El Pacífico necesita ser mirado con seriedad: Monseñor Olave | El Nuevo Siglo
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Domingo, 29 de Abril de 2018
Armando González

Bajo la consigna “Tumaco no aguanta más”, la sociedad civil de ese olvidado puerto sobre el Pacífico nariñense marchó el viernes por las calles de su ciudad, exigiendo respeto por la vida y justicia social.

La exuberante belleza de todo el litoral (y el nariñense no es la excepción) y la importancia que llegó a tener como puerto, que le endilgó el título de “La perla del Pacífico”, contrasta con los índices de pobreza (48,7% de la población tiene necesidades básicas insatisfechas, siendo el componente de servicios, hacinamiento y dependencia económica los más críticos, según diagnóstico de la Cámara de Comercio -2015- con base en cifras del DANE de 2011) y la tasa de homicidios (75 por cada 100.000 habitantes en 2014, según Medicina Legal).

El trigésimo municipio más poblado de Colombia (187.084 habitantes -84.589 en el área rural-, cifras de DANE en 2011) quiso sacudirse, pero no solo para visibilizar la crisis “va más allá de unos hechos de violencia”, según se lo dijo a EL NUEVO SIGLO el obispo de Tumaco, Orlando Olave, y que “detrás hay otra serie de problemáticas: desempleo, inseguridad, falta de oportunidades para la gente, dificultad económica para los empresarios”.

 

Soluciones a los problemas

 

Para el prelado, el tema es mucho más de fondo y pasa por “la incapacidad de ver la potencialidad del Pacífico”.

“De pronto a veces creen que tienen que traer las soluciones de fuera, pero queremos que sepan que ahí mismo están las soluciones”, precisó Olave”, agregando que “lo que queremos es mostrarle al país lo que es Tumaco, las potencialidades que tiene”.

“Sabemos que el presidente Santos, o la persona que llegue después de las elecciones de mayo, no va a solucionar todos estos problemas, pero que por lo menos mire al Pacífico con seriedad”, sentenció.

Es que Colombia mira al Pacífico, en general, y en este caso a Tumaco, en particular, como una región problemática, pero no como una fuente de cultura, riqueza y orgullo nacional. Olave se puso como ejemplo de cómo los colombianos ignoran el litoral: “Yo vengo de Santander y cuando el Nuncio me dijo que iba de Obispo a Tumaco lo primero que hice fue ir a mirar en el mapa dónde quedaba”.

“Queremos decirle al Gobierno nacional que si bien ha intentado implementar algunas intervenciones en el territorio, no son suficientes”, sostuvo el obispo Olave, anotando que con la marcha del viernes, Tumaco quiso “decirle al país que la sociedad civil quiere ser parte de la solución y no solo señaladora de unos problemas, que casi todos los sabemos; quiere comprometerse en la transformación de la realidad de nuestro Pacífico”.

 

Agravante violento

 

Y no es que los problemas sean pocos. “Aquí hay unos problemas estructurales que vienen desde hace  30, 40, 50, 100 años”, señaló Olave; se trata de “un acumulado de problemas que antes se visibilizaban menos, porque allá los problemas de violencia venían de hace 20, 25 años cuando aparecieron los primeros grupos armados, las Farc y luego los paramilitares”.

“Ahora el problema más grave es el narcotráfico que encontró un ‘paraíso’, donde en mucho de nuestros municipios solo el 10% de la población tiene agua potable, aunque nos cae toda el agua del cielo y circulan a nuestros pies todas las aguas que usted quiera en los miles de ríos que tenemos allá, pero no tenemos agua en las llaves”, relató.

A Tumaco y el Catatumbo, otra olvidada región, no se las miraría ni se recordaría su triste historial social si no hubieran saltado a la agenda informativa como algunos de los focos donde la guerra insiste en no acabarse.

Pero su tragedia es sobre todo institucional. En palabras del obispo Oviedo, “nosotros llevamos 20 años construyendo un acueducto. Tumaco no tiene alcantarillado. Hay un puerto sobre el Pacífico que está subutilizado. Se está construyendo una carretera entre Colombia y Ecuador: Ecuador ya hizo todo lo que le correspondía hace cinco años y nosotros llevamos diez construyendo 25 kilómetros. Hay dos carreteras: una va hasta Pasto y desde una parte que se llama El Diviso sale otra que comunica con Barbacoas, que es uno de los municipios más antiguos de Colombia –tiene 500 años–; esa, que tiene como 70 kilómetros, llevan 30 años construyéndola”.

“Ese tipo de cosas, que parecen de las novelas de Gabo, pasan allí. Esos son pueblos con cien años de soledad, realmente”, recalcó.

Y sin embargo, rememoró, “ellos se lo dicen a uno: nosotros vivíamos así, sin energía, pero vivíamos tranquilos, hasta que llegó la violencia. La violencia les llegó a ellos de fuera, sin duda”.

Hoy, “desafortunadamente, ellos mismos lo reconocen: han aprendido a hacer la violencia también. Y con el narcotráfico empeoró”, dijo.

Archivo ENS

Mañana y pasado mañana

“El papa Francisco en la exhortación Evangelii Gaudium dice que ‘es superior el tiempo que el espacio’. Eso ha sido una cosa en la que he querido reflexionar con los líderes sociales para que tampoco vamos a caer en la ilusión de que el viernes hicimos esta gran movilización y el sábado iban a estar solucionados todos los problemas”, indicó.

Es que, expresó, “hay problemas históricos que necesitarán un tiempo de solución. Hay cosas que ya desde el Plan Pacífico se vienen avanzando, como es el caso del tema del acueducto, el tema del alcantarillado. El temor que tenemos es que se repita la gran posibilidad de corrupción en esos proyectos”.

Por eso, consideró que “lo que hace falta en muchos casos es voluntad política. Para el puerto, por ejemplo, hay un proyecto privado al que se le han puesto todas las trabas por intereses de algunos”.

Con todo, el prelado cree que “hay cosas que se pueden empezar a construir desde ya, como generar unas empresas para los pescadores y los cultivadores de cacao, por ejemplo. Tenemos buen cacao, buen marisco, pero allá no hay una transformadora de mariscos. El cacao se lo traen para Caldas, el plátano se lo llevan a Pasto y después nos lo devuelven en bolsitas”.