En vísperas de que los dirigentes mundiales, la sociedad civil, los defensores de la infancia, los supervivientes y los jóvenes se reúnan esta semana en la Conferencia Ministerial Mundial para poner fin a la violencia contra la infancia, que se celebrará por primera vez en Bogotá, UNICEF hace un llamamiento para que se tomen medidas urgentes a fin de combatir la violencia que destruye las vidas de millones de niños y niñas en todo el mundo.
La organización señaló que la violencia contra los menores, ya sea física, emocional o sexual, constituye una crisis mundial que se produce en los hogares, las escuelas, las comunidades y en internet. Sus efectos son graves y provocan lesiones, infecciones de transmisión sexual, problemas de salud mental como ansiedad y depresión, y la muerte.
La exposición a edades tempranas puede causar un estrés tóxico que afecta al desarrollo del cerebro y genera agresividad, además de favorecer el abuso de sustancias y la aparición de conductas delictivas. Los niños y niñas que sufren actos de violencia también tienen más probabilidades de verse afectados por ciclos de trauma y de violencia en la edad adulta, lo que repercute en comunidades enteras.
Cada cuatro minutos, un niño o una niña pierde la vida a causa de un acto violento, y se estima que alrededor de 90 millones han experimentado episodios de violencia sexual. Las estadísticas son desgarradoras: 650 millones de niñas y mujeres, es decir, una de cada cinco, han sido víctimas de violencia sexual durante su infancia, de las cuales 370 millones sufrieron violaciones o agresiones sexuales.
El riesgo se agrava, ya que más de uno de cada cuatro niños y niñas enfrenta esta realidad. Además, la violencia no solo se manifiesta en formas extremas; casi 1.600 millones de niños y niñas sufren castigos violentos en sus hogares, lo que refleja un ciclo de abuso que perpetúa el sufrimiento.
La situación es igualmente alarmante para los niños varones, con entre 410 y 530 millones que han sufrido episodios de violencia sexual en la infancia.
Los datos revelan que tres de cada cuatro niños y adolescentes fallecidos por violencia eran varones, y el riesgo de muerte aumenta drásticamente al final de la adolescencia: siete de cada diez víctimas tenían entre 15 y 19 años. Además, cerca de 550 millones de niños viven en hogares donde sus madres han sido víctimas de violencia por parte de sus parejas.
Cada año, aproximadamente 130.000 niños y adolescentes menores de 20 años pierden la vida debido a la violencia, destacando la urgente necesidad de abordar esta problemática para proteger a las generaciones futuras y garantizar un entorno seguro para todos los niños y niñas del mundo.