Desde que la estatua del Gonzalo Jiménez de Quesada fue derrumbada al amanecer del pasado 7 de mayo, su futuro era incierto. Pero a comienzos de esta semana y tras un largo proceso de socialización con la comunidad, el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural (IDPC) informó que su nueva residencia será el Museo de Bogotá.
Esta decisión responde sobre todo a la preservación y salvaguarda de la integridad de la figura, que es un patrimonio en disputa. De igual forma, lejos de ser una resolución caprichosa por parte de la Administración Distrital, ella fue el resultado de un ejercicio de participación en el que se realizaron nueve mesas de diálogo y varios conversatorios académicos.
Aún así, la estatua se va del espacio urbano que es la Plazoleta de la Universidad del Rosario al Museo de Bogotá que, si bien es un espacio público que no le cobra su entrada al público, es un centro de exposiciones y por consiguiente la forma en la que la ciudadanía podrá interactuar con la misma, inevitablemente cambiará.
Esta decisión plantea entonces dos preguntas: la primera de ellas alude a ¿por qué se escogió precisamente el Museo de Bogotá para tal fin? La segunda es ¿qué va a reemplazar, si es que algo lo hará, esta icónica estatua no solo para la plazoleta del Claustro del Rosario sino para la avenida adyacente que lleva su nombre?
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Un consenso imposible
Lo primero que hay que decir es que, independientemente de la decisión que se tomara, ningún escenario dejaría contento a todo el mundo, y así lo sostuvo a EL NUEVO SIGLO el director del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural (IDPC), Patrick Morales.
“Sobre el debate del Gonzalo Jiménez de Quesada en particular, y en general sobre el debate de monumentos, es difícil que lleguemos a un consenso. Los símbolos tienen esa característica y es que son un campo de constante debate, entonces no íbamos a llegar a un consenso que nos dejara a todos satisfechos”, dijo el director Morales, quien añadió que este ha sido uno de los años más difíciles pero también más retadores para el patrimonio, precisamente porque ha puesto al patrimonio, como nunca antes, en el centro del debate.
“El tema del patrimonio nunca había estado tan presente en el debate público, y lo que hemos visto que ha pasado es que el patrimonio está dejando de ser un debate clausurado”, agregó.
Además, refirió que tiene sentido que sea el Museo de la ciudad el que albergue la estatua del fundador de la misma. “Mucha gente sí considera que un lugar importante para reubicar al Gonzalo Jiménez de Quesada es el museo de la ciudad, que es el Museo de Bogotá y esa decisión no cierra el debate. Por el contrario, creo que abre uno nuevo en la construcción participativa de la museografía del Gonzalo y de hecho yo siento que puede haber un debate más profundo sobre lo que representa Gonzalo Jiménez de Quesada para la ciudad en un espacio como el museo”, sentenció.
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El diálogo continúa
Ahora bien, de acuerdo con Morales, los museos son los lugares indicados para las conversaciones difíciles, y la intención de ambas entidades es darle más contenido al debate y construir grises, pues la sensación generalizada que ha habido alrededor de esta estatua, es que la discusión que se ha dado ha sido binaria, reduccionista: o es blanco o es negro.
“Se ha reducido a mirar o el genocidio de la conquista o a hacer una idealización de los pueblos indígenas que habitaban acá. Ha faltado profundidad histórica para dar el debate y creo que eso es lo que se va a haber en el Museo de Bogotá: una conversación más compleja, con más argumentos y que no esté cerrada”.
A este respecto el director del Museo de Bogotá, Luis Carlos Manjarrez, coincidió en que, desde el museo, lejos de pensar en que la estatua estará encerrada y dejará de generar diálogo, estará expuesta al público y exhibida de manera gratuita para darle continuidad a la conversación a su alrededor.
“Esta conversación está abierta y a nosotros nos parece, desde el Museo de Bogotá, que es fantástico poder continuar con un ejercicio pedagógico, que las personas entiendan que los museos son espacios públicos y que van a poder encontrar distintas clases de interpretación, dispositivos pedagógicos que ayudarán a entender la relación entre memoria e historia y la forma en la que se van creando esas representaciones de la historia. Este es un espacio seguro para dar conversaciones difíciles”, le dijo a EL NUEVO SIGLO Manjarrez.
Adicionalmente, refirió que en este espacio Gonzalo Jiménez de Quesada no va a estar en la escala de pedestal, sino que estará dispuesta de tal forma que se puedan ver sus detalles, el material y la técnica con la que se construyó para que también pueda ser apreciada como pieza y como obra.
“Sin duda va a cambiar la forma de relacionamiento con la estatua. El Museo de Bogotá, en tanto que es un museo de ciudad, busca estar en sintonía con los debates actuales y ser una plataforma para discutir propositivamente sobre el pasado y las demandas del presente. La llegada del Gonzalo Jiménez de Quesada posibilitará que hablemos específicamente sobre los cambios de la sociedad colombiana, los contextos, las reivindicaciones sociales y la ciudad misma. Por lo mismo, habrá una conversación pedagógica y participativa en donde vamos a crear distintos espacios de cocreación para diseñar el dispositivo museológico del Gonzalo”, finalizó.
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Su reemplazo
Ahora, el espacio vacío que dejó esta estatua abrió un nuevo debate precisamente sobre eso, los espacios públicos sin los monumentos y desde el Instituto, una vez concluya la reubicación de Jiménez de Quesada, el año entrante se abrirá un debate público sobre qué hacer en la Plazoleta del Rosario.
“La idea es abrir un concurso ciudadano (no arquitectónico) de ideas, para que la ciudadanía opine sobre cómo quiere resignificar el espacio público de la plazoleta. Tal vez se encuentren maneras de preservar esa huella de la impronta del Gonzalo, pero queremos que el debate sea más amplio sobre los espacios públicos en general y en donde participará la universidad que lo había adoptado. Puede ser un concurso de ideas al estilo de lo que hará el Ministerio de Cultura con Colón y la Reina”, finalizó diciendo el director Morales.
Es importante referir que, con el fin de fortalecer el proceso de diálogo y participación adelantado por el IDPC, el Laboratorio de Innovación para la Gestión Pública de la Veeduría Distrital amplió el debate a la ciudadanía, a través de diferentes acciones de escucha que indagaron sobre sus sentimientos hacia la estatua, y lo que consideran que se debería realizar con ella y con la Plazoleta del Rosario.