Diplomacia: retos y logros según María A. Holguín | El Nuevo Siglo
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Lunes, 6 de Agosto de 2018
Agencia Anadolu
En entrevista, la canciller y fiel funcionaria del gobierno saliente, hace un recuento de ocho años a la cabeza de la diplomacia colombiana.

 

Los ocho años del Gobierno de Juan Manuel Santos trajeron un cambio sustancial en las relaciones de Colombia con el mundo. La inicial reconciliación con países vecinos como Venezuela y Ecuador, la diversificación de las relaciones políticas y económicas y la consecución de un apoyo unánime a nivel internacional al proceso de paz con las Farc y cantidades importantes de cooperación para el posconflicto, son algunos de los logros más importantes de su mandato. 

Pero también surgieron algunos desafíos, como el diferendo limítrofe con Nicaragua ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ), un pleito que se ha vuelto cada vez más complejo desde el primer fallo de 2012, con el que ese tribunal definió la frontera marítima entre ambos países, o la creciente migración de venezolanos a territorio colombiano, que pone a prueba todas las capacidades del Estado.

La ministra de Relaciones Exteriores, María Ángela Holguín, estuvo durante los dos periodos presidenciales del gobierno saliente. En entrevista con la Agencia Anadolu, hace un balance de los logros y desafíos que deja para el próximo Gobierno, cuyo canciller será Carlos Holmes Trujillo.

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Cuando empezó el Gobierno Santos, las relaciones con Ecuador y Venezuela estaban en muy mal estado. Uno de los primeros logros fue reconciliarse con los vecinos. Sin embargo, al final del Gobierno vemos que han surgido nuevos problemas con esos vecinos. ¿El logro se convirtió nuevamente en un desafío?

Yo diría que sobre todo Venezuela. Si uno mira lo que se hizo en los primeros dos o tres años de restablecimiento de relaciones con Venezuela y Ecuador, de mostrar agendas que fueran positivas, con Ecuador fuimos muy exitosos. Tenemos una relación muy buena. Se ha trabajado como nunca con las Fuerzas Militares, los ministerios de Defensa e Interior del Ecuador. En infraestructura hemos avanzado mucho, ya tenemos tres puentes internacionales en esa frontera. Vamos a tener en términos de infraestructura una frontera mucho más institucional con menos pasos ilegales. Tenemos un plan de desarrollo fronterizo a 2025 entre Planeación Nacional y la Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo del Ecuador.

Lo ocurrido en los últimos meses con 'Guacho', las organizaciones criminales y los carteles de narcotráfico, lo habíamos hablado con Ecuador y los vecinos. Durante el gobierno ecuatoriano anterior, fuimos con el Ministerio de Defensa a decirles que como en cualquier proceso de paz iba a haber disidencias, entonces había que estar alertas, trabajar juntos para poder enfrentarlas de manera conjunta. Lo que desafortunadamente pasó fue que esas disidencias empezaron a utilizar Ecuador para la salida del narcotráfico. Sin embargo, creo que con las bases tan sólidas que construimos durante ocho años, se va a superar esta situación y vamos a trabajar juntos.

El caso de Venezuela es distinto. Ese país ha ido desmoronándose poco a poco con la crisis humanitaria, política, económica. Nos echan la culpa de todo, como pasa generalmente cuando tienen momentos internos difíciles. No hay interés en ningún tema. Tenemos casi un millón de migrantes venezolanos en Colombia. 40 mil personas pasan diariamente a comprar alimentos y medicamentos. Es difícil tener una relación relativamente buena con un país que se deteriora de esta manera. Sin embargo, creo que el trabajo que se haga con los países fronterizos es esencial. Lo más importante son las fronteras, la seguridad y ojalá se siga trabajando en este sentido.

 

Nicaragua es otro vecino, pero en el mar. A este Gobierno le cayó en 2012 una sentencia de la CIJ en la que ratificó que todas las formaciones terrestres del archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina son colombianas, pero entregó una porción del mar a Nicaragua. Ese fallo generó un terremoto político y mucha conmoción. En principio, la reacción del Gobierno fue de no acatar. Ese problema ha crecido, hoy tenemos otras dos demandas de Nicaragua y dos contrademandas de Colombia. ¿En qué está hoy Colombia frente a este diferendo y qué escenarios le deja al gobierno entrante?

Ese proceso se había iniciado desde el 2001 y venía con una defensa que nosotros continuamos, con las mismas personas y los mismos argumentos. En el no acatamiento del fallo se da una realidad y es que la Constitución colombiana no deja cambiar los límites fronterizos con fallos de cortes internacionales, sino que tiene que haber un tratado aprobado por el Congreso. A eso es que hay que llegar. Íbamos a transitar ese camino cuando Nicaragua decidió interponer otras dos demandas. Entonces, se hace muy difícil negociar con ese país sobre cómo se puede plasmar lo que pasó en la Corte. Hay casos de fallos de la Corte donde los países han negociado, pero con estas dos demandas es muy complicado.

