Triunfo conservador en Italia: renovados mensajes desde Europa | El Nuevo Siglo
Foto archivo AFP
Domingo, 16 de Octubre de 2022
Giovanni Reyes

En lo que parece ser un efecto en cascada, luego de Hungría -y de que en Francia se consolidaron en la pasada elección- ahora el turno es para las victorias de los extremos conservadores en Italia. La perspectiva demuestra que en la península itálica se va a conformar el gobierno conservador más extremo desde la II Guerra Mundial.  Se puede vislumbrar, según analistas locales, lo que sería una orientación política con rasgos análogos a lo que una vez fuera el régimen de Benito Andrea Mussolini (1883-1945).

Dada la naturaleza en cuanto a régimen parlamentario, más que presidencialista, es importante tomar en cuenta cómo han quedado las fuerzas en el Poder Legislativo.  La alianza conservadora entre Fratelli d´Italia (hermanos de Italia), junto al movimiento Lega Nord y Forza Italia del exprimer ministro Silvio Berlusconi, se hicieron con un 44% de los votos válidos en la pasada elección. 

La colectividad Hermanos de Italia (FDI) resultó ser el partido más votado con un 26.4% del total.  De allí que la líder de esta agrupación, Giorgia Meloni (1977 -) se perfila como la primera mujer en ser jefe de Gobierno o Primera Ministra en este país.

Se reconoce que la agrupación completa de los tres partidos antes referidos, mantienen una línea conservadora de polarización. No obstante, los esfuerzos que en especial en los pasados 18 meses, sus dirigentes y militantes de base han hecho en cuanto a aparecer con planteamientos más moderados. 

Se sabe que, en condiciones normales, un triunfo electoral pasa por dar a conocer posiciones claras y definidas, pero apelando -más que a los extremos- a lo que sería la captura del centro político. En este último se encuentran ópticas no tan antagónicas con enfoques más bien pragmáticos y de resultados específicos. 

Esto es válido sobre todo ahora que los valores políticos se encuentran inmersos en lo que, en su momento, el sociólogo y filósofo polaco Zygmunt Bauman (1925-2017) identificó como la “modernidad líquida”.  Véase su trabajo al respecto, “Modernidad Líquida”, edición en castellano, 2002, del Fondo de Cultura Económica.

De manera comparable a lo que ha ocurrido en otros países -y ello se encuentra en el corazón de las actualizadas enseñanzas que nos llegan de Europa- serían tres, las causas fundamentales que han propiciado el ascenso de las fuerzas conservadoras en Italia. Aunque el caso no es desde luego único, otros movimientos de similar cuño mantienen presencia en naciones tales como Países Bajos, Francia, Alemania, Hungría y Polonia.

Siguiendo contenidos de coyuntura política expuestos por Marco Vandepitte, las causalidades del triunfo de las agrupaciones lideradas por los Hermanos de Italia se centran en los siguientes aspectos.


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Un primer componente: el fracaso de los partidos tradicionales en cuanto a satisfacer las aspiraciones de grandes conglomerados sociales. Muchos de los europeos perciben que el esfuerzo que pueden hacer en sus vidas, con estudio, trabajo, con la generación de méritos, no tiene una compensación satisfactoria.  De allí que la coartada de muchos políticos populistas en cuanto a culpar a la migración puede ser creíble por grandes sectores provocando intransigencia, discriminaciones y xenofobia.

Estos planteamientos de odio a los “otros”, a los migrantes, les ha funcionado a personajes como el expresidente Donald Trump en Estados Unidos, a la agrupación del “Nuevo Amanecer” en Alemania y a la señora Marine Le Pen en Francia.  Es fácil ese achaque de culpas. No se requiere demasiada reflexión, lo que es propicio para ambientes generalizados de indolencia mental.  Además, los inculpados, los inmigrantes, rara vez pueden defenderse.

En el caso específico de Italia, ese abandono que puede sentir muy buena parte de la población estaría relacionado con un dato importante: se trata del único país europeo en el cual, en la actualidad, el nivel real de salarios ha disminuido, al menos desde mediados de los años noventa. Un 9% de la población italiana vive en pobreza extrema.

Un segundo factor también está articulado con la respuesta insuficiente que percibe la ciudadanía; se trata de los efectos de la guerra entre Rusia y Ucrania.  En este sentido, Italia ha mantenido lazos estrechos con Moscú. 

Sin embargo, desde el momento de estallar las hostilidades, de manera rápida y sin quizá medir las implicaciones políticas de real impacto, el primer ministro, Mario Draghi, colocó a Italia de manera decidida, del lado Occidental. Se declaró contrario a Rusia, aun cuando las sanciones son dolorosas. Ante los reclamos, Draghi reiteró: “¿Desean paz o aire acondicionado?”. Típico planteamiento de inconsistencia lógica, conocido como la falacia del tercero excluido.

Un tercer aspecto: el desarrollo perseverante de las posiciones más conservadoras desde mediados de los noventa.  El gran impulso que desde un inicio supuso la presencia y políticas de Silvio Berlusconi con Forza Italia, ahora desembocan en este estado de cosas.

El ambiente político en Italia da ahora este campanazo. Es de tomar nota cómo las perspectivas se perciben como densos nubarrones para la esperanza de la Unión Europea. Con los vientos favorables del descontento, avanzan ahora sin ningún repliegue ni remilgo, las agrupaciones más conservadoras en el Viejo Continente.

*Ph.D. University of Pittsburgh/Harvard. Profesor, Universidad del Rosario, Bogotá, Colombia

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