¿Por qué no caen ‘Guacho’ y ‘Cabuyo’? | El Nuevo Siglo
AFP
Domingo, 30 de Septiembre de 2018
Redacción Nacional

Al dolor causado por las acciones ejecutadas por los grupos armados ilegales bajo su mando, se añade la incertidumbre por su pronta captura.

Se trata de Walter Patricio Arizala, alias ‘Guacho’, y de Ricardo Abel Ayala, alias ‘Cabuyo’, respectivamente jefes del Frente Óliver Sinistera y del Frente 36, denominados en el argot militar como GAO residuales, es decir, disidencias de las Farc.

Como se ha explicado en estas páginas, aunque la opinión pública sigue hablando de bandas criminales (Bacrim), las autoridades ya no utilizan ese término, sino que hablan de GAO (Grupos Armados Organizados) y GDO (Grupos Delincuenciales Organizados). Podría decirse que mientras los GAO son nacionales, los GDO son locales.

En otras palabras, a pesar de su pasado guerrillero, ‘Guacho’ y ‘Cabuyo’ han devenido en jefes paramilitares cuyos crímenes los han hecho tristemente célebres.

Bajo las ordenes de ‘Cabuyo’ habrían sido asesinados hace menos de 10 días tres jóvenes geólogos en la vereda Ochalí de Yarumal, Antioquia. La persecución emprendida por la Fuerza Pública, coordinando Ejército y Policía, aún no ha dado los frutos esperados.

La “popularidad” de ‘Guacho’ también está ligada al dolor causado. Apenas el 22 de junio se tuvo certeza del hallazgo de los cadáveres de los tres periodistas ecuatorianos secuestrados el 26 de marzo y cuyo fusilamiento fue confirmado el 13 de abril por autoridades de Quito.

Mientras todavía no cae ‘Cabuyo’, versiones del Ministerio de Defensa dieron cuenta hace 15 días de que ‘Guacho’ había resultado herido por un francotirador del Ejército adscrito al Comando Conjunto de Operaciones Especiales (Ccoes).

Aunque lograr justicia para las víctimas mencionadas (y las muchas otras que ‘Guacho’ y ‘Caubuyo’ tienen en su haber) alimenta el interés inmediato en la captura de los jefes irregulares, el asunto tiene mucho más de fondo.

Como lo publicó hace poco EL NUEVO SIGLO, “la producción de cocaína en Colombia rompió nuevos récords en 2017, lo que podría marcar el inicio de una nueva era de violencia criminal entre los muchos actores armados que compiten por el control de la lucrativa industria, en medio de los cambios de la dinámica criminal motivados por la salida de la guerrilla de las Farc”, según un análisis preparado por Parker Asmann con colaboración del Observatorio Colombiano de Crimen Organizado de la fundación Insight Crime sobre el Informe de Monitoreo de Territorios Afectados por Cultivos Ilícitos 2017, preparado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc), en el marco del Sistema Integrado de Monitoreo de Cultivos Ilícitos en Colombia (Simci).

En su documento, Asmann precisó que el repunte continuado en la producción de cocaína ha dado pie a un incremento de la violencia criminal, en el que el protagonismo lo tienen el Eln y los disidentes de las Farc por ser los principales actores armados que ejercen influencia en el negocio de esta droga en Colombia, aunque existe también otro gran número de grupos de menor tamaño disputándose el control, dinámica criminal que destaca en cuatro áreas importantes afectadas por el catapultamiento de la producción de cocaína.

Hay cuatro áreas clave consideradas por Asmann y en dos de ellas ‘Guacho’ y ‘Cabuyo’ son protagonistas.

Según la Unodc, Nariño sigue siendo la principal región productora de coca con 45.735 hectáreas cultivadas en 2017 y donde las fuerzas de seguridad han obligado a los grupos criminales a innovar e incursionar al otro lado de la frontera de Ecuador, como ocurre con uno de ellos, la muy mentada disidencia de las Farc liderada por ‘Guacho’.

Y en el Bajo Cauca el número de hectáreas de coca cultivadas aumentó en 55% en 2017, en medio de una guerra desatada por el grupo paramilitar Caparrapos (escisión del Clan del Golfo) en alianza con el Eln y los subordinados de ‘Cabuyo’ contra el Clan.

No es un detalle menor que las zonas donde operan ‘Guacho’ y ‘Cabuyo’ sean las que producen más coca.

Las otras dos áreas contempladas por Asmann son Catatumbo y Guaviare. Aunque en el Catatumbo el aumento de los narcocultivos (14%) fue menor que en Nariño y Bajo Cauca, la situación puede cambiar en el futuro porque a los crudos enfrentamientos de Los Pelusos (disidencia del Epl que se desmovilizó en los 90) con el Eln se suma la llegada de Géner García, alias ‘Jhon 40’, jefe disidente del Frente Primero, para reclutar a los excombatientes del Frente 33 de las Farc. García expandiría así su operación criminal desde Guaviare, donde se ha fortalecido con producciones récord de cocaína, aunque menores que las de las zonas ya mencionadas.