De muchas de las decisiones que hoy están tomando las multinacionales y los estados, pocas son tan difíciles como la de dónde fabricar un producto. “Hace diez años habría dicho inmediatamente que en China”, afirma Mark Boone, propietario de Markus Group, una empresa de asesores en Estados Unidos, quien ha hablado con “The Wall Stret Journal” (WSJ).
Desde hace más de 20 años, Markus Group, como millones de empresas en el mundo, importa desde semiconductores hasta electrodomésticos de China. En su caso, para construir el “Stoaway lift” –un ascensor de última generación– necesita acero para la base, computadores de bajo costo para fabricar las piezas y sistema de radiocomunicación, así como los conocidos semiconductores.
Ajeno a la geopolítica, Mark Boone, empresario de Carolina del Norte, le confiesa al WSJ que todo está cambiando. Ahora, entre noticias de un lado y reportes del otro, se ve obligado a explorar otros proveedores en Rumania y Polonia para producir los materiales y máquinas que necesita para el “Stoaway lift”.
Sus movimientos se deben a que es muy posible que el gobierno de Joe Biden imponga en los próximos meses aranceles a los productos que vienen de la China. Boone, como tantos otros empresarios, debe anticiparse cambiando de proveedores.
Según Barron ́s, medio económico del grupo Dow Jones, Estados Unidos, Europa y América Latina están imponiendo tarifas a los productos importados de China como respuesta a lo que consideran una inundación de sus mercados de productos chinos subvencionados por Pekín, como vehículos eléctricos, paneles solares, equipos de construcción y acero.
La geopolítica
El caso del empresario Boone refleja el día a día de las multinacionales en un mundo en transición. Las principales economías del mundo se están cerrando con la imposición de aranceles, mientras que las cadenas de suministro se ven afectadas diariamente por los obstáculos geopolíticos en Gaza, Ucrania e Irán, pero, también, en el canal de Suez o Panamá.
Estas dificultades para el comercio internacional obligan a que los cargueros tomen vías alternativas y, en vez de transitar por el canal de Suez y el mar Rojo, donde se concentran dos de los conflictos del momento –el de los hutíes en Yemen y Gaza e Irán–, naveguen hacia el sur del África por el cabo de Buena Esperanza, incrementando los costos y el tiempo de carga.
Para reducir el tiempo, muchas empresas están transportando sus bienes por flete aéreo, elevando aún más el costo final.
La guerra en Ucrania no sólo afecta a Europa. Estados Unidos también ha cambiado sus objetivos estratégicos, porque Rusia es uno de los mayores proveedores de aluminio, níquel y cobre, metales de los que depende la industria norteamericana, que hoy busca nuevos proveedores, como América Latina y África.
Ante ese panorama, Estados Unidos ha prohibido la exportación de semiconductores y chips de China y, en reemplazo, empresas como Apple y Microsoft se están ubicando en India, un país con mano de obra barata y formada, que, además, cuenta con una creciente industria nacional en sectores estratégicos como defensa, tecnología y agroindustria. Pero, ¿es sólo India la beneficiada en este mundo multipolar y volátil?
América Latina: tarifas y estrategia
Mientras que Argentina abre totalmente su economía, la mayoría de países en América Latina están siguiendo el camino de Europa y Estados Unidos, imponiendo aranceles sobre los bienes importados de China, una decisión más compleja de entender en la medida en que la región ha tenido una fuerte dependencia china para financiar proyectos y exportar materias primas.
Sin embargo, México, Chile y Brasil han aumentado en el último mes los aranceles sobre los productos chinos, llegando incluso a duplicar estas tarifas e incurriendo en dumping (vender un producto por debajo del coste de producción para reventar el mercado y la competencia). Colombia estudia introducir aranceles a China en el próximo mes.
Latinoamérica teme que la avalancha de importaciones chinas subvencionadas por Pekín inunde a sus países con bienes y materias primas de bajo costo. Según Bloomberg, el sector acero, que emplea a más de 1,4 millones de personas, es uno de los más afectados con el acero barato chino, de ahí que México o Brasil, también productores, estén imponiendo tarifas que llegan a ser prohibitivas de acuerdo con los estándares de la OMC.
El presidente Luiz Inacio Lula da Silva estaría dispuesto a introducir un sistema de aranceles como medida ante el aumento del 62 % de los envíos de bienes y materias primas, equivalentes a 2,9 millones de toneladas, de China a Brasil, de acuerdo con “Folha de São Paulo”.
Ventaja comparativa
En este mundo de aranceles y volatilidad, las apuestas de varios países por tomar medidas proteccionistas apunta a potenciar sus industrias locales, aunque estemos lejos de un modelo de industrialización por sustitución de importaciones como el de los años 1970, cuando toda América Latina cerró las importaciones con el fin de fortalecer la industrias locales, crear bienes de consumo y ser autosuficientes.
En un escenario distinto, América Latina busca reposicionarse en un mundo multipolar de aranceles y proteccionismo, pero a su vez de globalización, aliados y bloques regionales. Su apuesta, como indican los hechos, no sólo es proteger las industrias locales de materias primas, como en el caso del acero, sino transformar estos ‘commodities’ en objetos que compitan en los mercados internacionales por su ventaja comparativa.
Tanto Chile como Brasil apuestan, como Argentina, por competir en los mercados descendentes. Sin embargo, después de tantos años exportando materias primas, a Chile aún le cuesta pasar de exportar sólo litio bruto a producir componentes de batería y productos siderúrgicos derivados del litio. Así pasa en Brasil, también, con el hierro. Aunque los aranceles contra China protegen su industria local, el país no cuenta con la capacidad para que el hierro se granalle y se transforme en aleaciones básicas.
Volátil, multipolar y tensa a nivel geopolítico y comercial, la economía mundial transita en medio de una transformación que exige a empresarios como Mark Boone en Carolina del Norte o los productores de litio y acero en Chile o Brasil una visión más global y regional sobre proveedores y aliados comerciales, así como una profundización de sus capacidades industriales a nivel local para no sólo explotar materias primas, sino transformarlas en objetos con una ventaja comparativa en los mercados internacionales.
El mundo fácil y cómodo de una China que compraba la mayoría de materias primas y exportaba un vasto número de bienes de consumo, comienza a disolverse y los hechos demuestran que los países se están moviendo hacia un proteccionismo globalizado, un oxímoron que iremos entendiendo con el paso de los años.
*Analista y consultor. MPhil en Universidad de Oxford.