Llamado a fraternidad y solidaridad: Arzobispo de Bogotá | El Nuevo Siglo
Foto cortesía
Domingo, 24 de Mayo de 2020
Redacción Nacional

Monseñor Luis José Rueda, recientemente designado por el papa Francisco como máximo jerarca de la Iglesia en la Capital del país, habla sobre la alta devoción a San Juan Pablo II y los lazos comunicantes de este con el pontífice argentino. También explica desde la profundidad de la doctrina los retos que impone la crisis por el Covid-19 a la humanidad, la preocupación papal por América Latina, los cambios individuales, colectivos y de liderazgo que la emergencia exige y qué ve el país una vez pase la fase crítica.

La  crisis por la pandemia del Covid-19 es, sin duda, uno de los desafíos más grandes a la supervivencia de la humanidad en las últimas décadas. La Iglesia Católica, como una de las religiones más extendidas en todo el mundo, se ha movilizado para asistir a la feligresía global, llamando a privilegiar la solidaridad, la fraternidad y el cuidado del otro como fórmula para superar esta emergencia, tanto desde lo espiritual como en lo material.

El nuevo Arzobispo de Bogotá, Monseñor Luis José Rueda, en entrevista con este Diario, hace un análisis profundo sobre los retos a que se enfrenta la humanidad y cómo podría superar tan difícil prueba. Llama a los colombianos a volcarse a la filosofía de la fraternidad, confiando en que el país saldrá adelante, con un cambio de actitud de cada persona, así como un viraje a la ética responsable y comunitaria.

EL NUEVO SIGLO: Al cumplirse los 100 años del nacimiento de San Juan Pablo II millones de católicos se han volcado a orarle por su asistencia en medio de la pandemia, en gran parte porque se trata de un Pontífice que impactó a varias de las últimas generaciones y de un Santo al que conocieron y siguieron en vida, ¿cómo entender esta devoción por el Santo polaco?

MONSEÑOR LUIS JOSÉ RUEDA: San Juan Pablo II tiene un puesto asegurado en la conciencia de la Iglesia y de la humanidad en general, por varias razones, citemos algunas:

  • Vivió la atrocidad de la guerra y luego fue promotor de paz en todo el mundo: nació en Polonia en 1920, esto significa que era un joven en la Segunda Guerra Mundial. Del 40 al 45 son los años más duros de su nación ya sea por la presencia de los rusos o de los alemanes.
  • Asumió en su vida y ministerio pontificio, el espíritu del Concilio Vaticano II: que llevó a la Iglesia a dialogar, de manera más decidida, con la historia humana en toda su complejidad, para poder presentarse como Iglesia Signo e instrumento de la comunión de las personas entre sí, y de la humanidad con Dios. 
  • Realizó más de cien viajes apostólicos: con lo cual se acercó a la realidad de todos los continentes y a diversos países, celebró en todos ellos la presencia de Cristo Redemptor hominis.
  • Acompañó a la humanidad en el cambio de milenio: le ofreció al mundo entero la capacidad de comprender esta época como un gran jubileo, lleno de la esperanza cristiana que supera el miedo milenarista y catastrófico; le decía permanentemente a la Iglesia y al mundo entero: “No tengan miedo”.
  • Amó con corazón de hijo a la Santísima Virgen María: de esta manera su vida misionera y su mensaje salvífico, contó con la presencia maternal de María, sus 14 encíclicas tienen mensaje mariano. Ella asistió y protegió su vida en el atentado sufrido el 13 de mayo de 1981. Publicó la Encíclica Redemptoris Mater (1987), convocó a la Iglesia para celebrar el año mariano (1988). Fue un permanente peregrino con María, le mostró siempre a la humanidad desde la Iglesia el rostro de la madre.

ENS: Hay quienes ven en su designación como Arzobispo de Bogotá una línea directa a Juan Pablo II, ya que este designó cardenal a monseñor Bergoglio, quien, ya como papa, canonizó a Juan Pablo II. Y ahora es Francisco quien designa a Monseñor Rueda como uno de los más altos jerarcas de la Iglesia en Colombia ¿Qué opina?

MLJR: La Iglesia toda, como Pueblo de Dios en camino, es heredera directa de la obra misericordiosa de Dios Padre, de la misión redentora de Jesucristo el Hijo de Dios, y de la acción santificadora del Espíritu Santo. La elección y misión como obispos nos da la certeza y solidez de la sucesión apostólica, esto nos hace sentir como propio el envío hecho por el Señor: “Vayan y hagan discípulos entre todos los pueblos” (Mt 28, 19), y además nos confirma la alegría de su presencia: “Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin de los tiempos”. (Mt 28, 20). De esta manera, por elección y por misión, somos herederos de la sabiduría y de la santidad de papas tan amados como San Juan Pablo y Francisco.

ENS: Muchos expertos ven una línea directa entre Juan Pablo II y Francisco, sobre todo por los lazos comunicantes entre la filosofía del amor del primero y el énfasis por la fraternidad del segundo, ¿cómo explicar esa correspondencia?

