En Colombia, el séptimo día de la Novena de Aguinaldos marca una jornada especial de reflexión, unión familiar y fervor religioso. Esta celebración, profundamente arraigada en la cultura del país, reúne a comunidades en torno a las oraciones, villancicos y momentos compartidos que preparan el espíritu para la llegada de la Navidad.
Oración para todos los días
Benignísimo Dios de infinita caridad, que tanto amasteis a los hombres, que les disteis en vuestro Hijo la mejor prenda de vuestro amor para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen, naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio; yo, en nombre de todos los mortales, os doy infinitas gracias por tan soberano beneficio.
En torno a él os ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de vuestro hijo humanado; suplicándoos por sus divinos méritos, por las incomodidades con que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en su pesebre, que dispongáis nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con total desprecio de todo lo terreno, para que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén. (Se reza tres veces el Gloria al Padre).
Consideración día séptimo
Representémonos el viaje de María y José hacia Belén, llevando consigo, aún no nacido, al Creador del universo hecho hombre. Contemplemos la humanidad y la obediencia de este Divino Niño, que, aunque de raza judía y habiendo amado durante siglos a su pueblo con una predilección inexplicable, obedece a un príncipe extranjero que forma el censo de población de su provincia. Es como si hubiese para Él en esa circunstancia algo que le halagase y quisiese apresurarse a aprovechar la ocasión de hacerse empadronar oficial y auténticamente como súbdito en el momento en el que venía al mundo.
¿No es extraño que la humillación, que causa tan invencible repugnancia a la criatura, parezca ser la única cosa creada que tenga atractivos para el Creador? ¿No nos enseñará la humildad de Jesús a amar esa hermosa virtud? ¡Ah...! Que llegue el momento en que aparezca el deseado de las naciones, porque todo clama por este feliz acontecimiento.
El mundo, sumido en la oscuridad y el malestar, buscando y no encontrando el alivio de sus males, suspira por su Libertador. El anhelo de José, la expectativa de María, son cosas que no puede expresar el lenguaje humano. El Padre Eterno se halla, si es lícito emplear esta expresión, adorablemente impaciente por dar a su Hijo único al mundo y verle ocupar su puesto entre las criaturas visibles.
El Espíritu Santo arde en deseos de presentar a la luz del día esa santa humanidad tan bella que Él mismo ha formado con tan especial y divino esmero. En cuanto al Divino Niño, objeto de tantos anhelos, recordemos que hacia nosotros avanza lo mismo que hacia Belén.
Apresuremos con nuestro deseo el momento de su llegada, purifiquemos nuestras almas para que sean su mística morada y nuestros corazones para que sean su manifestación terrenal. Que nuestros actos de mortificación y desprendimiento “preparen los caminos del Señor y hagan rectos sus senderos”.
Oración a la Santísima Virgen
Soberana María, que por tus grandes virtudes y especialmente por tu humildad, mereciste que todo un Dios te escogiera por madre suya, te suplico que tu misma prepares y dispongas mi alma, y la de todos los que en este tiempo hagan esta novena, para el nacimiento espiritual de tu adorado Hijo. ¡Oh dulcísima Madre! Comunícame algo del profundo recogimiento y divina ternura con la que guardaste tu, para que nos hagas menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén. (Se reza nueve veces el Avemaría).
Oración a San José
¡Oh Santísimo San José! Esposo de María y padre adoptivo de Jesús. Infinitas gracias doy a Dios porque te escogió para tan altos ministerios y te adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza. Te ruego, por el amor que tuviste al Divino Niño, me abrases en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente, mientras en su divina esencia le veo y le gozo en el cielo. Amén. (Se reza el Padrenuestro, el Avemaría y el Gloria).
Gozos
Dulce Jesús mío, mi niño adorado, ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
- ¡Oh sapiencia suma del Dios soberano,
que a infantil alcance te rebajas sacro,
¡oh Divino Niño, ven para enseñarnos
la prudencia que hace verdaderos sabios! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto! - Adonai potente que a Moisés hablando,
de Israel al pueblo diste los mandatos,
¡ah, ven prontamente para rescatarnos,
y que un niño débil muestre fuerte brazo! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto! - ¡Oh raíz sagrada de Jesé que en lo alto,
presentas al orbe tu fragante ramo!
