ESTÁ plenamente comprobado, en particular por la historia reciente de la región latinoamericana, que el crecimiento y bienestar social sostenible tiene que tener por eje fundamental el desempeño de las empresas. Como parte fundamental de los conceptos, debe tenerse en cuenta que usualmente en la región, cerca de un 97% de las unidades de producción corresponden a micro, pequeñas y medianas empresas.
De ese total, se estima -aunque la cifra puede tener algunas diferencias entre países- que un 90% no sobrevive al 7º. año de actividades. Son entidades muy vulnerables que dependen básicamente de la rotación de inventarios, en lugar de solvencia y capitales fijos.
En las actuales condiciones de la región, en la ya tercera década del Siglo XXI, en medio de una dinámica de crecimiento económico bajo, las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes) enfrentan varios retos y desafíos en función de su desempeño sostenible, de su perdurabilidad productiva, con su contribución al bien común de las diferentes sociedades. Entre los principales desafíos que estas empresas deben enfrentar y factores limitantes de su desempeño tenemos los siguientes.
Uno, acceso a financiamiento. Se trata de una limitante estructural en varios países. Por lo general no es de extrañar que las mipymes carezcan de historiales crediticios sólidos o garantías suficientes, lo que las hace menos atractivas para las instituciones financieras. La falta de acceso a crédito limita su capacidad para invertir en tecnología, expandirse o mejorar sus procesos productivos.
A esas condicionantes deben agregarse también -y esto es crucial- la no existencia, o limitación en cobertura, de bancos de desarrollo. La banca privada privilegiará, con explicación, la recuperación de cartera, limitando así su impacto en emprendimientos que requieren apalancamientos crediticios eficaces y eficientes -“efective financial leverage”-.
Dos, déficit de demanda e infraestructura limitada. El primero de los aspectos, el relativo a la demanda, hace referencia a las condiciones de pobreza, tanto total como extrema o indigencia. Es de reconocer que es la demanda efectiva la que jalona el accionar de las empresas y esto depende de los ingresos, lo que a su vez responde a patrones de empleo e inversión en la economía real.
Por otra parte, en función de la infraestructura física, la misma en muchos países latinoamericanos -con especial énfasis en lo rural- hace que las pequeñas empresas enfrenten desafíos logísticos debido a carreteras y puertos ineficientes. Fuera de toda duda, esto aumenta los costos de transporte y reduce la competitividad en el mercado nacional e internacional.
Además, la falta de acceso confiable a servicios básicos como electricidad y telecomunicaciones también afecta la productividad y la capacidad de innovación. Como se reconoce, este último rasgo es totalmente crucial en la perdurabilidad de empresas y en su adaptación dinámica a las condiciones de mercado.
Tres, cargas regulatorias y burocracias excesivas. En este sentido, aunque en algunos países más que en otros, por lo general, procedimientos burocráticos, regulaciones y trámites engorrosos, son una fuente constante de preocupación para las pequeñas empresas. Los procesos complicados para obtener licencias, cumplir con normativas tributarias y laborales, y enfrentar inspecciones frecuentes contribuyen a la ineficiencia operativa.
Simplificar y agilizar los procedimientos administrativos podría aliviar esta carga y permitir a las empresas centrarse en su crecimiento y desarrollo. Tal y como es el consenso de múltiples estudios que, sobre emprendimiento, innovación y mercadeo, se han llevado a cabo en economías emergentes (por ejemplo, véase “Política Nacional de Inclusión Financiera” (2020) Gobierno de México).
Cuatro, factor de innovación y tecnología. La evidencia demuestra que es usual que las mipymes en la región latinoamericana, enfrenten retos en cuanto a adopción de tecnología e innovación. Los escasos niveles de inversión de factores productivos en investigación y desarrollo no permiten, con mucho, mantenerse a las empresas, actualizadas con las tendencias del mercado y mejorar la eficiencia.
La efectiva promoción de programas de capacitación en tecnología podría ayudar a cerrar esta brecha, a la vez que promueven la competitividad. Otra ayuda podría venir de la productiva relación entre universidades, o centros de investigación y empresas.
Cinco, inestabilidad política y macroeconómica. La inestabilidad política y macroeconómica, incluyendo la volatilidad de las tasas de cambio y la inflación, también impacta negativamente a las pequeñas empresas. En esto también tiene un papel importante la improvisación y continuo cambio de disposiciones de gobierno. No es extraño que cada nuevo período presidencial deseche programas y logros de la administración anterior.
La falta de previsibilidad en el entorno económico dificulta la planificación a largo plazo y la toma de decisiones estratégicas, más estructurales y por ello se constituyen en medidas permanentes. Políticas que promuevan la estabilidad macroeconómica son esenciales para crear un ambiente propicio para el crecimiento empresarial.
Si la región latinoamericana decide superar condiciones aletargadas de crecimiento y desarrollo, debe impulsar la productividad y competitividad de mipymes. Es de fortalecer estos ecosistemas de producción. Se requieren políticas sostenidas, de Estado, en función de soluciones tan integrales como urgentes en los diferentes países.
*Ph.D. University of Pittsburgh/Harvard. Profesor, Facultad de Administración de la Universidad del Rosario
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