El pasado 22 mayo, la Guardia Civil de Cádiz recibió una ráfaga de tiros que venía de unas armas no convencionales en España, cuando intentaba capturar una serie de traficantes que operan en la costa sur de España. Las balas, según el cuerpo de seguridad, tenían un calibre poco común y viajaban por los aires mucho más rápido. Definitivamente, pensaron los agentes, se trataba de armas usadas en una de las guerras contemporáneas.
Pasados unos días, las autoridades españolas anunciaron que parte del arsenal armamentístico que envían los países de la OTAN hacia Ucrania termina, en muchos casos, en manos de organizaciones criminales locales e internacional, como el caso de este grupo narcotraficante español.
Una investigación del medio digital “El Español” revela que los cuerpos de seguridad españoles llevan un tiempo viendo que las organizaciones criminales de su país han dejado de usar armas de fabricación rusa como las Kalashnikov y ahora los delincuentes prefieren las armas fabricadas en Europa y Estados Unidos.
“La tendencia ha cambiado”, han asegurado al “Diario de Cádiz” varios veteranos de la lucha antidroga en el sur de Europa. “Desde hace un par de años estamos notando que los narcos llevan fusiles más modernos, muchos de ellos americanos, otros de fabricación europea, y que los viejos AK-77 han desaparecido”.
Mercado mundial
Entre los compradores de armas que vienen de Ucrania no sólo están los grupos criminales europeos de Italia, España o Albania. Las investigaciones revelan que el crimen organizado de Colombia, Venezuela y México también obtiene armas de primer nivel, provenientes de este mercado ilegal.
Según “El Español”, “algunos carteles latinoamericanos viajan hasta Ucrania para adquirir directamente sobre el terreno ese material y lo envían de vuelta a los países latinos oculto en contenedores que parten de puertos de ciudades europeas, entre ellas algunas españolas”.
Por fuera de las fronteras de la Unión Europea, las armas son objeto de controles más laxos que permiten fácilmente que sean vendidas al mercado ilegal y distribuidas por diferentes continentes.
En un informe del Ministerio de Defensa y el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) de España se señala que “los conflictos armados constituyen un riesgo importante a mediano y largo plazo, especialmente en lo que se refiere a la mayor disponibilidad de armas de fuego y su posible desvío hacia el comercio ilegal de estas”.
Inundada de armas
Siempre los expertos dicen que, sea cual sea la política pública para reducir la violencia en América Latina, se debe tener en cuenta la cantidad de armas ilegales disponibles en los países de la región. Basta leer testimonios de sicarios y miembros del crimen organizado para conocer la facilidad con la que consiguen armas en cualquier barrio de Tegucigalpa, Caracas o Cali, por mencionar algunas de las muchas ciudades.
Sumadas a los miles de armas que trae el crimen organizado de México desde Ucrania, otra cantidad de armas provenientes del mercado legal e ilegal de Estados Unidos terminan en manos de los carteles mexicanos, las guerrillas colombianas o las organizaciones criminales venezolanas. A estos proveedores de armas se le suma un actor relevante, el “Comando Vermelho”, grupo brasileño de crimen organizado que tradicionalmente ha sido el principal proveedor de armas de las guerrillas colombianas desde la década del 2000, por sus conexiones con mafias rusas.
Una serie de datos sobre el mercado de armas en Centroamérica da cuenta del peso que tienen las armas de Estados Unidos en esta región. Según la agencia estadounidense de control de armas, ATF, “más de la mitad de las armas del crimen organizados recuperadas y rastreadas en Centroamérica proceden de Estados unidos”. Este nivel, dice el reporte, se acerca al 70 % en el caso de México y a 80 % en el Caribe.
A este flujo de armas, Elizabeth Burke, de la organización estadounidense sin ánimo de lucro Global Action on Gun Violence, le llama “un río de hierro que inunda a los países del sur”.
¿Por qué es tan fácil conseguir armas ilegales provenientes de Estados Unidos en América Latina? Ian Grillo, un académico que viene estudiando el flujo de armas en la región y en 2023 publicó el libro “Blood Gun Money: How America Arms Gangs and Cartels” (Plata de armas sangrienta: Cómo Estados Unidos arma a pandillas y carteles), en el que cuenta que el crimen organizado usa cuatro métodos para obtener armas de fuego.
“El primero es mediante ‘testaferros’, personas con una identificación legal y sin antecedentes de delitos graves, a quienes se le paga para ir a comprar armas de fuego para alguien más”, escribe Grillo, mientras que “el segundo es una laguna legal que les permite a las personas participar en la venta de armas de fuego a pesar de que no son comerciantes de armas de fuego con licencia; por ejemplo, alguien que pretende ser un coleccionista privado, cuando en realidad está comprando y vendiendo armas ilegalmente”. Los otros métodos son el robo y la corrupción, así como las “armas fantasmas”, que son partes de armas de fuego que se sacan de los kits y se ensamblan.
América Latina se llena de armas ilegales que vienen, como se ve, tanto de Norteamérica y Brasil como de Europa, en medio de un complejo panorama de seguridad en el que las fuerzas del orden buscan sobreponerse a poderosas estructuras del crimen organizado, pero siempre queda la duda –no conocen datos– de cuántas armas circulan en la región.
Con más de la mitad de las ciudades más violentas del mundo, el mercado ilegal de armas y su enorme disponibilidad en América Latina debía ser una de las mayores preocupaciones de los cuerpos de seguridad. Ahora se ha sumado un nuevo proveedor, Ucrania, un país en guerra de donde salen miles de armas de última versión capaces de dotar a los criminales de un arsenal mucho más moderno.
*Analista y consultor. MPhil en Universidad de Oxford.