Dulcísimo Niño que has sido llamado
Lirio de los valles, Bella Flor del campo. ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto! - Llave de David que abre al desterrado
las cerradas puertas de regio palacio,
¡sácanos, oh Niño, con tu blanca mano
de la cárcel triste que labró el pecado! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto! - ¡Oh lumbre de oriente, sol de eternos rayos,
que entre las tinieblas tu esplendor veamos!
Niño tan precioso, dicha del cristiano,
luzca la sonrisa de tus dulces labios. ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto! - Espejo sin mancha, santo de los santos,
sin igual imagen del Dios soberano,
borra nuestras culpas, salva al desterrado,
y en forma de Niño da al mísero amparo. ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto! - Rey de las naciones, Emmanuel preclaro,
de Israel anhelo, Pastor del rebaño,
Niño que apacientas con suave cayado,
ya la oveja arisca, ya el cordero manso. ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto! - Ábranse los cielos y llueva de lo alto,
bienhechor rocío como riego santo.
Ven hermoso Niño, ven Dios humanado,
luce hermosa estrella, brota flor del campo. ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto! - Ven que ya María previene sus brazos,
do su Niño vean en tiempo cercano.
Ven que ya José con anhelo sacro,
se dispone a hacerse de tu amor sagrario.¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto! - Del débil auxilio, del doliente amparo,
consuelo del triste, luz del desterrado,
vida de mi vida, mi dueño adorado,
mi constante amigo, mi divino hermano.¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto! - Ve ante mis ojos de ti enamorados,
bese ya tus plantas, bese ya tus manos.
Prostérneme en tierra, con fervor clamando:
¡Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
Oración al Niño Jesús
Acordaos, ¡oh dulcísimo Niño Jesús!, que dijiste a la Venerable Margarita del Santísimo Sacramento, y en persona suya a todos tus devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado”.
Llenos de confianza en Ti, ¡oh Jesús, que eres la misma verdad!, venimos a exponerte toda nuestra miseria. Ayúdanos a llevar una vida santa, para conseguir una eternidad bienaventurada.
Concédenos, por los méritos de tu encarnación y de tu infancia, la gracia... de la cual necesitamos tanto.
Nos entregamos a Ti, ¡oh Niño omnipotente!, seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza, y de que en virtud de tu divina promesa, acogerás y despacharás favorablemente nuestra súplica. Amén.
Receta para hacer buñuelos
Ingredientes
- 250 g de almidón de yuca (fécula de yuca).
- 100 g de queso costeño rallado (o queso fresco salado).
- 50 g de queso campesino rallado (o queso fresco suave).
- 1 huevo grande.
- 2 cucharadas de azúcar (opcional, para un toque más dulce).
- 1 cucharadita de polvo para hornear.
- 2 a 3 cucharadas de leche (o hasta que logre la textura deseada).
- Aceite vegetal para freír.
Preparación
-
Preparar la masa:
- En un recipiente amplio, mezcle el almidón de yuca, los quesos rallados, el polvo para hornear y el azúcar (si lo usa).
- Añada el huevo y mezcle bien hasta integrar.
- Poco a poco, agregue la leche mientras amasa hasta obtener una masa suave, homogénea y ligeramente húmeda. La masa debe ser fácil de moldear, pero no pegajosa.
-
Formar los buñuelos:
- Tome pequeñas porciones de masa (del tamaño de una nuez o un poco más pequeñas).
- Haga bolitas con las manos, asegurándose de que no tengan grietas para que no se rompan al freír.
-
Freír los buñuelos:
- Caliente el aceite en una olla profunda o sartén a fuego medio-bajo (aproximadamente 160 °C).
- Añada las bolitas al aceite caliente. No llene demasiado el recipiente para que tengan espacio para crecer.
- Fría los buñuelos lentamente para que se cocinen por dentro y no queden crudos. Estos deben flotar y girarse solos a medida que se cocinan.
- Cuando estén dorados y bien inflados, sáquelos y déjelos escurrir sobre papel absorbente.