El país se enfrenta nuevamente a problemas de gobernabilidad al no haber podido formar gabinete desde las últimas elecciones. El auge de los partidos euroescépticos, la disparidad entre Sur y Norte y la falta de acuerdos entre los grupos políticos, son algunas de las explicaciones de esta crisis institucional
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HAN PASADO más de dos meses desde las elecciones parlamentarias en Italia y aún no se ha podido formar gobierno. Si bien esta es una dificultad que enfrentan habitualmente los sistemas parlamentarios, hay características como el amplio número de partidos y las diferencias entre los mismos que alargan dicho proceso.
Las elecciones del pasado 4 de marzo en Italia se caracterizaron por el amplio apoyo que recibieron los partidos anti-sistema y euroescépticos. El Movimiento Cinco Estrellas (M5S) en cabeza de Luigi Di Maio fue el más votado, con un 33%. Le siguió la Liga del Norte con un 23% liderado por Matteo Salvini y en tercer lugar se ubicó su socio, Forza Italia, el partido de Silvio Berlusconi, con un 14%.
Nueve semanas después, los intentos del Presidente de Italia, Sergio Mattarela, de concertar las diferentes posturas que se disputan la mayoría en el Parlamento, no han permitido consolidar el nuevo gobierno. La división del país se debe, en parte, a la diversidad de nuevos actores, los intereses y fragmentación de los partidos, así como a las condiciones económicas y sociales.
Problemas estructurales
Italia es una república parlamentaria compuesta por un sistema bicameral: la Cámara de Diputados y el Senado de la República. El Primer Ministro debe contar con la confianza (mayoría) en ambas cámaras, una dificultad para constituir gobierno y mantenerse en el poder.
Desde la proclamación de la República (1946) y la adopción de la Constitución de 1948 que introdujo dicho sistema bicameral, Italia ha tenido solo seis gobiernos de más de dos años de duración. Lo anterior muestra la fuerte inestabilidad gubernamental que vive este país, que se constituyó sobre la base de un sistema que favorece la multiplicidad de partidos, pero que tiende a la ingobernabilidad.
Nuevamente, Italia se enfrenta a la dura tarea de formar gobierno en medio de distintas fuerzas políticas, con fuerte influencia del pasado. Berlusconi, exprimer ministro de Italia por cuatro periodos, sigue teniendo una incidencia en la política italiana, a pesar de los resultados inesperados en los que solo obtuvo un 14 % de los votos y de estar inhabilitado para ejercer un cargo político. Así, la Liga del Norte y Forza Italia formaron una coalición de centro derecha en la cual suman el 37% de los votos obtenidos y son mayoría frente al M5S, el más votado en las elecciones.
Ante este panorama, “aritméticamente, la coalición más conveniente sería entre M5S y la Liga. Juntos, tendrían la mayoría en ambas cámaras (…) pero hay obstáculos. El primero es que Di Maio no quiere ser un poder en la sombra sino el rey (…) Y el segundo, más serio, es Berlusconi, a quien el partido de Salvini quiere incluir en cualquier gobierno futuro, mientras el M5S quiere dejarlo por fuera”, afirma The Economist. El partido de Di Maio quiere impedir que Berlusconi alcance protagonismo por considerarlo un símbolo de corrupción, obstruyendo la formación de gobierno.
Pero a pesar de la imagen negativa que tiene Berlusconi en algunas regiones de Italia, no se puede desconocer que, aunque no obtuvo la votación esperada, aún tiene un gran respaldo del electorado.
Según Antonio Lapenta, economista y experto en gestión pública, en diálogo con este Diario, “más allá de la aritmética electoral y de la figura política de Berlusconi hay dos elementos de fondo que generan un jaque mate organizacional: la crisis de los partidos políticos y de su representatividad y la prevalencia de visiones cortoplacistas en los liderazgos políticos emergentes que funcionan electoralmente, pero es problemática en el momento de tomar decisiones estratégicas que necesitan reconciliar y alinear intereses potencialmente en conflicto”.
Más que una división política
¿Cómo se explica que partidos políticos anti-sistema hayan llegado al poder? El descontento de la población ante el estancamiento de la economía y el descrédito de las élites que han estado en el poder, explican la reconfiguración del mapa político en Italia. Las votaciones a las nuevas alternativas de poder castigan a los políticos tradicionales, como Berlusconi y Renzi.
El norte y sur de Italia han estado históricamente divididos. El Mezzogiorno, como es llamado el sur de Italia, ha tenido condiciones económicas diferentes al norte y la reciente crisis financiera aumentó la brecha. “Su economía cayó un 7,2% entre 2001 y 2016” dice Reuters, que añade: “El desempleo en el sur alcanzó el 18 % contra el 6.6% del norte, con un alto desempleo de jóvenes situándose en un 46.6%”.
Por su parte el “rico norte” tiene mejores índices económicos y laborales, situación que ha generado el éxodo de personas del sur al norte de Italia. A esto se suma la llegada de inmigrantes de África y Medio Oriente que se instalan en las zonas más próximas al Mediterráneo, generando más competencia para quienes viven en esta región del país.
Dicha situación explica la disparidad de votaciones que pintan el mapa político, económico y social italiano. El sur, decepcionado de no haber recibido el apoyo que daban con su voto a los políticos tradicionales, permite entender por qué el M5S fue el partido más votado en las pasadas elecciones, especialmente la región sur y la Sicilia. “La mayor parte del Norte tendió más al bloque de la centro derecha liderado por la Liga, que hizo campaña por temor a la inmigración fuera de control y la angustia económica”, afirma Rachel Donado en The Atlantic.
La nueva configuración del mapa político en Italia, complejiza la formación de gobierno. Las diferencias ideológicas de los partidos y las disparidades entre el norte y el sur, son elementos que inciden en la difícil consolidación del gabinete puesto que tienen que cumplir con las propuestas que el electorado votó. Pero el problema radica en que no existe una convergencia de intereses para lograr salir de esta situación.
Posibles salidas
La situación política de Italia no es única, también se vivió recientemente en Alemania y España. La Canciller Ángela Merkel tardó 6 meses en lograr una mayoría para gobernar. Finalmente acordó con el Partido Socialdemócrata (SPD) después de largas negociaciones. España pasó por una situación similar con la elección del Presidente Mariano Rajoy, en la que se convocaron tres elecciones en un poco más de un año para formar gobierno.
El caso italiano tiene la particularidad de exigir mayorías en las dos cámaras y de tener partidos políticos tradiciones débiles en contraposición con el auge de los euroescépticos o anti-sistema. El Presidente Mattarella puede proponer una ley electoral para volver a llamar a las urnas y generar más posibilidades de formar gobierno. Pero esta situación es más compleja que solo llamar nuevamente a elecciones para definir el futuro político de Italia. Se requiere de una reestructuración de los partidos políticos que generen confianza en la población y logren la legitimidad necesaria para gobernar.
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*Profesional en Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia. @Nataliamarinop