DESCONOCE qué es y no le interesa definir su tendencia ideológica, esa por la que le preguntan algunos de sus amigos y lee en las redes sociales. Lo que si sabe Luisa María, que a comienzos de año llegó a la mayoría de edad, lo que permitió ‘debutar’ como votante el pasado agosto, derecho que volverá a ejercer el 15 de octubre en el balotaje presidencial.
Residente en Durán, una de las ciudades más golpeadas por la violencia criminal, a esta joven lo que más le preocupa es -al igual que la mayoría de ecuatorianos- la grave inseguridad y la falta de empleo. Y es por eso, como muchos de la generación Z o Cenntenial (los que hoy tienen entre 11 y 26 años) que votarán por Daniel Noboa, por considerar no sólo que tiene buenas propuestas, sino porque es quién mejor entiende y puede solucionar sus inmediatas necesidades.
Más analítico y crítico que otros de los grupos etarios, un amplio sector de esta población de entre 18 y 29 años, que representa un 25% del electorado, apoya Noboa, el candidato millennial que con lenguaje claro y entendible les explicó su programa de gobierno a través de redes sociales como TikTok e Instagram.
Y aunque los jóvenes y el empresariado son la base fuerte de Noboa, desde que dio la sorpresa en la primera vuelta presidencial, (agosto 20), ha ampliado la misma hacia otros sectores electorales como el de las mujeres que mayoritariamente apoyan a la candidata de izquierda, Luisa González.
A escasos 15 días de la definitiva cita en las urnas para escoger al sucesor de Guillermo Lasso, quién optó por la llamada ‘muerte cruzada’, que implica su separación del cargo antes de cumplir el mandato, Noboa es el favorito según todas las encuestas.
Éste, hijo mayor del magnate bananero y naviero, Álvaro Noboa Pontón, quien vio frustrado su sueño presidencial en cinco ocasiones, las dos últimas ante el izquierdista Rafael Correa, logró en la recta final de la primera vuelta, gracias a su exitoso desempeño en el debate televisivo, concitar el 24% del respaldo ciudadano, logrando su tiquete al balotaje frente a González, que fue la más votada (33%).
De entonces acá, Daniel Noboa (35 años), que podría convertirse en el presidente más joven de Ecuador y de la región, no sólo ha revertido la tendencia, sino que lidera la intención de voto para este 15 de octubre con más de diez puntos de ventaja.
En la antesala del único debate presidencial, que tendrá lugar en la noche de este domingo y que sería clave para que la franja de indecisos (15%) tome partido por alguno de los candidatos, todas las encuestas evidencian el meteórico y sostenido ascenso de Noboa.
La encuestadora Comercializa realizó una primera medición los tres primeros días de este mes, arrojando para el derechista una intención de voto de 54.9% y para la delfín de Correa (González), 45.1%. En la que efectuó entre el 15 y 17 de septiembre, dichos guarismos fueron de 55.14% y 44.86%, respectivamente, destacando un repunte del favorito en Quito, Guayaquil y Los Ríos.
Resultados similares arrojaron las realizadas por las firmas Click Research y Negocios & Estrategias. En la primera, Noboa marca 45,78% de votos directos y 55,16% de votos válidos, mientras González obtiene 37,22% y 44,84%, respectivamente, mientras que en la segunda, aunque los guarismos son más bajos se mantiene como ganador sería Noboa, con 39.98% frente al 37.22% de su competidora socialista.
Comercializa en su segundo termómetro electoral fue más allá para evaluar, más allá de una militancia política, las razones por las cuales los ciudadanos preferían a uno u otro candidato. En la mayoría los ítems indagados, Noboa tuvo mejor evaluación: Representa el cambio, 27.3% frente a 19.9% de González; Mejores propuestas (26.6% vs. 23.6%), Capacidad para generar empleo (15.5% vs. 16.2%) y Preparación para gobernar (12.9% vs. 16%).
Si bien el balotaje presidencial se ha presentado como un nuevo duelo entre la derecha y la izquierda, así como una reedición de una batalla entre polos opuestos de Ecuador ya los candidatos son, uno es hijo del expresidenciable Noboa y la ‘que dijo Correa’, también se indagó sobre el tema. Los que dijeron que votarían para que no ganara el correísmo fue 15% y los que argumentaron que la razón que los motivaba era precisamente esa tendencia política fue de 13.9%.