MLJR: El mandato del amor dado por Jesús a sus discípulos “Este es mi mandamiento: que se amen unos a otros como yo los he amado” (Jn 15, 12), es el principio fundante del magisterio pontificio y de la misión tanto de San Juan Pablo, cuando escribió su encíclica Dives in Misericordia (1980), luego lo desarrolló Benedicto XVI en su primera encíclica Deus caritas est (2005), y lo enseña permanentemente el papa Francisco, quien nos convocó a un Jubileo Extraordinario de la Misericordia (2016), con el lema: “Misericordiosos como el Padre”. En el papa Francisco de manera clara el tema del amor de Dios, y el mandato del amor de Jesús, se vuelve cultura del encuentro, amor a la casa común, y mensaje de fraternidad ecuménica a toda la humanidad.

La pandemia

ENS: Uno de los énfasis del papa Francisco ha sido el ambiental, el de cuidar “la casa de todos”, como lo evidencia la encíclica “Laudato Si”. Hay quienes ven en ella una premonición de tragedias como la pandemia del Covid-19, debido a una humanidad materializada y consumista sin límite, ¿qué considera?

MLJR: La encíclica “Laudato Si” (2015) tiene una fuerza profética muy diáfana, allí el papa Francisco desde el corazón de la Iglesia hizo un llamado esperanzado y comprometedor a toda la humanidad. Veamos simplemente un numeral: El desafío urgente de proteger nuestra casa común incluye la preocupación de unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral, pues sabemos que las cosas pueden cambiar. El Creador no nos abandona, nunca hizo marcha atrás en su proyecto de amor, no se arrepiente de habernos creado. La humanidad aún posee la capacidad de colaborar para construir nuestra casa común”. (L. S. No. 13). En Laudato Si, el Papa no anuncia tragedias como la actual pandemia, pero sí le da voz a la creación y nos convoca a una conversión integral.

ENS: Y hablando de la pandemia, la Iglesia en su labor pastoral en medio de la emergencia ha puesto una alta cuota de sacrificio, sobre todo por la muerte de decenas de sacerdotes y religiosas en Europa, ¿qué ha pasado en Colombia al respecto?

MLJR: La pandemia del Covid-19 en Colombia ha llevado a la Iglesia, en su labor pastoral a un escenario de sacrificio muy profundo. Pensemos solamente en un aspecto: El ayuno obligatorio de comunión sacramental. Hemos pasado de unas congregaciones numerosas y permanentes a un tiempo prolongado de un ayuno en la comunión sacramental, con el síndrome del maná, cuando el pueblo de Israel en su peregrinar por el desierto le reclamó a Moisés, porque sentían nausea ante un pan sin cuerpo que era el maná (Nm 21,5). Es que la Iglesia vive de la Eucaristía, es la presencia de Jesús, el pan de vida, es el alimento que nos fortalece en el camino hacia la casa del Padre. La Eucaristía es el centro y culmen de la vida cristiana. La Eucaristía es misterio de luz, de comunión y de misión para la Iglesia.

San Juan Pablo II en su última encíclica (2003), llamada Ecclesia de Eucharistia, nos permite ver que la Eucaristía edifica la Iglesia; en la Eucaristía se alimenta la apostolicidad de la Iglesia; todos los sacramentos llegan a su culmen en la Eucaristía; la espiritualidad de comunión y la eclesiología de comunión encuentra su fuerza en la Eucaristía. Los fieles laicos tienen hambre de Eucaristía, los sacerdotes lo sabemos, no hemos dejado de celebrarla cada día, pero necesitamos volver al encuentro eucarístico.

Llamados apremiantes

ENS: América Latina es en este momento el foco de la pandemia y el papa Francisco, que conoce como ningún otro pontífice las realidades de nuestra región, ha enviado sentidos mensajes de solidaridad a la feligresía, ¿cuáles son los énfasis de esa especial preocupación papal?

MLJR: Destaco cuatro llamadas apremiantes a toda la humanidad de parte del Santo Padre Francisco, y los aplicamos a América Latina, que es ahora el foco de la pandemia, tomando la bendición Urbi et Orbi del 27 de marzo:

  • El Papa nos llama a descubrir la presencia de Jesucristo, con nosotros en medio de la tormenta, nos invitó a asumir con fe cristiana esta prueba ¿Por qué tienen miedo? Sobre la fe, nos dijo el papa Francisco: “Que no es tanto creer que Tú existes, sino ir hacia ti y confiar en ti. Además, nos llamó a la conversión: En esta Cuaresma resuena tu llamada urgente: “Convertíos”, «volved a mí de todo corazón» (Jl 2,12).
  • El Santo Padre nos hace un llamado a la comunión, a la fraternidad, a la unidad: “Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente. En esta barca estamos todos”.
  • El sucesor de Pedro nos llama a la humildad: “La tempestad desenmascara nuestra vulnerabilidad y deja al descubierto esas falsas y superfluas seguridades con las que habíamos construido nuestras agendas, nuestros proyectos, rutinas y prioridades”.
  • El Papa nos llama además, a mirar con la Cruz de Cristo hacia adelante, nos propone una esperanza, desde la lógica nueva de la cruz: “Abrazar su Cruz es animarse a abrazar todas las contrariedades del tiempo presente, abandonando por un instante nuestro afán de omnipotencia y posesión para darle espacio a la creatividad que solo el Espíritu es capaz de suscitar. Es animarse a motivar espacios donde todos puedan sentirse convocados y permitir nuevas formas de hospitalidad, de fraternidad y de solidaridad. En su Cruz hemos sido salvados para hospedar la esperanza y dejar que sea ella quien fortalezca y sostenga todas las medidas y caminos posibles que nos ayuden a cuidarnos y a cuidar. Abrazar al Señor para abrazar la esperanza. Esta es la fuerza de la fe, que libera del miedo y da esperanza”.

