Las condicionantes políticas en Bolivia | El Nuevo Siglo
Foto AFP
Sábado, 14 de Marzo de 2020
Giovanni Reyes
El próximo 3 de mayo se realizarán los comicios generales. El favorito para presidente es el candidato de Evo quien iría a segunda vuelta con Añez, la mandataria interina. 

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Con el fin de llevar a cabo este breve análisis de coyuntura política en Bolivia, se parte de la base que, como mínimo, los grupos en el poder actualmente en esa república suramericana, respetarán la legalidad tanto de los procesos, como de los resultados que se tendrán producto de los comicios a celebrarse en mayo próximo. No respetar las elecciones y/o cometer fraude a favor de los grupos más hegemónicos, rebasa todas las perspectivas que pueden trazarse a partir de un análisis de sectores de presión, en búsqueda de cuotas de decisión estratégica desde La Paz. Optimistamente vamos a asumir estas condiciones de legalidad, instituciones incluyentes y estado de derecho.

Tal y como es del conocimiento general, Bolivia celebrará elecciones generales el próximo 3 de mayo de 2020.  Producto de esos sufragios se espera que resulten electos tanto presidente, vicepresidente, 36 senadores y 130 diputados del país. Cabe puntualizar aquí que la convocatoria a este evento electoral fue anunciado por el propio expresidente Evo Morales (1959 -) el 10 de noviembre de 2019, antes de su renuncia.  La vigencia del evento electoral se fundamenta en la ratificación que del mismo hizo la mandataria actual, interina, Jeanine Áñez Chávez (1967 -) el 20 de noviembre pasado.

Con lo anterior, se tiene un escenario en el cual sí coinciden las perspectivas de los grupos políticos enfrentados: todos desean el retorno del país al orden constitucional.  Es evidente que la percepción general es que se está percibiendo como más costoso, vivir en una transición, sin tener una estructura de procedimientos inmediatos en la representatividad del poder político. Con el anuncio de los comicios, esa condicionante tiende a superarse.

No obstante, esa perspectiva de búsqueda de legalidad generalizada, es de subrayar que para ese día, el referido 10 de noviembre pasado, Evo Morales renunció a su cargo teniendo la presión del ejército.  Era claro que la dinámica no era blanco-negro.  Habían tenido lugar procesos, mecanismos y decisiones políticas que afectaron, desde que Morales tomó posesión de la presidencia del país, en aquel ya lejano 22 de enero de 2006.

En este contexto, conviene subrayar una lección propia del análisis político a tomar en cuenta para la generalidad de países latinoamericanos. Existen ejes de poder real, primarios y secundarios.  Los ejes primarios se encuentran constituidos alrededor de: las fuerzas armadas, las posiciones e intereses de grandes corporaciones y también –en mayor o menor grado- las tendencias predominantes para la región latinoamericana que son definidas desde Washington.  Hoy en día con toda la volatilidad, ignorancia o incertidumbre que pueda generarse en la gestión de Trump.

De conformidad con una revisión actualizada de datos e información que ha dado a conocer la prensa boliviana, además de consideraciones del investigador Alberto Serrano, desde Bolivia, se pueden establecer las principales condicionantes políticas que se tienen en ese país de cara a las próximas elecciones. Sobresalen, de manera global, varios rasgos que aparecen como dominantes.

En primer lugar las tendencias de favorabilidad de los candidatos.  El aspirante que es respaldado por Evo Morales de la agrupación MAS, Luis Arce, tiene la mayor tendencia en la intención de voto, con 33 por ciento.  En segundo lugar estaría la actual mandataria interina en el Ejecutivo de Bolivia, Jeanine Áñez Chávez, con 20 por ciento, y en tercer lugar el candidato y también expresidente del país Carlos Meza, con 17 por ciento.

En este sentido parece haber consenso entre analistas resaltando que no se tiene ninguna certeza en que Arce pueda ganar en primera vuelta.  Esto se fundamenta en que el sistema electoral boliviano establece que para que este tipo de victoria pueda ocurrir, se debe tener al menos un 40 por ciento de favorabilidad en los comicios y una diferencia de al menos un 10 por ciento sobre el segundo lugar.

Un segundo rasgo que resulta llamativo tiene que ver con el margen potencial que tendría Arce en cuanto a aumentar preferencias de votos, es decir pareciera no haber llegado a un techo.  En esto jugaría a su favor el que haya tenido un 55 por ciento de opinión favorable respecto a la labor que llevó a cabo como ministro de economía durante tiempo del mandato de Evo Morales. No obstante, el techo de simpatías en la votación para Arce, estaría no mucho más allá del 40 por ciento.

Una tercera característica se refiere a la candidatura de Áñez.  Ahora tiene 20 por ciento de favorabilidad, sin embargo -n particular de llegar a segunda vuelta- podría aumentar dramáticamente su caudal de votos.  De ser segundo lugar en un desempate, Áñez sería favorecida con el “voto castigo” contra Morales, a la vez que toma el “voto útil” en la segunda ronda electoral.  Es evidente en esto, la marcada polarización política del país.

No obstante, y siempre respecto a Áñez, es muy interesante que la prensa boliviana resalta el dato de que cerca de un 64 por ciento de las personas muestra desacuerdo con el hecho de que siendo mandataria interina se haya presentado como candidata para el próximo período electoral. De manera que esta posición también conlleva cierto caudal, aún no determinado, que se puede concretar en voto castigo.

Finalmente, otro rasgo importante es el conjunto de condicionantes generales que se tienen en Bolivia respecto a factores económicos. Los problemas que actualmente los bolivianos resaltan como los más importantes, tienen que ver con la preocupación sobre la violencia y ataques contra las mujeres, 80 por ciento. Otro temor que muestra la población hace referencia a que la moneda pueda devaluarse; un 68 por ciento de las últimas encuestas puntualizan esta característica.

Es de reconocer que la polarización en Bolivia, como la que se tiene en varios países latinoamericanos, gravita en torno a las condiciones de mayores oportunidades democráticas o bien de limitaciones e inequidad.  Es interesante, al respecto, que sólo un 31 por ciento de los bolivianos considera que un patrón generalizado de privatizaciones, traería progreso y desarrollo al país.

*Ph.D. University of Pittsburgh/Harvard. Profesor, Facultad de Administración de la Universidad del Rosario

(El contenido de este artículo es de entera responsabilidad del autor por lo que no compromete a entidad o institución alguna)