Colombia es una potencia planetaria en biodiversidad y recursos hídricos, pero al mismo tiempo vive de venderle al mundo carbón y petróleo, combustibles fósiles. Que no cunda el pánico: en la economía verde también hay ingresos y empleos. Lo dice el experto mundial en el tema, Juhern Kim.
“Si Colombia utiliza con inteligencia sus abundantes recursos asociados al capital natural puede crear nuevas oportunidades de negocios vinculadas a la bioeconomía, la agricultura sostenible, la economía forestal, que tienen el potencial de generar ingresos y crear empleos verdes”, expresó a IPS el surcoreano Juhern Kim, economista ambiental y especialista en gestión de ecosistemas.
Kim es representante interino en Colombia del Instituto Global para el Crecimiento Verde (GGGI, en inglés), una organización intergubernamental surgida en 2012, que promueve un desarrollo sostenible que sea viable económicamente y, al mismo tiempo, socialmente inclusivo. Trabaja directamente en 26 países, entre ellos Colombia.
Este mes de junio hace un año que Colombia ratificó el Acuerdo de París sobre cambio climático, en el que se comprometió a reducir en 20 por ciento, antes de 2030, las emisiones de gases de efecto invernadero, para contribuir así a reducir el recalentamiento planetario.
Entre otros temas, Kim analizó cómo Colombia avanza hacia la mitigación y adaptación al cambio climático y hacia una economía baja en carbono, como se comprometió en el Acuerdo suscrito en diciembre de 2015 en París.
IPS: Colombia es el quinto productor mundial de carbón, ¿cómo propone el GGGI abordar el punto final a esa actividad minera, que se contrapone a los acuerdos climáticos?
JUHERN KIM: La producción de carbón desempeña un papel importante en la economía colombiana: contribuye a alrededor de 1,5 por ciento del producto interno bruto y representa 18 por ciento de las exportaciones. Como alrededor de 95 por ciento de su producción se exporta, la actividad carbonífera nacional se verá afectada por los vaivenes del mercado internacional. Las últimas fluctuaciones del precio claramente muestran que la economía del país necesita diversificarse para crecer más y mejor. Además, la futura demanda global de carbón tiende a caer, aunque ocurrirá lentamente y no para todos los tipos de carbón. Muchos países comenzaron a cerrar sus plantas de carbón y están abocados a reducir el consumo de otros combustibles fósiles, reforzado por compromisos internacionales como el Acuerdo de París, en el que Colombia incluyó su propio compromiso.
El GGGI promueve un crecimiento económico sostenible e inclusivo, que implica reducir el uso de carbón y otros combustibles fósiles. Por eso, apoya al gobierno de Colombia desde hace año y medio, a través del Departamento Nacional de Planeación, en la elaboración de una política de crecimiento verde de largo plazo, que proponga medidas relacionadas con la actividad económica carbonífera de tres formas.
La primera es incorporar energías renovables en la matriz energética. En Colombia, la producción de electricidad a partir del carbón representa ocho por ciento del total generado.
La segunda es explorar promotores de un nuevo crecimiento económico para diversificar la economía, que actualmente depende de las exportaciones de petróleo y carbón. Por ejemplo, la biodiversidad; si Colombia utiliza con inteligencia sus abundantes recursos asociados al capital natural, puede crear nuevas oportunidades de negocios vinculadas a la bioeconomía, la agricultura sostenible, la economía forestal, que tienen el potencial de generar ingresos y crear empleos verdes.
Y la tercera medida busca limitar el impacto ambiental de la extracción de carbón, en especial de los mineros informales, que rondan el 40%.
IPS: ¿Cómo se puede proteger a la población costera de las tormentas tropicales más intensas y del avance de la erosión?
JK: Colombia está bajo gran amenaza de tormentas tropicales y de erosión costera en sus costas sobre dos océanos: casi 1.700 kilómetros de costa Caribe y 1.300 kilómetros en el Pacífico. El aumento de la frecuencia e intensidad de esos eventos, sumado a la mala planificación urbana, incrementa la vulnerabilidad y el riesgo de las personas, la infraestructura y los ecosistemas.
El Plan Nacional de Adaptación reconoce esa vulnerabilidad. El Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible avanza en la dirección correcta, al incluir variables relacionadas con el cambio climático en la planificación y zonificación de territorios, la que se articulará con fondos adecuados y con la transferencia de tecnología para implementar medidas de mitigación.
Son de particular importancia las medidas de adaptación basadas en los ecosistemas. En este caso, proteger y expandir los manglares en la franja costera reducirá la erosión, y al mismo tiempo permitirá el uso sostenible de esos ecosistemas, beneficiando el modo de vida de la población local.
IPS: Un tema central es el de la transición energética. ¿Cómo promover las energías verdes en Colombia?
JK: Colombia tiene una gran participación de energías limpias a través de la generación hidroeléctrica (70%). Pero al depender de los ciclos hidrológicos, es vulnerable al cambio climático.
En ese sentido, a Colombia le conviene diversificar la matriz energética con otras fuentes limpias, con cambios de política y normativos en el mercado energético. Colombia se quedó atrás en producción de recursos energéticos renovables y no convencionales, en comparación con vecinos latinoamericanos, como Chile. Pero tiene un gran potencial para generar energía solar, eólica y de biomasa, útiles como soluciones alternativas a la red.