A menos de dos semanas del mundial, muchas cosas importantes han pasado en el país. El Campin se llenó para despedir a la Selección, Iván Arboleda, el arquero de Banfield, que fue la gran sorpresa de la convocatoria, fue desafectado y enviado a su casa, ¿la razón?, no es su momento, pero ya llegará.
También durante los últimos días, y a consecuencia de las elecciones presidenciales, he recibido llamadas de personas que hace años no me hablaban, así como de cercanos, todos con la misma intención: pedirme que vote por uno u otro candidato, y de paso que les ayude a reclutar votantes. Argumentos dan muchos, buenos, malos, ¿quién soy yo para juzgarlos?, no les sobran, pero tampoco les faltan. A ninguno le he querido responder pero me estoy cansando. A decir verdad, y aprovechando este espacio para responderles a todos: dejen de llamar, pierden su tiempo tratando de convencerme, en política ya no pienso.
Me van a tener que disculpar. Yo sé que debería comportarme de acuerdo con ciertas normas estipuladas, pero no soporto ver como unos y otros andan por la vida vapuleando, reprobando a sus rivales mientras disculpan las malas actuaciones de quienes consideran los correctos por el simple hecho de ser sus amigos o ser partidarios. Entiendo que no todos son capaces de sacarse sus pasiones de encima como para pensar con la razón, he tratado de ser respetuoso con los que llaman y no responderles de mala manera, inclusive hago un gran esfuerzo para que los odios y los amores no me trastoquen la lógica.
Pero como dije me van a tener que disculpar, hay un tema con el que sencillamente no puedo ser imparcial, cuando de trabajo no se trata. Hay que ver como me pongo cuando no tengo que informar, pasa de todo, las pasiones me afectan, este tema me saca sonrisas y lagrimas de emoción, me invita a creer, y ofrezco excusas porque este tema no es trascendental, no va a arreglar la economía del país, mucho menos va a colaborar en la construcción del Metro de Bogotá, aunque la verdad ni el Alcalde pudo con eso. Estoy hablando de la Selección Colombia, del Mundial, llevo 4 años, 1.460 días esperando a que llegue, cuento las horas para estar en Rusia, sí, no voto ni por uno ni por otro porque dejo todo y me voy, la Selección me espera.
Quisiera, como periodista, muchas veces no tener corazón, ni sentimientos a la hora de hablar de la Selección, de Pekeman, de Falcao, de James u Ospina, no me lo puedo permitir, antes que cualquier profesión soy colombiano y ante tantas alegrías que me han brindado no puedo hacer otra cosa que medir con un rasero distinto lo que pasa con ellos. En ningún momento me refiero a dejar de informar, es más bien que cada situación adversa por la que atraviesan la siento propia, así que siempre es un tema que hay que tomar con pinzas.
El 4 de julio de 2014 le dí mi voto de confianza a Pekerman y a sus muchachos para que nos volvieran a llevar a un Mundial y ellos sí cumplieron, ¿entonces cómo les voy a fallar? No tanto por haberles dado mi voto de confianza, que ya es bastante importante, es más bien porque siento que algo les debo y a decir verdad no sé de qué forma pagarles, es más no se si tendré forma alguna de saldar la deuda que tengo, y en este punto meto a todos los colombianos, la deuda que tenemos con ellos.
Digamos que mi deuda trato de pagarla la mayor parte del tiempo con actos simples, pequeños, imperceptibles para ellos. Muchas veces, aunque difícil es, se limita a no reprochar absolutamente nada de sus actuaciones, en otras oportunidades intento abonar algo con acciones un poco más grandes. Como en 2014, cuando preferí dejar de ir a mi propio grado por seguir a la Selección; al final en casa prefirieron que aplazara la ceremonia un par de meses. Pero esta vez no votare ni por uno, ni por otro. Esta vez lo dejo todo: me voy con la selección.
*Alejandro Munévar será uno de los enviados especiales de EL NUEVO SIGLO al Mundial de Rusia