Una creciente presión política para que tome represalias contra Irán por un mortal ataque con drones que tuvo como blanco a tropas estadounidenses, matando a tres soldados, enfrenta el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, algo que le plantea un nuevo gran desafío en pleno año electoral.
Atacar a Irán aumentaría drásticamente el riesgo de extender las acciones bélicas en la región, algo que Biden dice que pretende evitar, sin mencionar la posibilidad de que más ataúdes con estadounidenses regresen a casa en meses previos a la apertura de las urnas, en noviembre.
Pero con los opositores republicanos instando al gobernante a "golpear a Irán", Biden no puede darse el lujo de mostrar debilidad contra Teherán mientras lucha con bajos índices de aprobación antes de una probable revancha por la Casa Blanca con el expresidente Donald Trump (2017-2021).
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"Está bajo una presión tremenda: el gobierno se encuentra en una especie de situación en la que todos pierden", dijo Colin Clarke, director de investigación del Centro Soufan de Nueva York.
"Creo que va a ser golpeado por gente que dice que es débil y va a ser golpeado por gente que dice que está yendo demasiado lejos. Así que está mal si lo haces, y eres maldito si no lo haces", explicó.
La Casa Blanca prometió una respuesta "consecuente" al ataque del domingo a una base en Jordania que mató a tres soldados estadounidenses, los primeros que mueren en una acción hostil desde el inicio de la guerra entre Israel y Hamás el 7 de octubre. Además, al menos 34 efectivos resultaron heridos, según fuentes militares.
El propio Biden, de 81 años, dijo "responderemos" durante un evento de campaña en una iglesia en Carolina del Sur, uno de una serie que ha celebrado en los últimos días mientras busca impulsar su candidatura para un segundo mandato.
Irán ha negado cualquier vínculo con el ataque, el cual Biden lo atribuyó a las milicias que operan en el área respaldadas por Irán.
Pero este tema fue convertido en un arma política por los republicanos, y por Trump en particular, en su intento por regresar a la Casa Blanca en noviembre y vengarse de su derrota de 2020 ante Biden.
Trump describió las muertes como una "consecuencia de la debilidad y rendición de Joe Biden" ante Teherán, centrándose en un acuerdo que la administración Biden hizo con Irán el año pasado para excarcelar a detenidos estadounidenses a cambio de liberar 6.000 millones de dólares en fondos iraníes.
El magnate republicano también tiene bajo su manga que él personalmente ordenó el ataque estadounidense que mató al general Qasem Soleimani, encargado de las operaciones exteriores de los Guardianes de la Revolución -el ejército ideológico de Irán- hace cuatro años.
Otros republicanos también han advertido que utilizarían la actitud hacia Irán como prueba de la fuerza de Biden antes de las elecciones.
El líder de la minoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, dijo que Irán ahora llevaba "sangre estadounidense como insignia de honor".
"El mundo entero ahora está atento a señales de que el presidente finalmente está preparado para ejercer la fuerza estadounidense para obligar a Irán a cambiar su comportamiento. Nuestros enemigos están envalentonados", alegó McConnell.
Pero otros fueron aún más intransigentes.
"Golpee a Irán ahora. Golpéelos duro", reclamó en un comunicado Lindsey Graham, el principal legislador republicano en el Comité Judicial del Senado y uno de los principales "halcones" -línea dura- del partido.
Sin embargo, los dilemas que enfrenta Biden son enormes.
Los ataques directos contra territorio iraní serían propicios para una escalada gigantesca. Sin embargo, una acción aún menor que esa contra representantes de Teherán podría atizar el conflicto, al tiempo que desestabilizaría los esfuerzos por alcanzar un alto el fuego en Gaza.
Pero una mayor participación armada socavaría la preciada política de Biden de sacar a Estados Unidos de sus "guerras eternas" en Medio Oriente, incluso si la caótica retirada estadounidense de Afganistán bajo su mandato condujo a una toma de poder de los talibanes./AFP