Trump y Kim se reúnen en isla de "paz" | El Nuevo Siglo
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Sábado, 9 de Junio de 2018
Pablo Uribe Ruan @UribeRuan
Este martes los presidentes de Corea del Norte y EU se verán la cara por primera vez en “Sentosa” (Singapur), para hablar sobre una posible desnuclearización de la península. No son claros los términos del eventual acuerdo al que llegarían, sobre todo por los antecedentes de Pyongyang. Pero es claro que el líder norcoreano intenta modernizar su país y necesita abrir la economía

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LOS DIPLOMÁTICOS suelen decir que cuando una potencia plantea una negociación bajo la premisa del “gana a gana”, en realidad está queriendo decir que busca ganar dos veces. EU, sin embargo, ha dicho que se reunirá con Kim Jong-Un  este martes en Sentosa (Singapur), para lograr el “mejor acuerdo” posible.

“Sentosa”, una isla que se conecta con Singapur por teleférico, puente y motorriel, significa “paz” o  “tranquilidad”. El lugar, por partes casi iguales, tiene espacios occidentales y orientales. Algo que para Kim es fundamental: defiende un nacionalismo a ultranza, pero es un fanático de lo mundano.

La isla es un parque de diversiones. Hay un museo de cera y un parque temático de cera, reporta The New York Times, pero allí también confluyen diferentes religiones como el hinduismo, el budismo y el confucionismo, un eclecticismo de credos que es común en Singapur.

La cumbre, que se venía programando desde que el líder norcoreano se encontró con su homólogo surcoreano, ha pasado por momentos difíciles que pusieron en duda su realización. Al final, parece que la retórica incendiaria de lado y lado simplemente era una antesala al evento. Los equipos de las partes nunca dejaron Singapur y siempre estuvieron en contacto para definir hasta el más mínimo detalle. Por ejemplo: de qué lado de la mesa se va a sentar Donald Trump y con qué va brindar; porque no bebe alcohol.

Kim Jong-Un  mientras tanto se preocupa por la distancia más que por la bebida. No es que sea un hombre que le tema a los aviones, tampoco que se no conozca otros países. Más bien es un inexperto en el protocolo presidencial,  ya que éste será el viaje más largo que ha tenido desde que asumió el poder en 2011 tras la muerte de su padre, Kim Jong-il.

Fanáticos de los deportes norteamericanos, esta reunión ha sido posible por la intervención de un hombre que no ha estado acostumbrado a la diplomacia tradicional. Dennis Rodman, el basquetbolista norteamericano, cuya cabeza siempre ha estado pintada de colores chillones, ha sido el puente entre Pyongyang y Washington. Una enseñanza de que los posibles encuentros entre enemigos eventualmente se dan más en el terreno de lo recreacional que en el de la política dura.

Nadie conoce a Kim como Rodman, se dice. En su faceta más desconocida, como el esparcimiento en una cancha de baloncesto, ha coincidido cinco veces con el líder norcoreano, después de ser invitado por él. Según el deportista, en una entrevista con el canal TMZ, “Donald Trump y Kim Jong-Un  son prácticamente iguales”.  

Temperamentales, impositivos y egocéntricos, los dos coinciden en sus formas de ser, privilegiando su carisma por encima, aparentemente, de la razón. Sus perfiles, lejos de parecerse a la frialdad de algunos de sus homólogos, pueden conllevar a la concreción de acuerdos más rápido o al rompimiento inmediato. De su estado de ánimo, por tanto, dependerá parte importante del futuro de las negociaciones.

 

ENS

Éxito, no tan lejano

En varias ocasiones EU ha dicho que espera un “desarme completo, verificable e irreversible” de Corea del Norte. Lejos de cumplirse, algunos expertos creen que el simple hecho de que Trump y Kim se sienten este martes en la misma mesa es un gran avance, que se puede calificar de “exitoso”.

Todo depende desde dónde se mire. A partir de 2011, cuando sucedió a su padre, Kim Jong-Un  se ha vendido como un héroe capaz de amenazar a EU o de sentarse a negociar con él. Según un grupo de expertos chinos entrevistados por The Economist, “Kim Jong-Un  ha dicho a las élites de Corea del Norte que cuando probaron armas nucleares y misiles el año pasado, el objetivo era obligar a EU a la mesa. Entonces, los norcoreanos piensan que esto es una victoria para Kim Jong-Un”.