Ahora estamos frente a una demanda que ellos pusieron sobre incumplimiento de ese primer fallo, que dice que hemos violado la soberanía nicaragüense. En eso la Corte fue clara en decir que no ha habido ningún incidente, no ha habido uso de la fuerza y la Armada colombiana no ha violado la soberanía. Lo que hicimos cuando respondimos fue decir que Nicaragua también ha hecho mal ciertas cosas. Por ejemplo, las líneas de base que trazó y a partir de las cuales empezó a sumar territorio. La Corte aceptó ese argumento nuestro, según el cual Nicaragua había trazado esas líneas más allá de lo que debería. Eso es lo que Nicaragua ahora tiene que contestar. Otro tema tiene que ver con los derechos ancestrales de pesca de los habitantes de San Andrés, eso también lo está mirando la Corte. Tenemos que presentar en noviembre la contramemoria, muy seguramente habrá audiencias orales el año entrante y después vendrá la decisión de la Corte.

Además está la demanda en la que Nicaragua pide la delimitación de una plataforma continental extendida. Nosotros argumentamos que esto ya había sido juzgado por la Corte en el fallo de 2012. Para nosotros fue una cosa juzgada en 2012. Ahora lo que decimos es que ellos tienen que ir a la Convención de Naciones Unidas sobre Derecho del Mar (Convemar), para que sea esta la que de manera técnica diga si Nicaragua tiene una plataforma continental extendida. La Convención dice que se demoraría varios años. Ha habido notas de países de la región que dicen que no están de acuerdo con eso, como son Panamá, Jamaica y Costa Rica. Y nosotros también, aunque no seamos parte de la Convención. En este caso, también las fechas están para el año entrante, seguramente habrá audiencias.

En términos técnicos, hay estudios muy claros que hemos trabajado en estos años sobre qué plataforma continental tiene Colombia. Hay unos argumentos que creemos idóneos para seguir defendiéndonos con un equipo de abogados. El gobierno entrante decidirá qué hace.

Canciller

 

El Gobierno Santos tuvo un liderazgo importante a nivel internacional buscando alternativas a la guerra contra las drogas. En el Acuerdo de Paz se plasmó la idea de que primara la sustitución voluntaria de cultivos de coca y la aspersión aérea fuera la última alternativa. Sin embargo, al final del Gobierno otra vez volvemos a hablar de la aspersión aérea y el Gobierno entrante parecería querer seguir por esa línea. ¿Se echó para atrás lo que se había avanzado?

Primero, Colombia es el único país en el mundo que hace aspersiones con glifosato, eso de por sí quiere decir que algo no estamos haciendo. Segundo, la Corte Constitucional ya había hecho un llamado especialmente al Ministerio de Medio Ambiente, por los daños ambientales del glifosato. Sobre todo por la deriva: cuando se hace aspersión, la deriva es para dónde se va el glifosato por los vientos, eso podía estar perjudicando el medio ambiente. Y tercero, la OMS sacó un estudio donde decía que efectivamente el glifosato podía causar daños en la salud.

Esas fueron las cuestiones por las cuales el Gobierno tomó la decisión. En el proceso del Acuerdo de Paz nunca se habló de un compromiso de Colombia por acabar con el glifosato ni con la aspersión. Lo que siempre se dijo es que esto necesita una decisión de fondo y a largo plazo que es la sustitución de cultivos y por eso dentro del Acuerdo está la sustitución. El Gobierno ve que esa es la única manera en la que vamos a salir del problema de la droga, trabajando con los campesinos para sustituir, buscarles mercado para sus productos, ayudarles con soporte técnico.

Ahora se tomó la decisión de hacer aspersión con los drones, esto hace que la deriva no salga de un área controlada y que caiga solo en el sector específico de cultivos de coca. Se hace desde una altura de 50 o 70 metros, lo cual evita que dañe otros cultivos. Eso evita el daño que podría causar la otra aspersión. Vamos a ver si resulta. También la mezcla del glifosato cambió, ahora hay una mezcla más reducida. Esto se da porque dentro del análisis que hace tanto la ONU como EEUU, se ve que las plantas que son maduras son las que producen más, llegan a producir cinco o seis cosechas al año. Vemos que hay crecimiento de la cantidad de plantas maduras, luego producen más, así sea menor la cantidad de hectáreas, la idea es poder volver a controlarlas.

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Este Gobierno se caracterizó por ampliar y diversificar sus relaciones internacionales. Se consiguieron nuevos socios, cooperantes, se amplió el número de tratados de libre comercio, varios países dejaron de exigir visa a los colombianos. ¿Cómo fue esa diversificación y qué le deja al país?

