El cambio climático y las actividades humanas han acelerado los procesos erosivos de la línea costera en zonas como Playa El Choncho y el sector de Chavica, al norte de este puerto sobre el Pacífico colombiano.
Así lo asegura la ingeniera ambiental María Alejandra Cifuentes, de la Universidad Nacional (U.N.) Sede Palmira, quien para su tesis de maestría estudió 156 kilómetros del litoral costero, entre el sector de Chavica (Chocó) y La Playita (Valle del Cauca), en un periodo de 30 años.
Según el estudio, en el 28,42 % de la línea costera (interfase entre la tierra y el mar) se evidenciaron procesos de erosión, es decir pérdida o inmersión de superficie terrestre.
Por otro lado, en el 22,95 % de la línea costera se identificó un fenómeno de acreción, que ocurre cuando emerge territorio que antes se encontraba bajo el nivel del mar, o cuando se disponen y reorganizan materiales en la superficie. Este afecta en mayor grado las zonas de Boca San Juan, Puerto España y cerca de la playa La Concepción, en el Valle del Cauca, y al sur de Chavica, en el Chocó.
Como balance, el mar avanzó un promedio de 21 cm por año sobre el área de estudio, con valores máximos de acreción del orden de los 26,92 m, y de 21,01 m de erosión. La mayor afectación se encontró en la Playa el Choncho (Valle), en donde el mar se desplazó cerca de 624 m entre 1986 y 2001. “La población que vivía en este lugar sufría por inundaciones y tuvo que ser reubicada por el Gobierno nacional”, explica la investigadora Cifuentes.
Desde su mirada analítica, el cambio climático es uno de los factores que más genera erosión costera, como consecuencia del incremento del nivel del mar. “Cada vez son más frecuentes los eventos climáticos extremos como tormentas, huracanes y ciclones; además la zona de Buenaventura es particularmente vulnerable al fenómeno de El Niño”, sostiene.
Por otro lado, asegura que la intervención humana también provoca desplazamientos de la línea costera, como ocurre cuando se hacen dragados para permitir el acceso de barcos al puerto o para disponer materiales y sedimentos con objetivos de construcción.
Análisis geoespacial
Para llevar a cabo el estudio, la investigadora utilizó imágenes satelitales de disponibilidad libre de la constelación de satélites Landsat, registradas en tres años: 1986, 2001 y 2015. Con este material realizó un análisis geoespacial de la banda espectral infrarrojo cercano, la cual permite diferenciar de manera más precisa la superficie marítima de la terrestre, para delimitar la línea costera en cada año evaluado.
Tales líneas costeras se compararon a través del programa ArcGIS y la extensión del Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS): Digital Shoreline Analysis System (DSAS), por medio de una zonificación por transectos. Como resultado se crearon mapas que reflejan la magnitud del cambio en escalas de colores.
Según afirma, con estos estudios es posible generar insumos para orientar políticas públicas de gestión del riesgo dirigidas a la población asentada en los territorios de alerta por erosión, además de aportar información a los sistemas de atención de desastres.
Por otro lado, estas investigaciones servirían como referente en el desarrollo de planes de ordenamiento territorial y de manejo de los ecosistemas y los sistemas sociales, en los que se estipulen las actividades y los proyectos que se pueden desarrollar en el litoral costero.
El trabajo, adelantado como parte del grupo de investigación en Recursos Hidrobiológicos, dirigido por el profesor John Josephraj Selvaraj, avanza ahora hacia la evaluación del impacto que tienen las variaciones en la línea costera, puntualmente sobre el puerto de Buenaventura y el casco urbano. También se estudian los efectos en ecosistemas estratégicos como los bosques de manglar, que son predominantes en la zona.
El nivel del mar en el puerto de Buenaventura aumenta en promedio 2,2 mm cada año, según el Plan de gestión del cambio climático para los puertos marítimos de Colombia, publicado en 2017 por el Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras y los ministerios de Ambiente y Transporte. Según el documento, para 2040 este incremento del nivel del mar podría afectar el 8 % de la zona portuaria, el 100 % de las terminales y vías de acceso, y el 62 % del área de uso portuario.