Ubicado en el corazón de La Candelaria, el Pasaje Rivas, primer centro comercial de la historia de Bogotá, cumple 130 años de vida. En el marco de la celebración capitalina, EL NUEVO SIGLO habló con Rosa Robayo de Mahecha, una de sus vendedoras más antiguas. Esta es su historia.
Desde hace 42 años Rosa, de 68 años oriunda de Manta, Cundinamarca, espera con una sonrisa a los visitantes del histórico Pasaje.
“Tenemos una gran cantidad de productos, más de 150 referencias entre ruanas y cobijas de pura lana, colchones, camas, mesas y sillas para negocio; contamos con gran variedad de sombreros de todas partes del país: costeños, paisas, de Nariño. Hay artesanías colombianas, mochilas wayúu, arhuacas, productos de fique, baúles, catres para dormir y para mercancía, todo esto de diferentes partes del país”, relata con entusiasmo Rosa al hablar de la Miscelánea Mahecha, el negocio familiar.
En 1973 se casó con Abelardo Mahecha Almonacid, quien ya llevaba más de 15 años trabajando en el Pasaje. “Con trabajo mutuo logramos comprar un negocio que pertenecía a un tío de él, don Miguel Vásquez, y desde ahí comencé a vender”, señaló.
Un inicio jocoso
Rosa recuerda de manera especial la primera venta que realizó: una ruana. Entre risas cuenta que en ese momento, presa del desconocimiento, pidió mucho dinero al cliente. “Yo no sabía cuánto costaba y le pedí mucho, sin embargo me la compró. A mi esposo le dio mucha risa y desde ahí comencé en el oficio”, relató.
Juan Carlos Mahecha Robayo, su hijo, creció en el Pasaje Rivas. En la actualidad es edil de La Candelaria y Rosa señala con orgullo que su educación fue posible gracias a los ingresos recibidos por su actividad comercial.
Los recuerdos del Pasaje
Durante los años en los que Rosa ha trabajado en este lugar, ha sido testigo de momentos históricos e inolvidables no solo para ella y su familia, sino para el país en general. "Panzutto" y "Maravilla" hacen parte de sus memorias.
“Recuerdo que en el Pasaje vivían dos señores que eran los que hacían los mandados de llevar cosas y mercancías. Les decían 'Panzutto' y 'Maravilla', como los delanteros de los equipos de fútbol Santa Fe y Millonarios. Ellos vivieron hasta sus últimos días en la parte de atrás del Pasaje y murieron con algunos años de diferencia, pero por cosas de la vida y por la cancelación de la misa en una iglesia, los dos terminaron sus días con la misa en la misma iglesia en el Restrepo”, relató.
Otro de los sucesos que marcaron la historia personal de Rosa en su trayectoria en el Pasaje Rivas corresponde a la inolvidable toma del Palacio de Justicia. “Recuerdo que en la toma del Palacio estábamos muy asustados por el incendio. No podíamos ir porque estaba todo acordonado y no nos dejaban entrar. Fue duro y teníamos mucho miedo de lo que pudiera pasar”, recordó.
Rosa culmina sus historias hablando sobre Ronald Reagan, cuadragésimo presidente de los Estados Unidos, quien caminó por las calles del Pasaje Rivas. “Saludó a muchos que todavía están acá y lo recuerda. Era un señor muy alto y chusco”, recordó Rosa.
130 años de existencia
Inaugurado el 19 de marzo de 1893 por el filántropo Luis G. Rivas, el pasaje tuvo la intención de funcionar como un centro comercial al estilo parisino, en el que las élites bogotanas pudieran comercializar y comprar sastres, vestidos y paños finos de la época. Sin embargo, las chicherías, los animales y los olores del río San Francisco no permitieron que el Pasaje Rivas fuera el punto de referencia esperado.
- Le puede interesar: Fechas límite de pago de impuestos predial y vehículos en Bogotá
Ante esta situación, el edificio comenzó a ser utilizado como bodegas de las plazas de mercado y allí se podían encontrar productos que hoy en día conocemos como artesanías. Fue así como se comenzó a construir su larga tradición cultural.
El Pasaje Rivas dejó de tener relación con el bulevar al estilo parisino con el que soñó su creador, para ligarse más al bazar tradicional de Túnez, Egipto o Marruecos, ofreciéndoles a sus visitantes cientos de productos netamente colombianos.
El edificio tiene declaratoria de conservación arquitectónica desde hace 25 años. En la actualidad busca ser reconocido como el primer patrimonio inmaterial cultural de Bogotá.
Es la única parte de la ciudad en donde se consiguen objetos de carácter popular en un solo lugar, como la maleta ABC de cuero, el caballo de madera, el catre Rivas; así como juegos como la rana, el tejo, los trompos de madera y los yoyos antiguos. Los compradores que visitan este lugar son de todas las denominaciones: extranjeros, estudiantes, comerciantes, ancianos y amas de casa.
“Para La Candelaria es un orgullo ser el corazón de Bogotá, el epicentro de la cultura, el patrimonio y la tradición de Bogotá. Celebramos los 130 años del Pasaje Rivas e invitamos a todos los bogotanos a visitar este maravilloso lugar donde, además de encontrar todo tipo de artesanías, podrán tener una experiencia sensorial gracias a los cafés que se encuentran en su interior, a los colores y texturas”, afirma la alcaldesa local, Ángela María Quiroga.
En este punto de la localidad se pueden encontrar varias categorías de artesanías, como cerámica y alfarería, orfebrería, tejidos en fibra vegetal, talabartería, pintura y tallado, cestería, bordado y telares.
Una invitación especial
En la carrera 10 # 10-54, en el local 116, Rosa estará esperando a quienes decidan visitar el Pasaje Rivas, un recinto de artesanías colombianas, el referente histórico de pedir rebaja, el centro comercial más antiguo y sobre todo el lugar en el que muchas familias han comprado artículos para sus casas, sus hijos y su vida.
“Los invito a que conozcan el Pasaje, es muy bonito y tiene un olor que nunca olvidarán: la combinación de artesanías y madera”, concluyó Rosa.