Los gigantescos bosques de algas de la Patagonia chilena resisten al cambio climático, lo que alienta la esperanza de que puedan mantener su importante rol en la mantención de la biodiversidad en esta rica zona del planeta.
Al igual que en la superficie, bajo el mar existen extensos bosques constituidos por algas. En la región de Magallanes, en la Patagonia chilena, crecen gigantescos bosques de Macrocystis pyrifera, comúnmente conocidos como huiros, sargazo o calabacillo.
Considerado como uno de los organismos vivientes más grandes del planeta –pueden llegar a medir hasta 90 metros-, estos bosques de huiros brindan refugio y son sitios de reproducción y alimentación para una gran cantidad de especies, crustáceos, moluscos, peces, algunas variedades de gusanos marinos y de la apreciada centolla, entre otras.
Una reciente expedición del Centro de investigación dinámica de ecosistemas marinos de altas latitudes de la Universidad Austral (Ideal) recorrió los fiordos australes y el Canal de Beagle, en el extremo sur de Chile, para estudiar cómo estos bosques submarinos se podrían ver afectados por el cambio climático, con una mayor cantidad de descarga de agua dulce producto del deshielo de glaciares, lo que genera cambios que pueden ser relevantes para los bosques, como el nivel de salinidad y la cantidad y calidad de la luz que reciben.
Los primeros estudios indican que, a diferencia de lo que ocurre en otras zonas de planeta -como en Tasmania- y en la parte norte de Chile, los bosques submarinos de la región de Magallanes están mostrando una respuesta fisiológica diferente.
“Esta respuesta fisiológica es óptima y les permite seguir sobreviviendo a condiciones extremas, es decir, son algas que se están aclimatando”, dice el ingeniero en acuicultura y estudiante de doctorado de biología marina del Centro Ideal Mauricio Palacios.
Y si sus condiciones se mantienen, significa también que se preserva la alta biodiversidad asociada a estos gigantescos bosques submarinos. “Esto es bueno para el ecosistema en general y en la Patagonia mejor aún”, que disfruta de una de las aguas más limpias del planeta, agrega Palacios.
Valioso recurso comercial
La presencia de estos bosques sustenta otras pesquerías, modifican las corrientes -reduciendo hasta en un 20% la velocidad de estas al interior de los bosques- y constituyen un valioso recurso comercial, destaca por su parte el biólogo Erasmo Macaya, jefe de la expedición del Centro Ideal.
Cosechada, esta alga puede ser utilizada como alimento para el cultivo de invertebrados marinos, como por ejemplo erizos y abalones. Se ha utilizado además en la producción de biocombustibles, fertilizantes y la extracción de “alginatos” usados en la industria alimenticia como espesantes.
En Chile, se pueden encontrar bosques de huiros desde Arica, en la frontera norte, hasta el Cabo de Hornos, una de las últimas zonas habitadas del planeta. También se encuentra ampliamente distribuida en el hemisferio norte, desde Alaska a Baja California, mientras que en el hemisferio sur es posible hallarlos en Perú, Sudáfrica, el sur de Australia, Nueva Zelanda, islas subantárticas y en la zona sur de la costa atlántica de Sudamérica, de acuerdo al Centro Ideal.
Hasta el momento, no se extrae comercialmente en el extremo sur del país pero su sobreexplotación en algunas zonas de la costa central chilena está amenazando su subsistencia.