Los ‘pecados capitales’ del proceso con el Eln | El Nuevo Siglo
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Miércoles, 23 de Enero de 2019
Redacción Nacional
La única posibilidad que ven los expertos de reanudar las conversaciones es pactar de entrada un cese bilateral del fuego

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Nada más cierto que pueda aplicarse a las conversaciones de paz entre el Gobierno del presidente Iván Duque y la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional, Eln, que lo dicho a este Diario la semana pasada por el analista León Valencia.

“Ninguno de los dos estaban cuidando la mesa, no había nada qué cuidar, no había mesa, no había negociación, entonces ninguno de los dos estaba cuidando nada”, aseguró.

El Director de la Fundación Paz y Reconciliación se refería a la crisis de confianza que ha marcado este proceso desde los diálogos exploratorios en 2016 y que sellaron su ruptura total la semana pasada con el atentado terrorista contra la Escuela de Policía General Santander.

Y fue, precisamente, la falta de confianza la que llevó a las partes a cometer una seguidilla de errores que impidieron concretar el noble propósito de conseguir “la paz total” para Colombia, como se esperaba tras la firma del Acuerdo del Teatro Colón en noviembre de 2016.

El Gobierno no puso condiciones

El Gobierno del presidente Iván Duque, en primer lugar, desde la campaña anunció que no le daría continuidad a las conversaciones que, para entonces, se desarrollaban en Quito, Ecuador, y luego se trasladaron a La Habana.

Sin embargo, al Ejecutivo le faltó claridad pues asumió el poder, pero nunca fue explícito en las “nuevas condiciones” bajos las cuales hubiera continuado en la mesa.

En lo que sí insistió fue en exigir liberación de todos los secuestrados y el cese de atentados terroristas contra la infraestructura económica del país, pero más allá no hubo ningún condicionamiento adicional.

Vale decir que, en este punto, la guerrilla tampoco pidió renegociar ninguna condición con el nuevo Gobierno, pues su discurso se limitó al tradicional señalamiento de culpar a “sectores guerreristas de la oligarquía” de una eventual ruptura del proceso.

Sin reparos al protocolo

El famoso documento que fue suscrito en la administración anterior y que, a la luz de las metodologías de negociación que se utilizan en todos los procesos de resolución de conflictos armados como ‘plan b’ en caso de ruptura, tampoco fue objetado por ninguna de las partes.

Tanto así que solo fue publicitado después del atentado terrorista de la semana pasada, pero previamente no había sido cuestionado como parte integral de la agenda inicialmente pactada.

Hoy, después del anuncio de levantamiento de las circulares rojas contra los miembros del Coce, los voceros del Eln piden “garantías” para el retorno al país, mientras el Ejecutivo insiste en que no está obligado a reconocerlo.

¿Hubo verdaderas muestras de paz?

En varias oportunidades, el presidente Duque y otros altos funcionarios de su Gobierno le pidieron al Eln “verdaderas muestras de voluntad de paz” para retomar las conversaciones.

Estas muestras, insistían, debían comenzar por el cese de hostilidades contra la población civil y los ataques dinamiteros a la infraestructura y erradicar el narcotráfico y el secuestro como su principal fuente de financiación.

Sin embargo, el grupo armado ilegal nunca se comprometió abiertamente a abolir estas prácticas delictivas. Por el contrario, desde agosto a la fecha, según cifras del propio Gobierno el Eln arreció sus acciones ofensivas contra la Fuerza Pública en las regiones de su influencia y continuó secuestrando civiles, como los cuatro ocupantes del helicóptero que derribó en Norte de Santander.

El Gobierno, a su turno, se quedó corto en reconocer la tregua unilateral del Eln del 23 de diciembre al 3 de enero pasados.

Por el contrario, dice esa guerrilla que las Fuerzas Militares aprovecharon para bombardear sus campamentos, hecho que esgrimió el Eln como un motivo más para atentar contra la Policía en Bogotá.

La guerrilla también se lamenta de que el Gobierno no haya reconocido que en los últimos meses devolvió a varios civiles que tenía en su poder, gracias a la mediación de organismos humanitarios como la Iglesia y la Defensoría del Pueblo.

El rol de la comunidad internacional

Tras el atentado terrorista contra la Escuela de Policía General Santander, la comunidad internacional expresó su solidaridad con Colombia y rechazó la muerte de 21 cadetes en formación.

Pero en los cinco meses que lleva esta administración el rol de los países garantes ha sido más que pasivo, pues la mesa ni siquiera ha estado activa.

A ello se suma que Ecuador se marginó por completo del acompañamiento al proceso, las relaciones con Venezuela no existen y Cuba está hoy en una posición demasiado incómoda a pesar de haber prestado la casa para las negociaciones con las Farc y ofrecer su territorio para continuar los acercamientos con el Eln.

¿Volver a negociar?

También tiene razón el analista León Valencia cuando le dijo a este Diario que “el mayor error del Gobierno es que ni negociaba ni golpeaba al Eln; y el error del Eln es no haber hecho concesiones”.

Algunos informes de colectivos expertos en el conflicto aseguran que desde que se inició la fase pública del proceso con el Eln, esta guerrilla pasó de tener 1.300 hombres/arma a más de 2.000, lo que mostraría un fortalecimiento estratégico.

Además, ese grupo ilegal ha tratado de conquistar regiones antes dominadas por las Farc y hoy se las disputa con bandas criminales en el nororiente del país, o las comparte con disidencias de esa antigua guerrilla.

La voz de todos los expertos apunta a que el Gobierno “ha subestimado” la capacidad desestabilizadora del Eln, en especial su poder terrorista destructor para cometer atentados urbanos de gran magnitud.

Es por ello que, muy a pesar de que históricamente nunca ha sido posible concretar una negociación de paz con esa guerrilla, los analistas muestran como la única posibilidad de acercarse a la “paz total” y regresar a la mesa es pactar de entrada un cese bilateral que permita desescalonar progresivamente el conflicto.