Biden se puede hacer a un lado, pero el problema no sólo su reemplazo | El Nuevo Siglo
DESCONCENTRADO, desmejorado y en momentos muy dubitativo se vio al candidato presidente Joe Biden en el debate televisivo del jueves en CNN. Tras ello crecen las voces para que abandone la contienda./Archivo AFP

Sábado, 29 de Junio de 2024
Pablo Uribe Ruan*

“Se acabó”, dijo Mark Harris, un consultor político de Pensilvania entrevistado en la noche del jueves luego del primer debate presidencial entre Donald Trump y Joe Biden. “O los demócratas le sustituyen, o va a perder las elecciones... Joe Biden no puede ganar estas elecciones”, le confesó a The Wall Street Journal.

En el “peor debate de la historia”, según Jeff Greenfield, uno de los mejores analistas de Estados Unidos y columnista de el Politico, Joe Biden no sólo ha tenido una muy mala noche, sino que dejó -y confirmó- que parece no estar preparado física y mentalmente para otros cuatro años en La Casa Blanca.

El mal desempeño de Biden el jueves ha obligado a los analistas a preguntarse qué tan factible es que renuncie como candidato presidencial y le ceda la nominación demócrata a otro u otra. Para entender este posible escenario, no descartable pero difícil, hay que tener en cuenta cuatro temas: el apoyo político del presidente, los tiempos para una nueva nominación, la financiación y los posibles nominados.

Arrasó en primarias

Recién terminado el debate, David Axelrod, exjefe de estratega de Barack Obama y unos de los mayores expertos en estrategia política, dijo abiertamente en CNN: “va haber discusiones sobre si (Biden) debe continuar”.

Como anunció Axelrod, los demócratas este mismo viernes ya han empezado hablar del mal desempeño de Biden. La vicepresidenta Kamala Harris  destacó que “hubo un comienzo lento”, mientras que otras voces importantes como la del gobernadores de California,  Gavin Newsom, ratificaron  a Biden como “nuestro candidato”. “Estoy deseando votar por él en noviembre, va a ser nuestro candidato”, añadió.

Las pocas voces críticas dentro de los demócratas demuestran el nivel de hermetismo que se maneja en la campaña del postulado presidente, quien parece confiar en que cuenta con el respaldo de una inmensa mayoría de votantes demócratas y ha conseguido una gigantesca orquesta de donantes, que, aunque menos de lo que ha recibido Trump, se trata de cifras astronómicas que demuestran credibilidad y apoyo.

Así no parezca por su mal manejo de las pantallas y los eventos públicos, Biden arrasó las primarias del partido y con ello confirmó que, a pesar de su edad (81 años), no existe otro candidato tan popular dentro de su partido. Ganó, durante esta jornada electoral.

Seguramente, los líderes del partido demócrata, el presidente del Congreso Chuck Schumer y el de la Cámara, Hakeem Jeffrei, se estarán preguntando: ¿Cómo cambiamos un candidato que, sólo cinco meses atrás, ganó con contundencia unas elecciones primarias que servían, además, para medirse con otros posibles candidatos demócratas?

Al apoyo político dentro de su partido, Biden le suma su reciente discurso de la Unión, el  más importante durante el año para cualquier presidente de los Estados Unidos. El 7 de marzo de este año, el Presidente intervino ante el Congreso y salió aplaudido por casi todo el hemiciclo, llegando al punto de que parte de la prensa liberal norteamericana lo calificara como “un discurso histórico”.

No deja de ser cierto que Biden, también, sigue registrando números aceptables en las encuestas. Pese a que en casi todas aparece debajo de Trump, un fenómeno político nunca antes visto en Estados Unidos, la distancia entre uno y otro marca un promedio de tres puntos, según Real Clear Politics, un portal de encuestas. Difícil, pero remontable, pensarán los asesores del presidente.

Visto como un político popular y estadista, como indican las primarias y el discurso de la Unión, Biden ha construido también una enorme estructura de campaña desde hace más de siete meses, cuando anunció que se iba a reelegir. Según el portal “Act Blue”, el actual presidente ha logrado USD 200 millones de dólares y en uno de los momentos en que más donantes ha conseguido fue el día en que Trump fue declarado culpable.  

Las donaciones hechas a la campaña de Biden han sido transferidas directamente a su campaña y no pueden, según las reglas electorales, ser trasladadas a otro nominado. El potencial nuevo candidato tendría que empezar de nuevo a recolectar fondos para su campaña. Entre más tarde sea nominado, más difícil sería conseguir lo que ya ha logrado el actual presidente en más de seis meses

Y, es que el tema de los tiempos sería un dolor de cabeza para los demócratas. Si Biden decide dar un paso al costado, el nuevo nominado sería elegidos en la Convención Nacional Demócrata, prevista para este agosto en Chicago. Estamos hablando que todo julio sería un mes perdido entre la despedida agridulce de Biden y la presentación público del nuevo nominado, que tendría que ser ratificado en la Convención.

Existe, sin embargo, una remota posibilidad y es que Biden renuncia antes en una convención abierta y extraordinaria, cuyo objetivo único sería que los delegados de los estados que han respaldado por unanimidad su candidatura reconozcan públicamente que le quitan su respaldo. Para la mayoría de analistas, este escenario es muy poco posible.

Posibles nominados

A pesar de que Biden ganó las primarias y ha recolectado miles de millones de dólares, la mala presentación del debate el jueves ha llevado a que todo Estados Unidos se pregunte cómo hacer para que el presidente postulado se haga a un lado y en su reemplazo se nomine a un candidato o candidato con mayor vitalidad.

La baraja de candidatos a reemplazarlo es extensa y va más allá de la siempre citada Kamala Harris, quien, según The Wall Street Journal, genera cierta antipatía dentro de la dirección demócrata, por su cercanía con Bernie Sanders y toda la línea socialdemócrata del partido, hoy distanciada del ala principal.

Si no es Harris, la mujer demócrata que tendría más opciones no sería Michelle Obama, sino Gretchen Whitmer, la gobernador de Michigan. Según The Washington Post, “la gobernadora de Michigan combina ser una alternativa realmente plausible con parecer casi ideal sobre el papel”. “Es una gobernadora que procede de un estado crucial (los demócratas necesitan controlar los estados indecisos del Medio Oeste, dados sus problemas en otros estados indecisos”, comenta el diario.

Carismático y líder del estado más grande de los Estados Unidos, el gobernador de California es otro de los perfiles fuertes. A su 57 años, Newsom representaría un giro total, aunque tiene la desventaja de venir de un estado que enfrenta altas tasas de criminales, lo que, según el Post, podría ser usado en su contra por Trump.

Por último, suena el nombre de Josh Shapiro, gobernador de Pensilvania, catalogado como la estrella emergente del Partido Demócrata en la última convención. Pero, apenas lleva año y medio como gobernador, parece todavía inexperto para enfrentarse a Trump. A él se le suma la siempre presente Michel Obama. Aunque nunca ha confirmado que le gustaría aspirar a la presidencia, los analistas no la descartan por su permanente presencia pública y su buena imagen en las encuestas. Según el Post, esta semana se ha confirmado un choque entre ella y la campaña de Biden que podría afectar su relación a futuro.

Entre el hermetismo de la campaña de Biden y un Donald Trump que aprovecha cada minuto de la distracción de su rival, los demócratas entran llenos de dudas en los últimos cuatro meses de campaña y sin la plena convicción de que Biden deba ser su candidato.

*Analista y consultor. MPhil en Universidad de Oxford.