La fachada es el envoltorio de un edificio, es la primera impresión que transmite una obra arquitectónica y es sobre todo una estructura que invita a descubrir cada uno de los elementos que tiene por dentro.
La fachada de Atrio bien puede llamarse un traje hecho a la medida. Su estructura de vidrio es liviana y resistente, y su diseño es exclusivo del proyecto; sus colores, brillos y transparencia le dan un aire de vitalidad único que se conjuga con cada uno de los elementos circundantes, permitiendo también que la ciudad se refleje en ella a medida que transcurre el día.
Es un sistema flotante de 40 mil metros cuadrados que no lleva ninguna carga adicional a la de su propio peso, se ajusta al edificio mediante anclajes y apoyos de acero, lo que ofrece un comportamiento sísmico favorable.
Está conformada, en su área más sobresaliente, por paneles de vidrio de 35 mm de espesor que garantizan el control térmico en su interior, el aislamiento acústico, la protección a la polución y la radiación solar, haciendo un uso más inteligente de la energía y evitando los cambios bruscos de temperatura.
Otro elemento en su composición es la fachada microperforada de acero inoxidable que cubre los verticales a cada extremo donde se juntan los muros de cristal. Este elemento anticorrosivo además permite la circulación del aire en su interior, aportando condiciones máximas de comodidad.
A cargo de su diseño, ensamble, transporte e instalación está la empresa italiana Permasteelisa, reconocida en el mundo por su aporte en este tipo de estructuras a construcciones de gran escala, y que por primera vez entra al mercado latinoamericano con un proyecto de estas dimensiones.
Calidad
Para lograr un producto final que cumpliera con los más altos estándares de calidad, proveedores de diferentes partes del mundo intervinieron en este proceso; los perfiles de aluminio se construyeron en Grecia y la estructura de vidrio termo acústica, en Rumania.
Previo a su construcción se realizaron pruebas mediante el uso de tecnología que permitió el modelado en tercera dimensión, abarcando información geométrica, de cantidades y el comportamiento de cada uno de los elementos que la componen.
También se construyó un prototipo a escala de 100 M2, el cual se sometió a pruebas sísmicas y contó con la verificación de autoridades competentes en Italia que ratificaron su máximo desempeño.
La logística en el transporte y la instalación también han significado retos importantes; una vez los perfiles de aluminio y las placas de vidrio se recibieron en Italia, la empresa Permasteelisa empezó el proceso de ensamble en Vittorio, una provincia de la región de Véneto, que se ubica sobre el nivel del mar y desde donde los paneles ensamblados se enviaron a los puertos de Venecia y Génova.
Finalizado este proceso, el total de los paneles de vidrio sumaba 5.821 unidades para recubrir las dos torres, el equivalente a 260 contenedores que luego deberían contar con un proceso especial de logística para su arribo final en Bogotá, pasando antes por un punto de control de calidad provisional que se instaló en Cartagena.
Otro componente de la fachada es el sistema que se empleará para su mantenimiento. Conocido con BMU (Building Maintenance Unit) por sus siglas en inglés, será un dispositivo automático y controlado remótamente, que desde la parte superior de cada torre se desplazará sobre toda la superficie para garantizar su limpieza y brillo permanentemente.