Úrsula Von der Leyen, la presidenta de la Comisión Europea que aspira a reelegirse en el cargo, ha dicho en campaña que no tendría problema en gobernar con la derecha dura de Europa luego de las elecciones al Parlamento Europeo desde este domingo, en momentos en que socialistas y liberales han lanzado su propio candidato, Nicolás Schmitt, rompiendo la tradicional alianza centrista que ha gobernado Europa.
Con el giro hacia la derecha, la Unión Europea está aportas de entrar en un nuevo escenario en el que la coalición mayoritaria conformada por diversos sectores de derecha buscaría modificar las políticas migratorias y fronterizas, así como conceder mayor autonomía a los estados miembros en la definición de sus políticas industriales, agrícolas, fiscales y presupuestales.
Para los políticos de estos sectores, Bruselas, sede del Parlamento, se entromete mucho en las decisiones de cada país, pero Bruselas reconoce los riesgos que trae ampliar la autonomía de sus miembros, con base en lo que pasó con los presupuestos europeos en España, Grecia y Portugal en la década de los 2.000, así como el caso de Hungría y otros países que han tomado decisiones unilaterales sobre el manejo de sus fronteras por encima del bloque continental.
¿Qué se vota y cómo?
No es fácil entender las elecciones europeas más allá de titulares que anuncian la consolidación de la derecha dura en el Parlamento o la crisis de los socialistas. Muchos ciudadanos europeos ni siquiera entienden porqué están votando dado que esta elección continental es vista como una elección nacional y, en algunos casos, como el de España o Alemania, en una especie de referendo sobre los gobiernos de turno de Pedro Sánchez y Olaf Scholz, respectivamente.
En cada uno de los 27 miembros de Europa, los ciudadanos votan por los partidos de su país que a su vez hacen parte de los grupos o coaliciones continentales con los que tiene afinidad ideológica. Así, por ejemplo, un ciudadano francés vota por Los Republicanos en Francia (conservadores) que hacen parte del Partido Popular Europeo, un grupo que agrupa todas las fuerzas de centro-derecha de Europa y cuya cabeza es la hoy presidenta de la Comisión Europea, Von der Leyen, que necesita 361 sillas para ser reelegida.
Otro ciudadano francés -para seguir con el ejemplo- puede votar por el Partido Socialista Francés que es parte de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas. Y así sucesivamente. En total, hay siete grupos políticos en el Parlamento Europeo.
Cada país tiene una representación en el Parlamento Europeo proporcional a su tamaño. Así, de la 720 en total, Alemania es el que tiene más números de sillas con 96, seguido de Francia con 81 e Italia con 73; los países que tienen menos son Malta, Chipre y Luxemburgo, con 6 escaños.
Según las últimas encuestas, que revelan unos datos agregados difíciles de rastrear al tratarse de 27 países, más de 325 millones de votantes y diferentes leyes electorales en cada lugar, al centro-derecha sería la primera fuerza votada seguida de liberales, verdes y socialistas, que cederían votos ante el aumento de la derecha dura.
La clave de estos comicios está en que los partidos de ultra-derecha han crecido en casi toda Europa y esta vez muy seguramente van a tener mayo representación parlamentaria a nivel europeo. Por ejemplo, se espera que el partido de Marine Le Pen, Agrupación Nacional, aumente el número de sillas y así permita que los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR, en inglés) logren convertirse en una fuerza importante en el parlamento, al igual que el otro partido de la derecha dura europea Identidad y Democracia (ID, en inglés), que es liderado por Giorgia Meloni.
Meloni representa un caso atípico. A diferencia de otros países, en Italia las leyes electorales permiten que la primera ministra puede ser candidata a las elecciones al Parlamento Europeo -en este caso, como candidata de “Fratelli de Italia”-, posicionándose como una de las principales figuras de la derecha dura en estas elecciones. En Francia o España, Le Pen o Santiago Abascal de Vox, que están en los parlamentos nacionales, no pueden ser candidatos a otra cámara.
Esta situación atípica ha llevado a que, como decían algunos medios, “todos quieran pactar con Giorgia”. Popular y carismática, la primera ministra de Italia ha moderado su discurso antieuropeo lo que ha hecho que algunos sectores de centro y de centro-derecha la vean como una mejor aliada para pactar una coalición menos radical de la que representa Le Pen y Orbán con su grupo Conservadores y Reformistas Europeos.
Uno de los políticos más relevantes de Europa, el presidente francés, Emmanuel Macron, fundó un partido europeo, “Renacimiento”, que agrupa los centristas de Dinamarca y República Checa, y se suma a otros grupos de centro como Los Verdes y los Liberales, que hoy están lejos de ser una alternativa para dirigir la Unión Europea.
El desgaste de la coalición entre estos sectores centristas con la centro-derecha que representa Von Der Leyen viene de tiempo atrás, desde que Ángela Merkel impulsó un conservatismo más socialcristiano y liberal a partir de políticas de acogida de migrantes provenientes de Siria y el África subsahariana, así como estrictas medidas de austeridad en países como Grecia o España.
En su momento aceptadas por las mayorías centristas de Europa, estas políticas han llevado a que la derecha dura crezca por su discurso en contra de la migración masiva y las políticas de austeridad impuesta Bruselas sobre el gasto público de cada país. Entendida esta situación, la centro-derecha del Partido Popular Europeo ha reconocido la necesidad de moverse más hacia la derecha, al mismo tiempo que busca retener el poder con una alianza con la derecha dura, encabezada por Von Der Leyen, una hábil política que mantiene buenas relaciones tanto con la derecha radical como con los socialistas.
Ya no a nivel país sino continental, Europa va camino a romper el “cordón sanitario”, la forma como los franceses y belgas llamaron al bloqueo político de la ultraderecha en sus países. Con esto, la derecha dura va ser parte parte del gobierno de la centro-derecha, un escenario que posiblemente cambie las bases que hemos vistos las últimas décadas en Europa y todo esto en medio de la guerra en Ucrania, la crisis migratoria y el auge del nacionalismo.
*Analista y consultor. MPhil en Universidad de Oxford.