Perspectiva. “El humor, clave para cualquier democracia” | El Nuevo Siglo
Nicolás Pernett deja claro en su libro “Presidentes sin pedestal” que Colombia por ser un país tan violento necesita el reverso del humor.
Laura Morales
Domingo, 5 de Febrero de 2023
Redacción Política

La primera caricatura aparecida en Colombia sobre temas políticas es una de autor anónimo que se llama “Las nuevas aleluyas” y que hace alusión al enfrentamiento entre bolivarianos y santanderistas.

A propósito de estas diferencias ideológicas, que se marcaron de manera radical en la Convención de Ocaña, apareció esta caricatura elaborada a partir de la técnica de grabado, publicada en 1829, que constituye el registro de este género más antiguo que existe en el país. Esta primera caricatura es de autor anónimo, como solían ser gran parte de las caricaturas del siglo XIX e incluso primeras décadas del siglo XX, por temor a las retaliaciones de los gobernantes de turno.

Así lo recuerda Nicolás Pernett, historiador y magíster en Literatura. “Luego ya en los años 30 y 40 se sigue manteniendo la costumbre de burlarse en gran medida de los poderosos, en este caso de Santander, que gobernó buena parte de la década de los 20 y los 30”.

Pernett recuerda que, por ejemplo, la crítica de arte Beatriz González identificó algunas litografías de Carlos Casar de Molina, aparecidas en la costa, en Cartagena, por ejemplo, que es una ciudad tan importante como Bogotá en ese sentido.

De igual modo señala que José María Espinosa, uno de los pintores y artistas más importantes del siglo XIX en Colombia, también incursionó en la caricatura en los diferentes periódicos que aparecen en ese momento.

“O el conservador José Manuel Groot, que también era escritor, historiador y pintor costumbrista, son los que más se destacan durante esa época, en que los liberales ganan mucha fuerza, se instaura más adelante, inclusive, el Olimpo Radical, pero justamente los conservadores como Groot son los que le hacen el contrapeso a través de la caricatura. Luego cuando ya son los conservadores los que llegan al poder, con la Hegemonía Conservadora, ya a final de siglo, es que aparecen caricaturistas que van a hacerles la contra a los conservadores”, evoca el historiador.

En ese periodo estuvo Alberto Urdaneta, que además era un excelente grabador y litógrafo y es uno de los pintores más importantes siglo, quien se convertirá en una autoridad de la caricatura, menciona Pernett.

El Siglo XX

Asimismo se destaca a Alfredo Greñas, que saca un periódico que se llama "El Zancudo", que también es bastante crítico del gobierno conservador. Ya a finales de siglo y comienzos del siguiente, está Lázaro Escobar, que hace grabados para un periódico "El Amolador".

“Ya en el nuevo siglo van a aparecer los grandes maestros de la caricatura, como Pepe Gómez, artista y caricaturista, y Ricardo Rendón, un antioqueño que primero empieza en Medellín con el grupo de Los Panidas y luego se viene a Bogotá a hacer caricaturas en contra de la hegemonía conservadora”, expone Pernett.

“Dicen que cuando ya cae la hegemonía conservadora y llega el gobierno liberal, también Rendón llegó a hacer caricaturas contra el gobierno liberal. O sea, que realmente era una mente crítica, más allá del partido político que estaba en el poder. Y además de una mente crítica también era una mente atribulada y adolorida, porque terminó suicidándose justamente en una café, pegándose un tiro”.


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Ya para la segunda mitad del siglo XX se amplían mucho las posibilidades, explica Pernett. “Desde caricaturistas como Osuna, pero también había unos satíricos que escribían en la prensa, como Lucas Caballero Calderón, el famoso Klim, que no dibujaba, pero sí le gustaba inventarse apodos y hacerle críticas al gobierno de turno, conservador o liberal; de una familia que tiene tradición de contestataria en Colombia, porque tanto él, Klim, como su hermano Eduardo Caballero Calderón, eran críticos y periodistas muy mordaces”.

“El hijo de Eduardo Caballero, Antonio Caballero, ni se diga; y la hija de Antonio Caballero, Isabel Caballero, también sigue con la tradición periodística de la familia. Así que son varias generaciones de esa familia que se pueden contar entre esos humoristas, pero también críticos. O sea, el humor no es más que una forma de esconder la crítica o de hacerla más amable”, narra el historiador.

También nacen nuevas formas de expandir el humor, como la radio, por ejemplo. “Entonces figuras como Humberto Martínez Salcedo, que llegó a aparecer en televisión en los 70 y 80, pero sobre todo su carrera la hizo como humorista en la radio, en los 50 y 60; también bastante crítico de los gobiernos, bastante sardónico y satírico. Él es padre de Néstor Humberto Martínez, el exfiscal, y se caracterizaba por ser capaz de hacer imitaciones en radio. Hasta presidentes como Carlos Lleras no sabían distinguir si era su voz o la de Martínez la que se reproducía en la radio”.

De esta manera la tradición del imitador y la imitadora empieza a ganar mucha fuerza. “Al final de siglo, el programa 'La Luciérnaga', que aparece en la época del apagón de Gaviria, como una forma de lidiar, justamente, con la oscuridad, se hace famosa primero con Guillermo Díaz Salamanca y luego con otros imitadores e imitadoras de mucho peso, como Alexandra Montoya, que también se vuelve una institución en esa materia. Y la imitación es una forma de caricatura también, porque se está tomando la voz y el retrato de alguien, y los está exagerando y haciéndolos cómicos”, ilustra el historiador.

Resalta que eso también pasa en Estados Unidos con algunos imitadores como el actor Alec Baldwin, que se volvió más famoso como Trump que el mismo Trump. “Y Jaime Garzón también empezó como imitador; claro, a él se le conoce mucho por hacer personajes propios, como Heriberto de la Calle, Dioselina Tibaná o Néstor Elí, que son personajes de él, pero si uno ve los archivos de Jaime Garzón, comprueba que era un excelente imitador”.

La necesidad del humor

Para Pernett, quien en su más reciente libro, “Presidentes sin pedestal”, deja claro que Colombia por ser un país tan formal por un lado, y tan violento por otro, en distintas etapas de la historia, necesita el reverso del humor. “Porque la formalidad está presente en nuestra vida cotidiana, en el gobierno, en la burocracia, en la vida cultural. Y también justamente para escapar de esa formalidad tenemos una tradición de humor, de burlarnos, de sacarle el chiste a todo. El humor es una contracara de las características nacionales y por eso es importante apreciarlo y saber que es un bastión de la cultura, no es nada más una distracción, una entretención: es fundamental para cualquier democracia y cultura del mundo”.

Foto 2: "Año nuevo vida nueva". 1929. Caricatura de Ricardo Rendón en "Cromos". (Página del Banco de la República)