CONSCIENTES de que un juicio político contra el presidente norteamericano Joe Biden no tiene futuro, ya que la mayoría demócrata en el Senado lo frustraría, los republicanos con la investigación que acaban de abrir en la Cámara de Representantes buscan evidenciar que él sabía y/o permitió que miembros de su familia se beneficiaran de millonarios negocios aprovechando su imagen y poder.
Que el presidente de la Cámara, Kevin McCarthy, pidiera a un comité que “abra una investigación formal de impeachment" a Biden por considerar que ha “metido” al pueblo estadounidense no es sorpresivo ni nuevo, ya que desde antes de que estaba en campaña por la Casa Blanca, los republicanos indagaban los repentinos y millonarios negocios que obtuvieron algunos miembros de su familia durante los ocho años en que fungió como vicepresidente de Barack Obama.
Esas indagaciones políticas de los conservadores que a la par tienen procesos judiciales en curso se centran en dos de su círculo íntimo familiar: Hunter y James, hijo y hermano del presidente demócrata. En desarrollo de ellas habrían encontrado pruebas de tráfico de influencias y otros hechos de corrupción que involucran al mandatario.
Más allá de la airada reacción de la Casa Blanca y el partido demócrata por la indagación republicana que, como dijo McCarthy, con las “acusaciones graves y creíbles sobre la conducta del presidente Biden” debe tener como siguiente paso lógico un juicio político, lo importante es que el público estadounidense pueda conocer la verdad sobre si el papel del presidente en los presuntos planes corruptos de su familia.
Así lo consideran analistas políticos, de lado y lado del espectro bipartidista, porque sin duda en la marcada polarización, con una carrera presidencial en ciernes, donde las encuestas muestran un empate en la intención de voto para el candidato-presidente y el exmandatario republicano (44.5% vs. 44.3%, respectivamente), lo que se conozca en tal sentido impactará la campaña e, inclusive, puede poner en riesgo la debilitada candidatura de Biden.
“Es hora de que los republicanos jueguen duro porque es el único juego que los demócratas entienden… La investigación es la única manera en que podremos conocer toda la verdad sobre los negocios de los Biden en el extranjero. Quien crea lo contrario no ha prestado atención”, escribió en su columna del New York Post, Michael Goodwin, al tiempo que trajo a colación un artículo de abril del año pasado en el New York Times donde revelo que fue el presidente quién consideró que debía procesarse judicialmente a su antecesor y rival en el 2024.
“Sr. Biden confió a su círculo íntimo que creía que el expresidente Donald J. Trump era una amenaza para la democracia y debería ser procesado, según dos personas familiarizadas con sus comentarios. Y aunque el presidente nunca ha comunicado sus frustraciones directamente al fiscal Merrick Garland, ha dicho en privado que quería que éste actuara menos como un juez pesado y más como un fiscal dispuesto a tomar medidas decisivas sobre los acontecimientos del 6 de enero (toma al Capitolio”, reseñó esa información, un contundente mensaje público tras el cual inició la ofensiva judicial contra el líder republicano.
Venganza o no de los republicanos, como acusan los demócratas, lo cierto es que la investigación que promueven para el “impeachment” es el único procedimiento “que sacará a la luz este asunto y hará imposible que la prensa liberal lo ignore”, argumenta en Newsweek, Jonathan S. Tobin, editor en jefe del portal israelí JNS.org.
Argumenta que “dado que los fiscales federales que investigan las fechorías de Hunter Biden parecen sospechosamente poco curiosos sobre el papel de su padre en el negocio familiar, los republicanos no se equivocan al pensar que la única manera de llegar al fondo de esto es iniciando una investigación de juicio político…Ésa es la verdadera razón para acusar a Biden. A diferencia del caso espurio contra Trump por la llamada a Ucrania, lo que ya sabemos sobre el tráfico de influencias del hijo de Biden y el papel del entonces vicepresidente, su padre, en un plan corrupto”.
La investigación que encabeza el presidente del Comité de Supervisión de la Cámara, el republicano James Comer, permitirá conseguir documentos y testimonios para aclarar su rol en los negocios de la familia en el extranjero mientras fue vicepresidente. Ya han presentado demandas, y esperan este mes respuesta, a las agencias del Ejecutivo relacionadas con la participación de Joe Biden en los tratos comerciales internacionales tanto de Hunter como de su hermano James.
