El dilema liberal para las presidenciales | El Nuevo Siglo
LA APUESTA del expresidente César Gaviria por la candidatura de Alejandro Gaviria no salió como esperaba
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Jueves, 18 de Noviembre de 2021
Redacción Política

Como partido histórico es claro que el liberalismo siempre ha sido un protagonista de los comicios presidenciales. Sin embargo, en las últimas tres décadas ese peso específico se ha venido marchitando. La última vez que uno de los suyos llegó a la Casa de Nariño fue en 1994 con Ernesto Samper, cuyo mandato estuvo marcado por el narcoescándalo.

Luego vendrían las candidaturas de Horacio Serpa, quien pese a sumar 5,6 millones de votos perdió en 1998 -en segunda vuelta- con el conservador Andrés Pastrana y cuatro años después, con 3,5 millones de sufragios, fue superado en primera vuelta por Álvaro Uribe. Lo intentaría una vez más en 2006, quedando tercero, sumando 1,4 millones de votos ante un Presidente-candidato reelegido en primera ronda.

Pese al ascenso del uribismo, que se llevó no pocas bases y líderes del liberalismo, las toldas rojas volvieron a competir por la Casa de Nariño en 2010. Sin embargo, la candidatura de Rafael Pardo estuvo lejos de clasificar a segunda vuelta (disputada por Juan Manuel Santos y Antanas Mockus). Apenas si sumó 638 mil votos.

En 2014 el liberalismo no se presentó a la competencia y se adhirió a la reelección de Santos. Vendría el 2018 y de nuevo este partido decidió ir a la contienda presidencial, pero el resultado fue catastrófico. Humberto de la Calle, exjefe negociador del acuerdo de paz, logró en mayo el peor rubro electoral en las últimas décadas para la colectividad: 399.180 votos.

Pese a la fortaleza de las candidaturas del uribista Iván Duque (7,6 millones en primera vuelta), el candidato de izquierda Gustavo Petro (4,8 millones) y el aspirante antioqueño Sergio Fajardo (4,6 millones), el muy bajo resultado de los liberales sorprendió.

Y no era para menos, ya que ese mismo partido, apenas dos meses antes, en marzo, había quedado cuarto en la elección de Senado, sumando 1,9 millones de votos para conquistar 14 curules, en tanto que fue la colectividad más votada en la Cámara, con 2,4 millones de respaldos para hacerse con 35 escaños.

Nuevo rumbo

Tras muchos análisis sobre la debacle con De la Calle y un intento de rebelión contra la jefatura única del expresidente César Gaviria -quien retomó las riendas de la colectividad en septiembre de 2017-, lo cierto es que el exmandatario siguió al frente, prometiendo que las toldas rojas recobrarían el rumbo y la fortaleza política.

De hecho, una de las primeras decisiones de Gaviria fue la de que el partido se declarara independiente frente al gobierno Duque, junto a Cambio Radical.

En aquel segundo semestre de 2018 en las toldas rojas la vista para arrancar ese proceso de ‘resurrección política’ estaba puesta en los comicios regionales y locales de octubre de 2019. Llegada esa cita en las urnas, el liberalismo se volvió a hacer sentir, sobre todo en las elecciones que se consideran el principal termómetro del poder regional: las de asambleas departamentales y concejos municipales, ya que en las de alcaldes y gobernadores el resultado es muy relativo debido a la cantidad de coaliciones multipartidistas que respaldan a un mismo candidato.

En cuanto a las dumas departamentales, el liberalismo fue el más apoyado con 2,2 millones de votos en el total nacional. Y lo mismo ocurrió en concejos, en donde llegó a 2,6 millones de respaldos.


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Con esa ratificación del poderío electoral rojo la meta siguiente se fijó en los comicios de 2022. El poder de Gaviria volvió a fortalecerse, al punto que los dirigentes que quisieron hacerle contrapeso ya estaban fuera de la disciplina roja, como los casos del exministro Juan Fernando Cristo o el exsenador Juan Manuel Galán.