Una simple foto y la no oficialización de las negociaciones dejaría un sinsabor en la comunidad internacional. Para evitar el momento “kodak”, altos funcionarios de la Casa Blanca han dicho que EU está dispuesto a suavizar las sanciones económicas, abrir nuevos espacios de inversión y  plantear las bases de un tratado “de paz formal”, si Corea del Norte acepta desarmarse.

Esta petición es difícil de conceder, al menos de forma inmediata. Kim sabe que la única fuerza que tiene su régimen es la militar. En lo demás, economía, medio ambiente y cultura, su modelo es moribundo, lo ataca la inflación y enfrenta un desabastecimiento de alimentos que está golpeando a su pueblo.

Con un complejo escenario a nivel local, Kim eventualmente le va a proponer a Trump un programa de desarme paso a paso para lograr la desnuclearización de su país. Es la fórmula más fácil de aceptar por ambas partes, pero tiene un grave escollo: los antecedentes.

Nacido en 1983, Kim Jong-Un  ha sido testigo de la transformación de China desde que en 1978 Deng Xiaoping impulsó una serie de reformas a la economía. Pero este proceso vino acompañado de un reforzamiento del partido único, el Buró que extendió su poder, lo que ha llevado a que Xi Jinping hoy se convierta en un líder comparado con Mao Zedong.

Desde que llegó en 2013, tras dos años de enfrentamientos con diferentes personajes que se oponían a su llegada, ha intentado copiar parte del modelo chino lanzando el “Byungjin”, un programa económico que intenta abrir la economía de Corea del Norte hacia un “crecimiento paralelo”. Así, ha creado docenas de zonas económicas en la periferia del país y ha impulsado empresas privadas de facto dentro de empresas estatales.

Kim ha ido más allá de sus antepasados ​​al dar prioridad al desarrollo económico, tolerar un gran “mercado gris” semilegal y permitir el funcionamiento de empresas privadas de facto dentro de las empresas estatales.

Ese proceso ha venido de la mano con un endurecimiento del régimen militar,  otra coincidencia con China. A partir de 2011, Kim, cuenta The Diplomat, ha reemplazado a la cúpula militar y ha intensificado el poder de la economía y la ciencia para  desarrollar mayor capacidad armamentística.

Rompimiento

A su modo, Donald Trump ha logrado su objetivo: evitar una guerra y negociar una posible desnuclearización. Pero el tiempo en que se desarrolla este proceso lo pone contra la pared, ya que, en otras oportunidades, Corea del Norte ha pasado por encima de lo acordado, continuando su política nuclear.

En 1992, tras la firma de un acuerdo entre las dos Coreas y Washington, el régimen de Kim Il-Sung, papá del actual mandatario, acordó que renunciaría a su carrera nuclear a cambio de que el presidente George Bush moviera sus armas nucleares de la península coreana. Dos años después, el llamado “Gran Líder” tiró por la borda lo acordado y expulsó a los inspectores internacionales.

Sin embargo, la administración entrante, la de Bill Clinton, no se dio por vencida. Entonces le propuso al líder norcoreano un “Marco Acordado”, cuyo objetivo era que Pyongyang abandonara la creación de armas con plutonio a cambio de petróleo norteamericano.

Pero, de nuevo, siguió retando a Washington, que se acostumbró a un tire y afloje con Corea del Norte hasta 2002, cuando inició el diálogo de las “Six Party-Talks” o “Conversación a Seis Bandas”, que involucró a Japón, China, Rusia, EU y las dos coreas. Todo iba bien hasta que en 2006, cinco años antes de morir, Kim Il-Sung autorizó una prueba nuclear.

A partir de entonces, la comunidad internacional no ha creído en la voluntad de diálogo de Corea del Norte. Sin embargo, desde 2011, ha puesto la esperanza en Kim Jong-Un  –educado en Occidente y, dicen, más mesurado que su padre-  creyendo que parte importante del problema era la ceguera de Kim Jong-Il.

Hasta ahora, no se ha visto ningún cambio entre uno y otro; al contrario, el joven líder parece más radical que su papá. Eso ha generado una mayor desconfianza de parte de Trump, quien, pese a su inexperiencia en el campo político, no parece estar dispuesto a ceder un ápice, según expertos.

Una posible salida a esta crisis de antecedentes es plantear un acuerdo que, según The Economist, se base en que “el Norte abandone las armas nucleares pero retenga las instalaciones nucleares que podrían representarse como civiles. Trump podría encontrar un trato limitado con misiles atractivos, en contraste: le permitiría decir que ha cumplido su promesa de proteger a EU”.