Los colombianos

ENS: El papa Francisco ha reiterado que la crisis por el Covid-19 le evidencia al mundo que es el momento de la solidaridad y el desprendimiento para cuidarnos entre todos, ¿ve en el día a día de los colombianos, un país mayoritariamente católico, el cumplimiento de ese mandato vital?

MLJR: La espiritualidad de la fraternidad es un parto con dolor, esta espiritualidad empujada por la pandemia, está suscitando el nacimiento de signos esperanzadores, y los podemos sintetizar en tres niveles: Abrir los ojos, elegir nuevas actitudes, ponernos en camino. Abrir los ojos: estamos viendo cada día el país como una realidad frágil en el sistema de salud, sobre todo en las periferias, por ejemplo el caso Amazonas. Estamos viendo que en nuestra economía juegan un papel definitivo el trabajo rural de la agricultura y la informalidad urbana. Estamos viendo que la educación requiere un papel más protagónico de la familia. La elección de nuevas actitudes: requiere profundidad en la reflexión, profundidad en la oración, profundidad en las relaciones, superar la superficialidad propia de un acelerado y aparente desarrollo no digerido. Para ponernos en camino: nos va a pedir nuevos estilos de liderazgo, pasar de un estilo menos beligerante y egocéntrico, a uno más comunitario, que todos estemos dispuestos a aportar y no que pocos decidan todo por todos, es un liderazgo con espiritualidad fraterna.

ENS: Desde el punto de vista doctrinal y espiritual, ¿cuál cree que debe ser la lección que cada persona podría sacar de la crisis sanitaria, económica y social que hoy se vive por la pandemia?

MLJR: Estamos en un tiempo de salvación, un tiempo propicio para tomar caminos nuevos, es tiempo del Dios con nosotros, es un tiempo para renovar en la existencia nuestras prioridades:

  • Darle prioridad a la vida sobre la productividad.
  • Darle prioridad al ser sobre el tener.
  • Darle prioridad al nosotros sobre el yo.
  • Darle prioridad al servicio sobre la arrogancia.
  • Darle prioridad a la verdad sobre la vanidad.
  • Darle prioridad a la misericordia sobre la venganza.
  • Darle prioridad a la familia sobre el éxito social.

ENS: ¿Cuándo podrán retornar las celebraciones litúrgicas con presencia de fieles?

MLJR: Nuestras comunidades parroquiales han hecho un gran sacrificio, en orden a cuidar la salud y la vida de todos. Hemos asumido una nueva forma de presencia utilizando los medios de comunicación, las redes sociales; hemos asumido la normatividad gubernamental; hemos llegado de otra manera al templo de cada familia, que es su casa, pero se avecina la hora de volver a congregarnos en los templos, de una nueva manera. Pero la verdad es que nos hace falta estar con Jesús en el cenáculo, y como los peregrinos de Emaús le decimos al Señor ¡Quédate con nosotros! Él estará en medio de nosotros, nos partirá el Pan de la Palabra que hace arder nuestros corazones y nos dará el Pan de su presencia en la Eucaristía. 

ENS: Una última pregunta: ¿Por qué cree que Colombia podrá superar esta difícil prueba y qué tipo de país ve hacia el mediano plazo?

MLJR: Se avecina para nuestro país y para la región, una época de austeridad y de decidirse a poner la ética responsable y comunitaria, como base de su dinamismo histórico. A mediano plazo el país puede caminar con unas luces fuertes: El cuidado de la vida humana en todas sus etapas, una educación orientada a formar personas para la convivencia en paz, la custodia responsable de la riquísima biodiversidad, una economía solidaria basada en la agricultura, una legislación que promueve la familia como fundamento de la sociedad.

Colombia podrá superar esta difícil prueba, porque está retornando a la casa del Padre, como lo hizo el hijo que abandonó el hogar y luego se puso en camino: “volveré a la casa de mi Padre”,

Colombia podrá superar esta difícil prueba porque tiene a María como madre, ella nos hace cantar de alegría, como cuando se vuelve al hogar después de una jornada de trabajo y allí está ella, nuestra madre, con su mirada que nos hospeda, con la lógica del amor gratuito, con las manos que sanan con ternura.

Colombia podrá superar esta difícil prueba porque somos Pueblo de Dios en camino, y a Él le hemos dicho: “Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación” (Salmo 89,1).