Vendría el 2020 y el impacto de la pandemia de covid-19 le quitó el espacio a las maniobras políticas, aunque fue claro que las distancias entre Gaviria y la Casa de Nariño empezaban a ser más visibles. De hecho, el liberalismo apoyó algunas de las mociones de censura contra ministros del gobierno uribista, ratificando una independencia cada vez más crítica. Incluso, cuando en agosto del año pasado el exmandatario fue reelegido como jefe único por dos años más (hasta 2022), su ‘pliego de cargos’ contra Duque y el uribismo fue muy duro.

En ese congreso partidista se dijo que uno de los mandatos al expresidente era, precisamente, el de tender puentes para traer de nuevo al oficialismo rojo a dirigentes que se apartaron de la disciplina partidista o que militaban en La U, Cambio Radical, el uribismo y sectores de centro-izquierda.

Todo ello con miras a tres premisas: concretar un proceso de reunificación sólido, mantener y aumentar la cuota parlamentaria y volver a ser protagonistas de una coalición fuerte para pelear por la Casa de Nariño.

¿Qué ha pasado?

Sobre esos tres hechos puntuales hoy, quince meses después del congreso partidista, el panorama es complicado en dos y optimista en el restante.

De un lado, los puentes de unión con dirigentes y sectores que se fueron del partido no se han tendido. Por el contrario, Galán y Cristo hoy son precandidatos presidenciales de la Coalición de la Esperanza, en tanto De la Calle será cabeza de lista al Senado de ese bloque. A ello se suma que no solo un fallo de la Corte Constitucional revivió semanas atrás la personería del Nuevo Liberalismo, sino que muchos dirigentes críticos de Gaviria emitieron una carta de respaldo a Cristo hace poco, lo que confirma que no volverán por ahora al oficialismo rojo. Paradójicamente le recriminan al exmandatario que quiere poner el partido al servicio de su hijo Simón, aunque lo cierto es que este hoy no aspira al Congreso ni a la Presidencia.

En segundo lugar, a diferencia de partidos como La U, conservadores, verdes, Centro Democrático, Polo o Cambio Radical, que vieron disminuir sus bancadas por capturas, nulidades electorales, renuncias forzadas, escisiones, trasteos partidistas o fallecimientos, los liberales mantienen intactas sus 14 curules en Senado y 35 en Cámara. Aunque para los comicios parlamentarios de marzo próximo habrá una pelea más intensa por los 280 escaños, debido a irrupción de listas como la petrista del ‘Pacto Histórico’ o la de los esperanzados, por ahora los liberales confían en mantener sus cuotas en ambas cámaras.

Sin embargo, en el plano de la competencia presidencial la situación es crítica. Faltando seis meses para la primera vuelta y menos de cuatro para las consultas interpartidistas de marzo en que se escogerán aspirantes únicos de coalición (el mismo día de las elecciones parlamentarias) el partido Liberal no tiene candidato propio ni alianza amplia.


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La apuesta del expresidente Gaviria por lograr que el aspirante oficial fuera el exministro Alejandro Gaviria no funcionó. Si bien este finalmente renunció a la rectoría de los Andes, se lanzó como aspirante independiente por firmas. Luego, la nueva estrategia del exmandatario para que el partido respaldara al exministro tampoco caló, ya que la Coalición de la Esperanza, con Fajardo a la cabeza, vetó el nombre de César Gaviria como respaldo de Alejandro Gaviria si este quería entrar a la coalición de centro, como en efecto piensa hacerlo. Y, como si fuera poco, ayer las relaciones entre los dos Gaviria se habrían roto definitivamente.

Si bien hay otros precandidatos liberales, como los exgobernadores Eduardo Verano o Luis Pérez, o incluso el senador Luis Fernando Velasco, los primeros están más cerca de la coalición de los exmandatarios regionales y el segundo del propio Petro. A ello se suma que poco marcan en las encuestas y no tendrían el peso específico necesario para ser el candidato oficial de las toldas rojas.

¿Entonces? Por ahora todo es incierto. El expresidente tiene que barajar de nuevo y el tiempo se le agota. La posibilidad de un candidato propio cada vez es más complicada. Pocos nombres con el suficiente peso específico tiene el oficialismo rojo para medírsele a una candidatura de última hora. Sin embargo, el exmandatario ha demostrado muchas veces ser un sobreviviente político y electoral. Es seguro que todavía le quedan maniobras y margen de acción. Habrá que esperar…