Si se hace una revisión de las protestas de los resguardos indígenas en la última década queda en evidencia que, año tras año, realizan una o dos grandes movilizaciones y que el común denominador de las mismas es la exigencia del cumplimiento de anteriores compromisos gubernamentales en materia de asignación de más tierras, presupuestos, compromisos para garantizar su autonomía así como medidas para frenar los flagelos de violencia que afectan los territorios ancestrales.
La actual “minga” indígena que llegó a Cali en días pasados, proveniente de los resguardos del Cauca y sur del Valle, aunque respaldada también por movimientos campesinos y afrodescendientes, es un capítulo más de esa larga historia. De hecho, las posturas del Comité Regional Indígena del Cauca (CRIC) y del gobierno Duque no difieren mucho de las mismas contradicciones de años anteriores. De un lado, los resguardos denuncian incumplimientos y de otro el Ejecutivo de turno los niega.
Sin embargo, es claro que más allá de la discusión puntual entre los líderes de la “minga” y el equipo ministerial sobre cada uno de los puntos del último acuerdo (mayo 2019) y que tanto se ha cumplido de este, hay cinco flancos de esta crisis que empiezan a tornarse cada día más importantes, incluso por encima de la negociación base. Aquí una radiografía de cada uno de ellos:
1. ¿Marcha politizada?: no es la primera vez que se habla de que los resguardos indígenas están siendo instrumentalizados por líderes y fuerzas políticas de partidos de izquierda. De hecho, tras la accidentada jornada del lunes, en donde se reiteró el cortocircuito entre las partes, la propia ministra del Interior, Alicia Arango, lamentó que los consejeros mayores no asistieran al encuentro con una alta delegación gubernamental y que solamente pudieran hablar con sus delegados.
“Es muy importante que Colombia sepa que esta Minga no es una Minga reivindicativa, es una Minga de carácter político, porque el Gobierno ha hecho grandes esfuerzos por cumplir lo pactado durante este Gobierno y gobiernos anteriores que no se había cumplido”, precisó. Paradójicamente los pueblos “indígenas, sectores sociales, afros y campesinos” ratificaron “el carácter político de la minga”, según el comunicado expedido ayer, en donde, además, señalan al presidente Iván Duque de incumplirles. Lo cierto es que es claro que cada una de las partes tiene un concepto distinto de lo que significa el carácter político de la manifestación. El Gobierno se refiere evidentemente a la politización de la marcha por parte de algunos dirigentes y partidos, y los líderes de la “minga” enfatizan que se trata de la expresión política de un sector social del país.
2. ¿Riesgo de infiltración subversiva?: tras lo ocurrido en los disturbios de septiembre en varias ciudades, tras un claro caso de abuso policial en la capital del país, este es un tema recurrente: ¿Qué tanto las milicias del Eln y de las disidencias de las Farc se están infiltrando en la protesta social? Hasta el momento no hay claridad al respecto: El Gobierno asegura que sí hubo infiltrados pero ambas facciones ilegales lo negaron. ¿Y la “minga”? El martes algunos medios de comunicación hicieron alusión a este delicado tema, citando como fuente a información de los organismos de inteligencia, según la cual las disidencias y el Eln estarían apoyando la movilización de los resguardos con el objetivo de alterar el clima social-político y presionar a las comunidades ancestrales para que exijan la salida de la Fuerza Pública de sus territorios. Ningún vocero gubernamental confirmó la versión pero tampoco la negaron. Los que sí reaccionaron fueron los voceros de la “minga”, que hicieron alusión a esas publicaciones. “… Ello lo interpretamos como una prueba de los intereses malintencionados de alterar el desarrollo de la protesta, generar caos y problemas de orden público; que rechazamos decididamente, pues con ello se pretende estigmatizar la protesta social”, dijeron los líderes, reiterando que en la marcha participan no solo indígenas sino campesinos, negritudes y otros sectores.
3. ¿Hacia el paro del 21?: desde semanas atrás las centrales obreras ya habían indicado que el 21 de octubre se realizará una jornada de protesta nacional. Para no pocos analistas, es claro que se quiere hacer alusión a lo que pasó un año atrás, ya que fue precisamente en octubre cuando empezaron las movilizaciones que llevaron a una ola de paros en noviembre y diciembre de 2019 que no solo degeneraron en desórdenes graves en todo el país (incluso con Bogotá y Cali en toque de queda), sino que puso en evidencia la débil gobernabilidad de Duque. De hecho, fue ese clima social crítico el que terminó llevando al Gobierno a recomponer el gabinete y arrancar la llamada “Conversación nacional”. Para algunos observadores la “minga” tiene como principal objetivo llegar a Bogotá, sin importar lo que pase en Cali. Los cálculos que se hacen es que ese trayecto le podría significar de seis a siete días, lo que implica que estarían llegando a la capital en la antesala del paro del 21, lo que obviamente sería un elemento de mucho peso para la dimensión de la protesta. En ese orden de ideas, hay quienes consideran que esta “minga” está coordinada con la organización del paro nacional del 21, que tiene como principal objetivo plantearle un pulso al Gobierno desde las calles.
4. La figura presidencial: no es la primera vez que los líderes de una “minga” condicionan la instalación de las mesas de negociaciones a que haga presencia el Presidente de la República. Y no es la primera vez que, ya sea este gobierno o los anteriores, el Jefe de Estado prefiere abstenerse de asistir a un escenario con miles de personas y envía, en su lugar, a una comisión ministerial de alto nivel para que se encargue de las tratativas. De hecho, al presidente Duque ya le ocurrió un episodio parecido en marzo del año pasado. Tras varias semanas de bloqueo en la zona del suroccidente, al final al Mandatario le tocó asistir a Caldono (Cauca) y reunirse con los gobernadores de los resguardos, aunque no en una plaza pública. En esta ocasión, el pulso por la presencia del Jefe de Estado se reeditó. El lunes a Cali el Gobierno envió una comisión del más alto nivel, con casi medio gabinete y otra serie de altos funcionarios, pero los líderes de la “minga” no quisieron reunirse con ellos. “El carácter de la movilización no es reivindicativo, ni se persiguen recursos económicos; el carácter de la Minga es netamente político, su finalidad es la defensa de la vida, la paz, el territorio y la democracia; en un debate público que no se realizará con delegados del Gobierno Nacional, sino directamente con el Presidente Iván Duque Márquez”.
5. Riesgo sanitario: en las últimas dos semanas se ha presentado un cambio de tendencia en la curva epidemiológica del covid-19 a nivel nacional. La cantidad de casos activos del coronavirus ha aumentado de forma preocupante y hay ciudades y departamentos en donde el número de infectados y de muertes ha empezado a subir otra vez. De allí que se esté hablando de una especie de “rebrote” o “segunda ola” de la pandemia. En ese marco, la movilización de miles de indígenas desde el suroccidente del país a Cali y de allí posiblemente a Bogotá, es considerada un riesgo de salud pública en estos precisos momentos de alerta epidemiológica. Sin embargo, los indígenas no creen en ese alto nivel de peligro. “… Desde la medicina propia y desde nuestros usos y costumbres contamos con remedios, sahumerios y trabajo espiritual y además los participantes a la minga guardarán observancia del uso de tapabocas, desinfección de superficies con alcohol, lavado de manos y antibacterial. De igual manera existen orientaciones de bioseguridad propia e intercultural para la participación de la minga, entre las que se sobresalen que los programas de salud de cada territorio dará orientaciones puntuales sobre protocolo de bioseguridad, así mismo, antes de salir del territorio los comuneros deberán realizarse rituales de protección”.