Desde el primer día nos decidimos a cambiar la agenda con los socios tradicionales. Antes no hablábamos con ellos sino del conflicto, la violencia, los derechos humanos, el narcotráfico, agendas que no le reportaban mucho al país. Los cambiamos hacia temas de educación, ciencia y tecnología, medio ambiente. Temas que realmente le producen desarrollo al país. Hay unas cooperaciones muy importantes en general con aquellos países que eran socios tradicionales de Colombia.

Lo otro que hicimos fue diversificarlos. Teníamos un portafolio muy pequeño en cuanto a la cantidad de países con los que Colombia se relacionaba. Nuestra relación era cercana a cero con países en Euroasia, Europa central, Asia y África. Apenas llegamos, abrimos unas embajadas que eran necesarias, como es el caso de Turquía. Decidimos volver a tener embajadas en Indonesia y abrimos con la Alianza del Pacífico embajadas en Vietnam, Singapur, Marruecos, Argelia, Ghana. Hemos visto cómo se han desarrollado esos nuevos socios. Con Corea del Sur agrandamos la embajada, hicimos la primera visita de un presidente colombiano a ese país y nos volvimos socios estratégicos, hicimos la negociación del TLC y eso abrió un panorama distinto.

En el caso de Europa y Euroasia tenemos el caso de Turquía. Los turcos abrieron embajada en Colombia también y empezamos un relacionamiento político. Turquía fue un gran apoyo para la entrada a la OCDE desde el primer día. Hicimos una visita del presidente a abrir la embajada en Ankara en 2011. Se abrieron unas puertas para conocernos. Creo que para Turquía, Colombia también era bastante desconocido. Hay temas en los que la generosidad de Turquía ha sido impresionante. Nos regalaron 130 kilos de 42 especies de algodón turco, que es reconocido como el mejor del mundo, para iniciar la producción en Colombia. Eso porque les dijimos que el posconflicto iba a traer una necesidad de reactivar el campo, donde el algodón había sido en décadas anteriores un producto muy importante. Ahora lo tiene Corpoica, está acabando de desarrollarlo y muy seguramente vamos a tener un algodón de altísima calidad gracias a esa donación.

Creo que poco a poco iremos migrando hacia países distintos de la Unión Europea, que cada día pone mayores trabas a productos en general. Es el caso ahora con el cacao o el café, porque pueden tener cadmio, o la palma africana porque involucra en ciertos países distintos a Colombia el trabajo infantil. Entonces van cerrando mercados y eso nos obliga a abrir mercados en otras partes. Ojalá se haga un acuerdo al menos parcial con Turquía, porque ha habido dificultades con ciertos productos que para nosotros son importantes, como los textiles. Aún los empresarios colombianos y el sector privado es muy reacio a abrirse, le ha costado trabajo. Empezamos la apertura hace muy poco si nos comparamos con lo que ha hecho Chile, México, Perú, que son economías completamente abiertas, sin temor a los TLC. Llevamos diez años en esto, que es poco. Lo que queremos es que el empresariado se dé cuenta de que es positivo para todos.

 

Hace poco la Ministra de Comercio estuvo en Turquía, parece que la idea es allanar el camino para que se consolide el Tratado de Libre Comercio con ese país, que está en negociaciones desde 2011…

Esa es la idea. Lo otro en lo que también ayudaron mucho y que me parece emblemático para Turquía y su agencia de cooperación (Tika) fue el proyecto de desminado en el posconflicto, que es uno de los mayores retos que tiene Colombia con la sustitución de cultivos. Cuando uno va a la región de El Orejón y habla de desminado, es en ese tema donde Turquía puso unos recursos importantes y tiene además un lindo colegio que para todos los niños de esa zona es muy significativo.

En este territorio, inmerso en las montañas de la Cordillera Oriental colombiana, los habitantes conocieron al Estado cuando el equipo del Plan Fronteras para la Prosperidad de la Cancillería llegó en 2015. Después de las mesas participativas que realizó el equipo con la comunidad, reiteramos la necesidad de fortalecer la presencia social del Estado en el territorio. Y fue a través de la Escuela El Orejón, junto con la comunidad, que quisimos dar un mensaje al mundo del significado del proceso de posconflicto a través de la educación, motor de desarrollo de cualquier sociedad. Este proyecto fue uno de los pilares de la estrategia del posconflicto en la región, siendo una apuesta pionera por la educación rural. La escuela no solo incentiva la presencia de los niños en las aulas, sino que se ha convertido en un centro de capacitaciones para los habitantes de El Orejón y sus cuatro veredas aledañas. Esto generó un gran impacto comunitario que nos sirvió como piloto a tener en cuenta para próximas oportunidades de intervención en territorio.

