Finalmente, nuestro “mermelado Congreso” impartió aprobación a la reforma de la salud, en medio de una confusión total sobre los beneficios o desastres que ella puede aportar a un país que, mal que bien, ha logrado humanizar y cubrir a un amplio porcentaje de su población.
La opinión pública se dividió entre gobierno y oposición, sobre tema tan espinoso que difícilmente llevarnos a la potencia de la vida que pregonan Petro y sus seguidores. El proyecto no podía tener modificación alguna, ante la terquedad opuesta al clamor de un país. Hubo hasta restricciones al uso de la palabra para quienes osaban debatir en la cámara.
Los huracanados y virulentos argumentos y recriminaciones del ministro de salud, Guillermo Alfonso Jaramillo, pringados de censura, revivieron la memoria de la Colombia de los años 70 cuando él, siendo representante fue secuestrado por el mismo Eln de hoy. El hecho ocurrió en Mariquita.
Su adversario de entonces, el senador Alberto Santofimio, lo calificó de “Superman”, ante la historia que narró en ese entonces al periodista Germán Santamaría, para una brillante crónica publicada en “El Cronista”, diario liberal de Ibagué.
Para elevar su valentía y audacia, Jaramillo informó que ante un descuido de tres superarmados guerrilleros que lo llevaban por las veredas de Flandes, se lanzó a un pedregoso río, desde el puente que atravesaban. Tras derrotar a sus captores y al Eln, deambuló por campos, bosques y veredas hasta llegar a Mariquita, en donde las autoridades lo recibieron y acompañaron hasta Ibagué.
Su osadía y bravura fueron noticia nacional, que aprovechó Santofimio, para aplicarle la banderilla o mote de Superman.
No se sabe si revivió en él la supremacía de entonces para defender la reforma, con toda suerte atropellos y falsedades. La comercialización de las UCI solo puede respaldarla una mente excitada y pasional, porque eran unos aparatos escasos en el mundo y que en Colombia hasta varias universidades trataron de producir. No las había en el mercado.
Acusar a un cuerpo médico ético como el colombiano de prestarse para convertirnos en un laboratorio experimental que comprobara la eficacia de las vacunas, fue una super falacia. La científica húngara, Katalin Karobo y el norteamericano Drew Weissman, recibieron el Premio Nobel, por la vacuna contra el coronavirus. Ninguno vino a Colombia a supervisar lo que denunció el superministro. Vale la pena que Jaramillo explique con valentía cómo fue eso de utilizar a un pueblo como ratones de laboratorio.
Así han sido todas las actuaciones de quien maneja la salud en Colombia y de quienes la quieren cambiar de tajo, para entregarla integralmente al Estado. El titular de salud, debe excusarse como un valiente Clark Kent de sus “super-acusaciones” y prepararse para defender el proyecto en un senado adverso a la mermelada y estudioso de los temas que le encomiendan.
BLANCO: Con gran éxito presentó el colega Carlos Gustavo Álvarez su o libro “El viaje en que se supo casi todo”, con una gran historia, en la cual muestra el azote del delito cibernético que maneja al Mundo. Felicitaciones Carlos Gustavo.
NEGRO: El nulo crecimiento de nuestra economía por culpa de las tasas que mantiene el Emisor.