De la cárcel La Modelo han surgido las principales denuncias de maltratos. Las historias se originan en especial en las celdas de máxima seguridad. Estos son sus testimonios
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Las constantes requisas a las celdas en el penitenciario de mujeres ‘La Esperanza’, en Managua, incluían que las presas políticas se desnudaran para hacer sentadillas frente a las guardias. Yaritza Rostrán, líder universitaria y recién excarcelada por el gobierno de Daniel Ortega, narra con mucha molestia el episodio de las requisas, uno de los tantos “malos tratos” que vivió en este lugar.
Pese a que contar las intimidades de lo que vivió en la cárcel desde agosto de 2018, cuando fue capturada, podría costarle volver a estar tras las rejas, la joven lo hizo sin pudor para la Agencia Anadolu.
“Fueron tratos inhumanos. Fueron tratos degradantes. En muchas ocasiones nos hacían desnudarnos, hacer sentadillas desnudas; nos requisaban, nos tocaban las funcionarias. Tenés que enseñarles el cuerpo, dejarte tocar”, aseguró Rostrán. “Nunca me tocaron en mis partes íntimas, pero sí era degradante el hecho de que te hicieran todo eso”.
Su relato es uno de los primeros que se conocen de boca de una de las presas políticas, quienes en los últimos meses denunciaban “los malos tratos” a través de familiares y abogados.
Esta líder estudiantil, que comandó parte de la resistencia en la Universidad Nacional de Nicaragua (UNAN-Managua), fue excarcelada este 15 de marzo, luego de que el gobierno cedió a la demanda de la oposición de liberar a los presos políticos como condición para entablar un diálogo que permita encontrar una solución a la crisis sociopolítica que atraviesa Nicaragua desde abril de 2018. Hasta ahora, solo han sucedido 160 excarcelaciones, y una de las beneficiadas es Rostrán.
La denuncia de la joven es coherente con las diversas denuncias de organismos de derechos humanos sobre tratos degradantes a los reos de conciencia en las cárceles nicaragüenses. Este 21 de marzo, el Consejo de Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas (ONU) aprobó una resolución condenado la represión ejercida por el gobierno sandinista en contra de la ciudadanía. Pero además resaltó los “constantes casos de detención ilegal y prisión arbitraria, hostigamiento, torturas y actos de violencia sexual y de género durante la reclusión”.
“Nosotros siempre protestamos pacíficamente porque se respetara el derecho a la salud, a nuestra dignidad y pues siempre respondían con violencia o intimidación”, dijo Rostrán a la Agencia Anadolu. “A veces recurrían a las amenazas, pero cuando se hacía la confrontación más grande, siempre eran 40 funcionarias las que llegaban y golpeaban a las personas que se interponían en su camino para cerrar las puertas. Eso pasó en repetidas ocasiones”, agregó.
Una de las agresiones más sonadas en contra de las presas políticas sucedió el 26 octubre de 2018. Alrededor de 70 hombres vestidos de negro y con capuchas ingresaron a las celdas del penal ‘La Esperanza’ a vapulear a 17 presas políticas, porque ellas se opusieron a que enviaran a la unidad de máxima seguridad a Irlanda Jerez, una de las reas de conciencia más reconocidas en Nicaragua.
“Hubo situaciones de acoso. El caso de Irlanda es uno. Ella acusó a una funcionaria de acoso sexual. No se vio en detalle porque Irlanda está en otra celda distinta a la mía, pero ella la acusó. A veces el acoso sexual se calla por miedo”, narró Rostrán.
Los “malos tratos” también son denunciados en el penal ‘La Modelo’, donde están encerrados los presos políticos. La Agencia Anadolu conversó con Levis Rugama, otro líder universitario excarcelado. Él fue uno de los presos que más golpizas recibió en los siete meses que estuvo recluido, de acuerdo con la Comisión Permanente de Derechos Humanos (CPDH).
Rugama fue confinado a máxima seguridad por cantar el himno de Nicaragua en protesta por “los malos tratos recibidos”. Lo aislaron en una diminuta celda donde no había ventilación ni luz. Todo era penumbra.
“En esa celda de máxima seguridad teníamos nada más como dos metros de largo y medio de ancho de espacios. Compartía celda con otro estudiante de enfermería. Había camarotes de concreto donde no teníamos derecho a meter una almohada”, relató Rugama.
“El infiernillo”
El líder universitario estuvo 23 días aislado, pero para él “fueron como mil años”. “Era un lugar donde no entra oxígeno. Nos estábamos asfixiando y mi otro compañero sufría mucho de cefalea migrañosa, de insomnio y sus medicamentos no se los pasaban. La comida no era una comida que puede nutrirte, así que no estábamos comiendo, simplemente estábamos consumiendo avena”, dijo el joven.
De la cárcel La Modelo han surgido las principales denuncias de maltratos. Las historias se originan en especial en las celdas de máxima seguridad conocidas como ‘El infiernillo’. El nombre se debe al sofocante espacio, la falta de ventilación y la oscuridad constante en la que están los reos.
En ‘El infiernillo’ están encerrados los principales líderes de la protesta social, como el campesino Medardo Mairena, quien fue condenado a 216 años de cárcel por diversos delitos como “terrorismo”.
Rugama relató que las golpizas e interrogatorios de los que fue víctima ocurrían de madrugada. En las primeras horas del 15 de marzo, cuando los guardias lo levantaron, el líder estudiantil pensó que iba a “otra sesión de tortura”. Pero no. Iba a ser excarcelado. Pese a que si habla y participa en manifestaciones públicas puede violar el régimen de casa por cárcel impuesto y volver a prisión, aseguró que no le importa.
“Creo que superé el dolor, la angustia, la soledad, superé no tener sol ni viento. El dolor que están sufriendo otras personas, y que Nicaragua esté tan prisionera de un tirano, me da más fuerza para seguir en esta lucha cívica, no me importa caer preso, aunque me duela”, dijo Rugama a la Agencia Anadolu.