pueden pasar varios días antes de que se confirme el resultado oficial. Sin embargo en la tarde de ayer las autoridades electorales dijeron que con casi el 20% de los votos escrutados, el 36% había ido a Arce y casi el 43% a Mesa, pronunciamiento que no generó mayores reacciones tras las declaraciones mencionadas.
En Washington, un portavoz del Departamento de Estado dijo que “estamos esperando los resultados oficiales, pero el presidente Trump y Estados Unidos esperan trabajar con quien sea que elijan los bolivianos. Continuaremos promoviendo la democracia, los derechos humanos y la prosperidad en Bolivia y en toda la región”.
Los opositores del MAS afirman que Arce es poco más que un títere para el expresidente en el exilio, de quien aseguran que ahora buscará regresar a pesar de las distintas causas judiciales en su contra. Pese a lo anterior Arce trató de distanciarse públicamente de Morales durante la campaña y sus aliados dijeron que el hombre que estaba a punto de convertirse en el próximo presidente de Bolivia no estaba en deuda con nadie.
“Categóricamente, Evo no interferirá en el gobierno del hermano Luis Arce”, dijo David Apaza, líder del MAS, quien agregó que “el camarada Evo Morales en su época era el elemento vital, el principal protagonista... (pero) ahora creemos que nuestro compañero debe descansar, mientras el hermano Luis Arce toma la iniciativa”.
Sin embargo los analistas estiman que el contundente triunfo de Arce principalmente se debió al apoyo incondicional que tiene Morales entre los indígenas, que constituyen el 41% de los 11 millones de habitantes de Bolivia.
Arce, que es visto como el artífice del supuesto "milagro económico" que vivió Bolivia bajo el gobierno de Morales (según datos oficiales el país alcanzó históricas cifras de crecimiento y se redujo la pobreza), deberá resolver la crisis económica derivada del coronavirus y la caída de los precios del gas natural, principal producto de exportación de Bolivia.