De igual forma se parametrizó la tendencia ideológica de los encuestados, evidenciando que Ecuador se ha alejado progresivamente de la corriente de larevolución ‘bolivariana y socialista’ que inspirada por el desaparecido venezolano Hugo Chávez tocó a varios países del continente y que estuvo en el poder de Carondelet por una década con Rafael Correa (2007-2017), hoy exiliado en Bélgica, evitando condenas por corrupción.
Así, en la encuesta Comercializa el 18% se definió como de centro, 16.1% de derecha, 6.7% de centroderecha, 13.1% de izquierda y 6.5% de centroizquierda. El 39.1% dijo no saber su inclinación política.
Cara a cara
En un ambiente de alta tensión, por la violencia electoral que segó la vida del candidato Fernando Villavicencio dos semanas antes de la primera vuelta, el asesinato de líderes políticos y sociales, así como una disparada inseguridad a lo largo y ancho del país, que ha obligado a Noboa y González a usar chalecos antibalas y hasta cascos de protección en algunas ocasiones, tendrán un único cara a cara televisivo este domingo.
Desde las 7 de la noche y durante dos horas, presentarán sus programas para gobernar este país, sumido en una inédita violencia criminal -ejercida por un poderoso narcotráfico- y delincuencial.
Ya no se trata únicamente de enfrentamiento entre bandas narcotraficantes para controlar rutas, comercialización o control de cárceles y minería ilegal, sino de un impensable aumento en todos los índices delictivos, desde secuestros exprés, extorsiones, fleteos y homicidios. Se visualiza que cierre el año con un promedio de 38 muertes violentas por cada 100 mil habitantes, lo que convertiría a Ecuador en uno de los tres países más violentos de América Latina, un deshonroso ranquin que el año pasado encabezó Venezuela (40.4 muertes), seguido de Honduras (35.8%).
Esa difícil situación y las vías para solucionarla es precisamente uno de los cuatro ejes centrales del debate. Los candidatos deberán responder sobre gestión integral del sistema nacional de seguridad, contexto subregional del crimen organizado y política de integración, sistema de inteligencia criminal y, desapariciones forzadas de personas.
Antes de abordarlo, se referirán a la economía, donde se abordará el presupuesto interno, el fenómeno de El Niño, generación de empleo; y, la dolarización.
Los otros dos temas serán social (educación, salud y planes de fomento para generar la inclusión de grupos vulnerables) y político, con énfasis especial sobre consulta popular o Asamblea Constituyente y reformas constitucionales, así como gobernabilidad con la Asamblea Nacional en año y medio que tendrán de mandato, porque vale recordar que quien gane estará en el cargo hasta mayo del 2025, cuando terminaba el mandato de Guillermo Lasso.
En los tres primeros ejes, los candidatos podrán preguntarse y repreguntarse entre ellos, pero en el último será la moderadora, la periodista ecuatoriana Ruth del Salto, la que haga las preguntas, quien paradójicamente (definida por sorteo) tendrá a la derecha a Noboa y a su izquierda a González.
El empresario Noboa, educado en prestigiosas universidades de Estados Unidos y que con su carisma, pero sobre todo aplomo y claridad ha convencido a una mayoría de ecuatorianos que lo consideran una esperanza real de mejor futuro, ha instado en los últimos días a “castigar a los políticos de siempre”, en un ataque directo a su competidora.
Por su parte, Laura González (46 años), abogada, atleta y elegida por Correa, quien como se sabe ha buscado el retorno al poder en ‘cuerpo ajeno’, pone el retrovisor para enfatizar su campaña, insistiendo en que gobiernos de derecha como el saliente son los responsables de los graves problemas nacionales.
Así están las cosas en el tramo final del balotaje que como se ve, ante la inédita situación de violencia, no es un duelo más entre el correísmo y sus “anti’. Será, por primera vez en décadas, una elección donde el peso mayoritario no lo tendrá la militancia partidista y la tendencia ideológica sino la propuesta más viable para sacar, lo más pronto posible, al país del atolladero.