El gobierno de Turquía fue aliado fundamental en esta apuesta y, cuando visitamos El Orejón con ellos, quisieron también dejar una huella de la cultura turca en este rincón de Colombia; no solo como muestra de apoyo a la comunidad, sino también al Estado colombiano en su apuesta a la construcción de paz.

 

 

Turquía también es un referente en el mundo en cuanto a la política migratoria. Delegaciones colombianas estuvieron allá viendo cómo se atienden a los más de 3.5 millones de sirios que han llegado a territorio turco. ¿Qué enseñanzas trajeron de ese país para atender a los migrantes venezolanos en Colombia?

Fue muy importante. Por un lado, es ver que una migración de semejante tamaño puede ser ordenada, bien hecha, pueden utilizarse los mismos migrantes para el trabajo, como el caso de la construcción de carpas, y se puede hacer paulatinamente. En unas primeras etapas están en un sitio, ya cuando estén registrados y organizados pueden avanzar a una siguiente etapa para ir quedándose en el país ordenadamente. Esa es una gran enseñanza y la gran dificultad que nosotros tenemos. Lo que pasa es que cuando uno piensa en esos lugares que tiene Turquía para refugiados sirios, cuesta trabajo pensar aquí en un sitio cerrado para los venezolanos, que son parte de nuestra vida, de nuestras familias. Eso nos cuesta trabajo y vamos a ver si logramos organizar algo. Hemos pedido a Tika que nos ayude con unos primeros albergues en sitios donde definitivamente los vamos a necesitar, como el caso de Maicao. Esperamos que nos ayuden porque tienen mucha experiencia y organización.

 

Una de las banderas de su gestión fue el Plan Fronteras, que pretendía atender a poblaciones fronterizas históricamente abandonadas por el Estado. ¿Qué se puede destacar hoy de esta iniciativa?

Que la gente que vive en esas fronteras sienta que el Estado llegó. El Plan Fronteras fue un trabajo con las comunidades, gobiernos locales y regionales. Nos ocupamos de que no quedaran por fuera las mismas comunidades, sus necesidades, las decisiones sobre quién y cómo querían hacer sus proyectos. La misma comunidad le da la sostenibilidad a proyectos productivos de energía, de educación. Vimos que a una población le decían durante años que hacer una conexión de energía para mil familias es poco y no lo puede hacer el Estado, eso es triste. Con el Plan Fronteras miramos cómo llevar energía a muchas de esas poblaciones y por fin tienen 24 horas de luz, con una inversión que puede ser alta pero el deber es llegarles con servicios básicos y mejorarle su calidad de vida. Por ejemplo, hicimos unos internados en lugares donde los niños no podían ir a estudiar porque viven muy lejos. Son cosas que cambian la vida en las comunidades. La Cancillería no tiene recursos de inversión para hacer esto, lo que hicimos fue buscar recursos en otros ministerios, en el sector privado, y triplicamos la inversión. Ya hay COP 185 mil millones que logramos invertir en los 77 municipios de frontera que tiene Colombia.

 

Otra de sus líneas de trabajo tuvo que ver con la innovación, con la Cancillería social y la diplomacia deportiva. ¿Qué se logró con esto?

Estamos en la agenda del Consejo de Seguridad de la ONU, en la lista de niños en conflicto armado. Siempre pensé que teníamos que trabajar en prevención. Los grupos armados ilegales se los llevan ¿y el Estado qué hace? Además de combatir los grupos, en 25 municipios que se identificaron con los índices de mayor reclutamiento, miramos cómo llegar a las zonas más deprimidas para dar protección a esos niños. Ya hicimos 30 casas lúdicas, en donde los niños van y tienen computadores, instrumentos musicales, canchas, cosas que ellos han escogido porque es un trabajo con ellos. Después de la jornada escolar tienen para dónde ir, porque muchas veces el problema es que andan por la calle y ahí los grupos armados se los llevan. En diplomacia deportiva nos preguntamos cómo lograr que esos niños vean que estudiar sirve para algo. A través del deporte fomentamos eso y los hemos sacado a alrededor de 45 países. Dos mil niños organizados en diferentes grupos han recorrido el mundo.

Uno de los casos qué más me impresiona es el de Samaniego, Nariño. Allá la guerrilla hizo muchos atentados, duraron sitiados muchos años. Llevamos a los niños a Suiza, el canciller suizo quedó encantado y cuando fue presidente quiso que esos niños lo acompañaran en su posesión. Recuerdo esas imágenes del presidente de Suiza posesionándose, rodeado de niños colombianos de poblaciones remotas, eso es realmente transformador para ellos. Parte del incentivo es que cuando lleguen, le transmitan a otros niños que ese es el camino y que sí hay oportunidades, que el mundo es distinto a la triste realidad que le tocó a ellos. Cada grupo de niños que llega o se va de esta Cancillería, nos toca el alma.