"Biodiversidad también debe ser prioridad global" | El Nuevo Siglo
AFP
Miércoles, 7 de Diciembre de 2022
Redacción medio ambiente con AFP

La crisis climática y de biodiversidad están indisolublemente unidas, por lo que es "urgente actuar", dice Elizabeth Maruma Mrema, secretaria ejecutiva del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) de la ONU.

"Sigo siendo optimista", explica a la AFP en la antesala del inicio de la COP15 dedicada a la biodiversidad en Montreal, esperando un "momento de París" para la naturaleza, en referencia al histórico acuerdo de 2015 destinado a limitar el calentamiento global.

Después de la del clima, esta otra COP, que abre este miércoles y se extenderá hasta el 19 de diciembre, se realiza con dos años de retraso a causa de la pandemia de covid-19. Cerca de 200 países intentarán elaborar un nuevo marco global para la protección de la naturaleza.

Pero después de tres años de laboriosas negociaciones, los puntos de fricción siguen siendo numerosos.

"La biodiversidad debe tener éxito porque de ahí vienen las soluciones para la implementación del Acuerdo de París. La naturaleza es tan importante como el clima" y los dos temas deben abordarse "juntos", insiste Maruma Mrema.

Nos hemos acercado a los "puntos de inflexión", pero "no es demasiado tarde" antes de que "no quede nada que dejar a nuestros hijos", dice la funcionaria tanzana al recordar que el declive de la biodiversidad ha alcanzado "niveles sin precedentes en la historia de la humanidad".

"Calculamos que el 90% de los ecosistemas se han visto afectados hasta el momento y más de un millón de especies están amenazadas de extinción", añade.

Durante esta COP, "lo importante es que se adopte un marco, todos tendremos interés en asegurarnos de que se implemente para evitar volver al punto de partida", estima, acogiendo con satisfacción el hecho de que se hayan aprendido las lecciones respecto de 2010.

Ese año, los 196 países signatarios del CDB se comprometieron a implementar medidas, denominadas Metas de Aichi, para detener el declive de la biodiversidad para 2020. Casi ninguna de ellas fue alcanzada.


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"Objetivos cuantificados"

Maruma Mrema se congratula por el compromiso mostrado en esta oportunidad por todas las partes interesadas: empresas, gobiernos, ciudadanos y oenegés. El aplazamiento de dos años ha permitido ampliar las consultas, añade.

"Esta vez, el marco se adoptará junto con un mecanismo" de seguimiento, y "todos los objetivos estarán acompañados de metas numéricas".

Este no fue el caso del último acuerdo. Pero la aprobación de objetivos cuantificados ambiciosos estará condicionada a compromisos financieros de Norte a Sur, uno de los "puntos complicados" de las negociaciones, admite.

Al igual que con las conversaciones sobre el clima, varios países quieren "asegurarse de que habrá suficientes recursos financieros disponibles para la implementación" de las medidas.

Entre los veinte objetivos en discusión, la ambición principal, denominada 30x30, apunta a poner al menos el 30% de las tierras y los mares del mundo bajo protección jurídica mínima para 2030. En el acuerdo precedente de 2010 este objetivo fue de 17% y 10%,
respectivamente.

Este porcentaje es un mínimo, ya que algunos especialistas reclaman que sea del 50%. Sin embargo, esta meta es solamente una parte de la ecuación. Por ejemplo,Francia ya logró este objetivo en relación a las zonas marítimas, pero varias oenegés denuncian que se escogen zonas poco explotadas de los mares australes y que sigue habiendo pesca industrial en sectores protegidos del territorio continental.

Las cifras deben estar en equilibrio con los esfuerzos necesarios para el 70% restante del planeta.

En el debate también está la restauración de tierras deterioradas, que pueden equivaler a entre 20% y 30% es decir 1.000 millones de hectáreas, la reducción de la circulación de especies invasoras y un recorte de uso de pesticidas y abonos, que algunos países quieren disminuir a la mitad y hay debates álgidos al respecto con Brasil y Argentina.

Otra meta a alcanzar son los derechos de los pueblos indígenas, en cuyos territorios se encuentra cerca de un 80% de la biodiversidad restante de la Tierra, según expertos del clima de la ONU.

Tras años de ser marginalizados y obligados a desplazamientos forzados, incluso enarbolando como motivo la conservación, estas comunidades exigen dar un consentimiento libre e informado sobre el establecimiento de zonas protegidas.

Y quieren garantías sobre la preservación de su derecho y del reconocimiento de su papel en varios de los objetivos a debatir.

México, Bolivia y Colombia y países como Filipinas, Nueva Zelanda y Australia están muy implicados en esta cuestión, afirmó Tauli Corpuz.

Otro tema que se proyecta complejo es el del financiamiento. Brasil, apoyado por 22 países, pidió a los países ricos que aporten "al menos 100.000 millones de dólares por año hasta 2030" para los países en desarrollo para preservar la biodiversidad, una cifra alineada con la de los acuerdos sobre el clima.

En cambio, los países del Norte son reticentes a la creación de un nuevo fondo, cuya gestión es percibida como compleja e ineficaz, y prefieren un sistema de transferencias directas.

Y, en cuanto a la biopiratería, una gran cantidad de países del sur, encabezados por Sudáfrica, exigen recibir beneficios de los recursos biológicos que hayan permitido la fabricación de medicamentos lucrativos o de productos cosméticos en los países ricos. Esta promesa se remonta incluso a la Convención sobre la Diversidad Biológica de 1992.

A partir de 2014, en virtud del protocolo de Nagoya, hay un sistema en marcha para otorgar una remuneración cada vez que se utiliza un recurso.

Sin embargo, esto solamente se aplica a las muestras físicas de una planta o de un animal y en general los investigadores trabajan con secuencias genéticas digitalizadas.

Esta Secuencia de Información Digital (DSI por su sigla en inglés) está en bases de dato de libre acceso y no genera ningún ingreso a los países de origen.