La violencia en la región del Catatumbo ha escalado en los últimos años, y para Antonio García, máximo comandante del Ejército de Liberación Nacional (Eln), esta situación es el resultado directo de la política de paz implementada en Colombia, especialmente tras la desmovilización de las Farc en 2016.
En una columna de opinión titulada “Una Explicación Necesaria”, explicó cómo para él, los intentos de desarme y desmovilización, lejos de conducir a la paz, generan un "ciclo de violencia renovada".
García señala que la confrontación actual en esta zona del país es un claro ejemplo de cómo la política de paz, se desmoronó, resultando en un "remolino donde se recicla la violencia". Según su perspectiva, la desmovilización de las Farc en 2016 no extinguió la lucha armada en la región, sino que dejó vestigios de "milicias" que no compartían los ideales de la organización desmantelada, como fue el caso de "John Mechas".
Además, describe cómo, en conversaciones con miembros del Eln, Mechas expresó su intención de retornar a las armas con un enfoque distinto, buscando rectificar lo que consideraba desviaciones cometidas por las insurgencia en su relación con las comunidades y dentro de sus propias filas.
"En ese contexto solicitó apoyo y de manera solidaria los compañeros del Frente de Guerra Nororiental se lo brindaron", asegura García. Este retorno a la lucha armada encontró respaldo en el Frente de Guerra Nororiental del Eln, que, a pesar de la reciente desmovilización de las Farc, vio en Mechas y sus compañeros una causa común.
Sin embargo, destaca en su columna que, durante esos intercambios, un miembro del Eln le preguntó a Mechas qué habría hecho si las Farc hubieran sido desmovilizadas en lugar del Eln. La respuesta fue tajante: "Los hubiera matado". Esta respuesta, según García, refleja la práctica y la formación que caracterizan al Eln, lo que subraya las profundas divisiones y el continuo ciclo de violencia en la región.
La situación se agudizó con la muerte de Miguel Ángel López, su esposa Zulay Durán y su hijo pequeño, un asesinato que se intentó atribuir al Eln. García insiste en que, aunque el Eln no tiene una política de actuar contra civiles, sí reconoce que algunos desmovilizados han retomado las armas y están involucrados en actividades militares bajo otro mando. "Sobre la presunta muerte de firmantes de paz, en ningún momento es política del Eln, así no compartamos esa decisión de las personas, la respetamos", aclara en su columna.
El líder del Eln también señala que las tensiones aumentaron debido a los incumplimientos de acuerdos y las imposiciones a la población, mencionando que “tanto va el cántaro al agua, que termina rompiéndose”. Este sentimiento de frustración y desconfianza alimenta aún más el conflicto en la región, donde los acuerdos se perciben como vacíos y las expectativas de paz no se han materializado.
Por otro lado, García denuncia que las Fuerzas Militares, en coordinación con las ex-Farc, recibieron órdenes de combatir frontalmente al Eln en Catatumbo, bajo la dirección de Otty Patiño, quien, según García, ha adoptado un enfoque más militar que político en sus funciones. Esta estrategia, según el líder guerrillero, incluye la directriz de "dar de baja a integrantes del Comando Central", exacerbando aún más la violencia en la región.
"Cuentan los compañeros que a esas reuniones llegaba el segundo mando de esa supuesta guerrilla, llamado Richard, portando 7 pistolas en su chaleco, quizá mostrando que su lenguaje es de otro tipo, por donde pasaba no hablaba, amenazaba", detalla García, describiendo el clima de tensión que caracteriza las conversaciones y encuentros entre los diferentes actores armados.
En conclusión, la situación en Catatumbo es un reflejo del fracaso de la política de paz, según García, quien sostiene que los intentos de desmovilización no han logrado estabilizar la región, sino que han contribuido a la persistencia de la violencia armada, afectando tanto a los actores guerrilleros como a la población civil. "La reflexión sobre todos los movimientos armados de Colombia está por hacerse, y por esa razón poco se entiende lo que es la verdadera paz", concluye García, dejando en claro que, para el Eln, la paz sigue siendo un concepto incompleto y mal interpretado en el contexto colombiano.
Columna de Antonio García