Los libaneses votaron este domingo en los primeros comicios legislativos en nueve años, unas elecciones que no deberían alterar el orden político en este país, donde los equilibrios son frágiles y están sometidos a la ruda prueba de la inestabilidad en la región.
Los colegios electorales cerraron a las 16H00 GMT. Sólo se registraron incidentes menores. Al cierre, la participación alcanzó 49,2% del padrón electoral, según las cifras del ministerio del Interior.
El conteo de los votos comenzó en la tarde pero los resultados finales se conocerán el lunes.
En 2009 la participación alcanzó al 54%. Esta concurrencia moderada del electorado se produjo en el estreno de una nueva ley electoral basada en el sistema proporcional, que fue adoptada el año pasado.
Además en esta ocasión su sumaron al universo electoral 800.000 personas.
El Parlamento, compuesto por 128 diputados, debería estar dominado por los partidos tradicionales, entre los que figura el poderoso Hezbolá chiita, aliado de Siria e Irán, estimaron analistas.
En los últimos años, el país vivió varias crisis políticas que logró capear apenas para evitar estallidos de violencia. Pero su entorno geográfico es sensible, con la guerra de Siria en su frontera y con Israel a poco más de 100 kilómetros de la capital.
Este domingo entre 20.000 y 30.000 policías y militares fueron desplegados para garantizar la seguridad de la elección, dijo el ministerio del Interior.
La población no espera grandes cambios en estas elecciones. Sus mayores preocupaciones son la corrupción política, las acusaciones de nepotismo, que señalan a los mismos partidos de turnarse en el poder mientras la economía se tambalea.
"Es la primera vez que voto", contó Thérèse, una sexagenaria. "Vengo a apoyar a la sociedad civil, porque ningún otro me gusta en este país, aunque pienso que no van a ganar", dijo la votante, que se declaró a favor de apoyar la llegada de "sangre fresca" al poder.
En la ciudad de Tiro, en el sur del país, Jalal Naanu, expresó la misma convicción. "Vinimos a votar y a trabajar por el cambio, para tener nuevos diputados, porque sin cambios nuestra situación va a seguir siendo la misma, o va a empeorar", dijo el joven de 28 años.
Incidentes
En el terreno, la Asociación Libanesa para las Elecciones Democráticas (LADE) denunció algunas irregularidades e infracciones como una riña con bastones y cuchillos en Zahlé, en el este del país y una paliza sufrida por una candidata por parte de partidarios de Hezbolá.
La organización también lamentó que se permitiera el voto pasada la hora del cierre de las urnas en algunos locales, lo cual constituye "una infracción a al ley".
Los analistas proyectan que Hezbolá, la única formación que no abandonó las armas después de la guerra civil (1975-1990), debería seguir dominando el tablero político. Este grupo chiita podría beneficiarse de la fragmentación del paisaje electoral.
"El nuevo Parlamento no va a ser una fuente de inconvenientes para Hezbolá. Se va a beneficiar de la ausencia de una amplia coalición que le haga frente", estimó Imad Salamey, politólogo de la Universidad Americana de Beirut.
Las últimas legislativas en el Líbano fueron en 2009. El parlamento prorrogó en tres ocasiones su mandato, aludiendo los riesgos de seguridad vinculados al desbordamiento de la guerra en Siria.
En Líbano, según una regla no escrita, los tres cargos más importantes del Estado se atribuyen a un cristiano maronita (presidente), un musulmán sunita (primer ministro) y un musulmán chiita (jefe del Parlamento). Toda la vida política se organiza alrededor del sutil reparto confesional entre las múltiples comunidades.
Temas espinosos
Líbano, que acoge a 1,5 millones de refugiados sirios, no ha escapado a las consecuencias del conflicto.
Hezbolá interviene militarmente en apoyo al régimen sirio y aunque este compromiso divide a los políticos, los candidatos evitaron hablar de la cuestión de su arsenal militar, un tema espinoso.
Su gran rival, el primer ministro sunita Saad Hariri, que en noviembre de 2017 anunció su dimisión desde Arabia Saudita (posteriormente retirada), debería conservar su puesto, aunque su formación, Corriente del Futuro, se arriesga a perder muchos escaños.
El próximo parlamento deberá hacer frente a varias cuestiones políticas, sociales y económicas de gran envergadura, ya que el país sufre cortes eléctricos periódicos desde hace años, la falta de agua es habitual y desde hace tres años perdura un conflicto para gestionar la basura que genera crisis cíclicas.
Además Líbano tiene prevista lanzar sus primeras exploraciones de hidrocarburos en el Mediterráneo, un posible salvavidas financiero para ayudar a un país que vive ahogado por una deuda pública colosal de 150% del PIB, la tercera más alta a escala mundial.