Se divulgó que en los correos de Joe Biden era vicepresidente de Obama utilizó los seudónimos de “Robert L. Peters” y “Robin Ware” para comunicarse con personal a su cargo, dejando un rastro en más de 5 mil registros escritos. El Comité de Supervisión de la Cámara exigió esas comunicaciones a los Archivos Nacionales con fecha límite del pasado 31 de agosto, pero a hoy no los ha entregado.
Los conservadores que indagan al presidente y su familia alistan citaciones para que los bancos entreguen los movimientos financieros de Hunter y James Biden, para evidenciar si entre 2009 y 2017 transfirieron dinero del extranjero tanto al entonces vicepresidente como a otros miembros de su familia.
Los casos
Comer argumenta que la "familia Biden" -sin nombrar al presidente- y sus "asociados" han recibido más de 20 millones de dólares en pagos de entidades extranjeras.
Mientras que Hunter Biden tenía vínculos comerciales en China, Kazajistán, Rumania y otros países, la investigación se ha centrado básicamente en los negocios que tuvo con la empresa energética ucraniana Burisma, donde obtuvo el lucrativo e inexplicable puesto de consejero, en 2014, cuando su padre supervisaba la política del gobierno Obama hacia ese país.
Aunque Hunter Biden es licenciado en Derecho de Yale y tenía cierta experiencia en negocios y finanzas, no estaba claro qué podía aportar a Burisma a cambio de un millón de dólares anuales.
El propietario de Burisma era Mykola Zlochevsky, un poderoso oligarca inundado de acusaciones de corrupción, tanto dentro como fuera de Ucrania.
Ese mismo año los ucranianos se rebelaron y expulsaron al presidente Víktor Yanukóvich, respaldado por Moscú, generándose una profunda crisis económica por lo que ese Ejecutivo buscó ayuda mundial. Pero el FMI retuvo la nueva financiación y Washington paralizó una garantía de préstamo de USD 1.000 millones de dólares hasta que el recién elegido presidente, Petro Poroshenko, tomara medidas contra la corrupción.
En reuniones con Poroshenko (diciembre de 2015 y enero de 2016) Biden dijo que el apoyo financiero no avanzaría hasta que despidiera al fiscal general Viktor Shokin, quien supuestamente seguía protegiendo a oligarcas ucranianos corruptos, incluido Zlochevsky.
"Los miré y les dije: 'Me voy dentro de seis horas. Si el fiscal no es despedido, no recibirán el dinero'", relató Biden en 2018.
"Pues, hijo de puta. Fue despedido", dijo.
Con Trump en la Casa Blanca y ante los lucrativos negocios de Hunter Biden, decidió a principios de 2019, enviar a su abogado personal, Rudy Giuliani a Kiev para investigarlos. Luego decidió llamar a Volodomir Zelenski (sucesor de Poroshenko), condicionando una ayuda militar de USD 400 millones a que investigara a los Biden. Esa comunicación telefónica fue la llave de los demócratas para el primer juicio político a Trump, acusándolo de solicitar ilegalmente injerencia extranjera para influir en las elecciones presidenciales.
Desde meses atrás, los republicanos liderados por Trump sostienen que el despido del fiscal ucraniano Shokin obedeció a que era una amenaza para Burisma y que la presión de Biden estaba diseñada para proteger a la empresa, a su hijo y beneficiarse económicamente.
Gracias a registros obtenidos del FBI y del Departamento de Justicia y a testigos, Comer ha podido detallar grandes sumas de dinero destinadas a Hunter Biden y sus socios. Aunque falta determinar el rol del presidente Biden, hay pruebas de que “permitió que su familia lo vendiera como la marca en todo el mundo para enriquecerse", informó el congresista.
Pero los negocios turbios de Hunter, el llamado ‘hijo problema’ de Biden por sus escándalos de droga, porte ilegal de armas y evasión fiscal, no paran allí. También los hizo, aprovechando el posicionamiento de su padre, con China y otros países.
Por su parte, al ahora primer hermano del presidente, James, se le indaga por haber negociado un acuerdo secreto con Arabia Saudita por USD 140 millones. Fue contratado para ayudar a una empresa constructora de Filadelfia a resolver una disputa de décadas con el gobierno saudí porque su hermano era el vicepresidente de Estados Unidos, como se consigna en dos documentos judiciales.
El presidente Biden desmiente cualquier favorecimiento a su familia y haberse lucrado con los negocios de éstos en el extranjero. Y las indagaciones de los republicanos señalan lo contrario. De allí que la investigación formal de “impeachment” sea la única vía para conocer la verdad. /Redacción internacional