La semana pasada se anunció el ingreso de Colombia en la OCDE, el club de países ricos del mundo. La noticia más allá de lo económico, tiene un gran impacto en la educación. Conozca por qué
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EL PAÍS hizo la tarea. Colombia entró a la OCDE (la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), un organismo de cooperación internacional que busca coordinar políticas económicas y sociales entre los países miembros. Es un grupo donde se encuentran las grandes economías del mundo y los países con mayor índice de desarrollo humano.
Existen tergiversaciones y críticas ideológicas hacia la OCDE. Lo cierto, es que es llamado un club de buenas prácticas. Los países miembros se deben acoger a respetar e implementar normativas sobre el contrabando, sobre la piratería, sobre la corrupción. Los países OCDE tienen prácticas más trasparentes en proyectos, en obras. Así, desarrollar normativas legales y cumplirlas en tiempos definidos es un gran paso. Pero la OCDE tiene otra mirada central y es la calidad de la educación.
La educación en los países OCDE
Los estados miembros se han encargado de asegurar sistemas educativos que evidencien resultados equitativos entre los estudiantes. Que valoren la diversidad y entiendan que en ella está el camino para el progreso social y económico. Un ejemplo, es diseñar programas que respondan a estudiantes con discapacidades, con dificultades de aprendizaje, donde se protejan siempre sus derechos básicos. Dentro de las propuestas de la OCDE está asignar recursos a diversos grupos, por edad, por género, indicadores financieros que apunten a cerrar las brechas sociales, a buscar la equidad en la educación. Y es que aunque suene a frase de cajón: invertir en conocimiento y en formación con una política de empleabilidad es el mejor camino para el progreso, el desarrollo económico, el cierre de brechas sociales y la disminución de la pobreza.
La creación de indicadores: una de las prácticas es definir algún tipo de índice que permita medir las metas y los logros alcanzados. Generalmente a los sindicatos docentes no les gusta que los midan, pero algo que ha demostrado mejoras significativas en la calidad es la implementación de lineamientos, estándares e indicadores para saber el punto de partida y los avances hacia los logros trazados.
La orientación profesional
La educación requiere articulación con la empleabilidad, pero sobre todo, con la orientación vocacional de los estudiantes. En un artículo que escribí en marzo para este medio, decía que en Colombia el 95% de los padres consideran muy importante que sus hijos ingresen a la universidad, frente al 30% de los alemanes o franceses. Esto se debe a que sólo se concibe el título académico como señal de progreso y dejamos de lado áreas claves para el desarrollo económico; y mientras tanto quedan muchos profesionales endeudados y desempleados. De ahí que la orientación profesional que recomienda la OCDE sea fundamental para el funcionamiento de los mercados laborales y para que existan diferentes modelos educativos conducentes a la equidad.
La movilidad social se origina en la adquisición de conocimientos y capacidades para usarlos. Por eso, además de la orientación se requiere la formación continua. En los países OCDE los gobiernos invierten en la formación de adultos de una forma sostenible; es decir, los beneficios previstos deben compensar los costos. Por eso, la formación de jóvenes en el sistema de educación superior con orientación profesional resulta altamente sostenible y como dice el dicho, se “cosecha para el futuro”. Por otra parte, la formación de adultos favorece la productividad y la rentabilidad de las empresas. Al final, el proceso de formación continua redunda en mejores salarios y en el incremento en la calidad de vida.
Informe Pisa
Es un informe encargado por la OCDE. Una evaluación cuantitativa que permite hacer una radiografía comparativa entre los países miembros y definir acciones de mejora en la educación. Que las brechas entre los países miembros se reduzcan. La prueba se hace a estudiantes de quince años cada tres (3) años. Se evalúan tres áreas básicas: matemáticas, habilidades lectoras y ciencias. Colombia comenzó a presentarla en 2003 como parte de la estrategia por ser aceptado en la OCDE; el primer año el país fue penúltimo o último en cada prueba. En 2015 con varias políticas por la mejora en la educación pública del gobierno Santos se mejoró y ocupamos en promedio el puesto 55 entre 70 países. La meta para mejorar era superar a Chile, quien es el mejor en las pruebas.
Más allá de superar o escalar puestos, Pisa sirve para definir una políticas educativa, un currículo, acciones conducentes al desarrollo de habilidades básicas en lecto-escritura, matemáticas, ciencias, resolución de problemas. Como todo en el complejo sistema educativo, tiene detractores; pero sin duda, la apuesta por la calidad educativa, una sociedad más igualitaria, el cierre de brechas sociales, la implementación de programas académicos acreditados y la mejora de las condiciones de vida de los educadores son aspectos positivos que redundarán en el progreso económico del país. Así que bienvenidas las buenas prácticas de las OCDE en la educación.
(*) Especialista en educación. Twitter: @hurtadobeltran “La opinión del autor no refleja necesariamente la posición del medio y es responsabilidad exclusiva del que la escribe”