Vacuna AstraZeneca: manzana de discordia en Europa | El Nuevo Siglo
Las plantas de la farmacéutica AstraZeneca trabajan al tope para suplir la alta demanda mundial de su vacuna
Foto aqrchivo AFP
Domingo, 31 de Enero de 2021
Luisa Fernanda López*

Son dos los principales elementos que envuelven el escándalo mundial del pasado 27 de enero acerca de la amenaza de bomba en la sede de AstraZeneca en Gales: uno, la era de las noticias falsas (fake news) y dos, la expectativa del mundo por la vacuna del covid–19.

Así es. Por un lado, la posibilidad de que una cantidad ilimitada de información se propague desde un lugar del globo terráqueo a otro rápidamente, hace que las redes sociales pierdan el control de lo que es verdadero o falso, será en últimas, quien tiene acceso a la misma, quien deba buscar la veracidad de esta, antes de hacer una difusión masiva e incluso irresponsable.   



Por otro lado, la expectativa del mundo frente a la vacuna, pues para todos es abiertamente conocido que, desde noviembre de 2019, cuando se dio el primer brote del nuevo coronavirus en Asia, el mundo no volvió a ser el mismo. Si bien, a finales de ese año, el acontecimiento no dejaba de verse como un hecho aislado en Wuhan (China), donde sus habitantes se contagiaban rápidamente de un tipo de neumonía desconocida, originado por un plato exótico de murciélago que, por cierto, llevó a que ciudadanos en algunas partes del mundo emprendieran una caza irresponsable y muy desalentadora contra el animal, no alcanzábamos a imaginar la dimensión de este acontecimiento al punto de “detener” un mundo que estaba girando cada vez más rápido.

Este detenimiento que, a propósito, se pone entre comillas, hace relación a la pausa que se generó desde ese momento y quién sabe hasta cuándo, en un hemisferio globalizado, donde las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación) han aumentado la interconexión del mundo facilitando el desarrollo de actividades comerciales, políticas, educativas e incluso socioculturales más allá de las fronteras nacionales; todo se paralizó.

Las fronteras terrestres que se habían pensado desdibujadas de los mapas, no por el sentido literal de las palabras, sino en lo que la tecnología representaba para estas, fueron cerradas, los cielos silenciados y las economías reducidas a la mínima expresión, donde era un imperativo el abastecimiento con lo local porque las actividades de exportación e importación se vieron altamente impactadas.

Ante este escenario y todo lo que ello ha implicado para los gobiernos en general y para las personas en particular, para quienes la incertidumbre ha sido la mayor certeza de cada día, AstraZeneca, Pfizer/BioNTech, Sputnik V y Moderna, se convirtieron en la esperanza del mundo cuando afirmaron tener lista la vacuna contra el covid–19. Fue ahí, cuando con emoción todos nos preguntábamos ¿Para cuándo en anhelado antídoto?

Pregunta que aún hoy está en vilo, en unos países más que en otros. Por ejemplo, en el mundo actualmente ya se han puesto un total de 68.41 millones de vacunas, de estas, 22,7 millones en Estados Unidos; 15 millones, en China; 7,04 en Reino Unido; 3,88, en Israel; 2,57, en Emiratos Árabes Unidos; 1,78, en Alemania; 1,43, en Italia; y 1,24, en España. Para destacar, Israel, con cerca del 30% de su población vacunada, sería el primer país en lograr la inmunidad de rebaño.



Otra realidad muestra el mismo proceso en las naciones latinoamericanas como México, Chile y Costa Rica, las cuales solo han podido poner el antídoto entre el 0,05 y 0,06% a su población. De hecho, Colombia ni siquiera ha iniciado, ni tiene fecha de confirmación.   

Ante este panorama, y con la expectativa de acelerar la vacunación en Europa, se dio en esta semana la falsa alarma de bomba en la sede galesa de AstraZeneca, con quien los 27 países miembros de la Unión Europea (UE) firmaron un contrato por 400 millones de dosis; sin embargo, el pasado viernes 22 de enero, la farmacéutica informó que solo podrá brindar aproximadamente el 25% de lo acordado.

Lo anterior, ha sido una preocupación ante un mundo esperanzado en la vacuna, que no aguanta más cierres de fronteras, ni toques de queda como lo dejan ver las recientes protestas en Holanda, tanto por el impacto económico, como por lo que esto ha implicado en términos de la salud mental de las personas. No obstante, ha puesto de manifiesto una disputa entre Reino Unido (a quien AstraZeneca si cumplirá con lo acordado) y la UE con quien, recientemente, se firmó el acuerdo para negociar el Brexit.

La disputa consiste en que las dos sedes principales de AstraZeneca se encuentran en Reino Unido, mientras que las plantas de Bélgica y Países Bajos se han considerado como de segunda prioridad; no obstante, allí se proveerán las vacunas para los 27 Estados miembros de la UE. Ante la escasez de estas últimas, Bruselas ha reclamado que se le envíen antídotos de Gales, a lo cual, la farmacéutica arguye que la mayoría de su producción va para su país, no solo por cuestiones de nacionalidad, sino para evitar futuros cierres de frontera.

Más allá de la discusión entre el Reino Unido y la UE, la preocupación se extiende al resto de países en el mundo que firmaron contratos con esta farmacéutica ante el miedo por no tener las vacunas y lo que las políticas de confidencialidad contractual representa para los millones de ciudadanos que quisieran conocer lo que sus gobiernos han acordado, en un tema crucial para pensar en un mundo sin pandemia.

Son muchos los interrogantes que han acompañado a la pandemia. Por un lado, la incertidumbre que aún existe por la vacuna; y por otro, la velocidad del contagio, incluido el de las nuevas cepas del virus; sin embargo, la falsa alarma de bomba en Gales, demuestra que la expectativa y necesidad del mundo por obtener el tan anhelado antídoto está pasando a límites preocupantes y demuestra, una vez más, la expectativa del mundo frente a la solución de este fenómeno que durante un año cambió la vida de millones de habitantes, quienes ven en la vacuna una esperanza para dejar de ver y escuchar las aturdidoras voces de cifras relacionadas con el aumento de casos, incremento de muertos, nuevas cepas, y demás, que se comunican diariamente.

Si bien la falsa alarma generada por el paquete sospechoso dejado en los laboratorios de AstraZeneca, que resultó, reitero, una falsa alarma, centró la atención en la discusión entre la empresa y la UE, más que en lo mediático de la alarma; los desacuerdos entre esta farmacéutica y Bruselas, no solo dejan entrever las diputas entre actores políticos que se puedan dar por el acceso a las vacunas, sino cómo a veces los escenarios entre las farmacéuticas y la política resultan ser vertiginosos pasos hacia lo que parece ser una solución a un mal que afecta a tantos, como lo deja ver la película Dallas Buyers Club

En conclusión, más allá de la falsa alarma generada en Gales, el mundo sigue a la expectativa de las vacunas como un símbolo de esperanza ante un capítulo que todos quisiéramos pasar, aun cuando las horas recorridas no se borrarán, tanto por las pérdidas humanas que ha implicado para cada familia, como por el impacto económico que durante los próximos tal vez cinco años (ojalá menos) estarán recordando lo que pasó.

No se trata de hacer ver un escenario oscuro y caótico, se trata precisamente de encontrar la luz, en donde los desacuerdos políticos pueden generar nubes o sombras. 

*Profesora de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas. Universidad de San Buenaventura, sede Bogotá

(El contenido de este artículo es responsabilidad exclusiva del autor)