EL PASADO 6 de junio se realizó el lanzamiento del libro Pos –Polarización, que desarrolla una crítica intelectual al proceso de negociación de paz con las FARC, pero a la vez comparte la idea de superar la polarización a partir de la construcción de un centro político multipartidista. El objetivo de este centro sería sacar adelante reformas estructurales liberales y reformistas donde uno de los ejes centrales sea la educación.
Según palabras del propio Mera es un libro de coyuntura. De esos análisis que escasean en nuestro país, a diferencia de Francia o Estados Unidos, donde existen autores que publican análisis acertados y constructivos en pleno momento de las coyunturas. Diferente a lo que ocurre acá, donde los expertos aparecen cuando ya ocurrieron los desastres.
El valor del libro de Daniel Mera es sin duda el juicioso trabajo que ha hecho durante años para analizar y proponer sobre el sistema educativo colombiano, desde la formación escolar, pasando por la superior, el emprendimiento y la formación terciaria. Un analista que sabe de educación, que le interesa, que trabaja y quiere trabajar por ella.
En el libro se condensan 40 columnas que ha escrito en El Espectador, Portafolio, La Opinión, entre otros medios. Entre las propuestas está retornar a la cívica en la escuela, transformar el Sena, realizar una reforma universitaria conducente a la calidad y a la acreditación, la alimentación escolar, la autonomía universitaria, la tecnología, la innovación y sobre todo a invertir en educación y ponerla en las prioridades del gobierno.
En palabras de Mera “Quiero pensar que habrá algún historiador de las ideas en Colombia que se interesará por esta coyuntura extraordinaria y que estaré al lado de Jaime Castro y de Jorge Humberto Botero, decanos del pensamiento liberal que no rehúyen el debate, aunque al segundo le tocaron las restricciones de su rol de dirigente gremial”.
La visión de la educación
En sus columnas Mera afirma que si formamos una capacidad política reformista, se debe comenzar primero por aplicarla en la educación: la educación no aparece en la agenda con el mismo nivel de importancia y urgencia que las reformas a la justicia, pensional o tributaria, por ejemplo.
Por eso dedica el tercer capítulo del libro a la reforma educativa. El autor considera que, en lugar de quedarse en una polarización entre la derecha y la izquierda, lo que algunos han pronosticado, se debe trabajar desde un “centro político” multipartidista. No para administrar el statu quo, sino para impulsar el desarrollo económico y social del país. Para eso, considera que se debe realizar una reforma educativa estructural de largo plazo.
Las propuestas que plantea para la reforma en educación persiguen la productividad y la equidad, buscan aumentar la corresponsabilidad de la mano con la gratuidad. Es decir, se buscará el acceso a la educación para todos, pero donde los derechos también se combinan con los deberes.
La reforma educativa contiene una audaz combinación de mercado con intervención, como muestra del “giro ideológico” que propone el libro para las políticas públicas, según palabras del autor, no podemos quedarnos esperando que por fin tengamos un proyecto de nación fuerte para hacer los cambios que se necesitan con el fin de elevar la contribución de la educación al proyecto de sociedad.
Reconoce que algunos se preocuparán y protestarán con el texto que incluye, llamado “Desamarrar de Fecode la política educativa”. Hace énfasis en que teóricamente se trataría de 1) una agenda (holística) de reformas, 2) secuencial, 3) gradual, 4) con pilotos experimentales, 5) con cambios voluntarios, 6) con equidad intergeneracional, tramitada con diálogo, persuasión y negociación para pasar de lo que alguna vez Alberto Carrasquilla llamó “equilibrio malo” a un “equilibrio bueno”, o por lo menos llevadero, en aras de un proyecto de sociedad más definido.
Una mirada a la interpretación de la historia
Además, el libro se refiere al Bicentenario de la Independencia, la enseñanza de la historia y el patriotismo, lúcido e informado, distinto del nacionalismo. Mera afirma no tener una visión vergonzante de la historia nacional y la considera importante para nutrir un patriotismo volcado a un proyecto de nación predominantemente moderno y liberal.
Mera reconoce que al no haber escrito nunca sobre historia, es de los partidarios de una visión revisionista, pero que no se construya desde el odio, sino desde la comprensión compleja de los procesos históricos.
Solidaridad social
Al leer las columnas incluídas en el libro se aprecia una valoración positiva de la política de equidad, que consistiría en subir la participación de los dos quintiles de menores ingresos, mediante un proceso que en realidad comienza en la primera infancia. Subsidiar a los quintiles superiores en la universidad en vez de invertir en la educación básica y media de los quintiles inferiores no es una política de equidad.
Plantea la necesidad de una conciencia de que nuestra educación ayuda poco a la productividad y a la equidad. De lo contrario, seguiremos diciéndonos que podemos ser “el país más educado de América Latina en 2025” sin ajustar los cimientos, la arquitectura y la ingeniería de la educación y sin claridad sobre “más educados para qué” (teníamos una buena respuesta en Visión Colombia 2019, pero la olvidamos) Por otra parte, reconoce el valor de acceso y diversidad que ha permitido el programa Ser Pilo Paga a los jóvenes de menos recursos del país. Lo presenta como un programa de inclusión y equidad.
El libro de Daniel Mera puede ser polémico, pero sin duda es una apuesta arriesgada por una reforma educativa en función del desarrollo y la equidad, con ideas liberales y alejadas de la polarización. Algo complicado en la sociedad colombiana, sin embargo, una propuesta para analizar, debatir y para valorar que hay personas como Mera que han pensado y quieren proponer por una educación colombiana como el eje central en la construcción de la nación.
(*) Especialista en educación. Twitter: @hurtadobeltran “La opinión del autor no refleja necesariamente la posición del medio y es responsabilidad exclusiva del que la escribe”