Las emergencias por desastres en Colombia aumentaron 15% en el último año, así lo reveló el Observatorio de Seguridad y Salud en el Trabajo del Consejo Colombiano de Seguridad (CCS), en la conmemoración del Día Internacional para la Reducción de Riesgo de Desastres. Desde el CCS se hace un llamado a los diferentes actores gubernamentales, empresariales, comunidades, entre otros, a tomar medidas que minimicen los riesgos de catástrofes.
Con base en el consolidado de estadísticas que reporta la Unidad para la Gestión del Riesgo de Desastres, en lo correspondiente al año 2022, el CCS identificó que los movimientos en masa son los eventos que se presentan con mayor frecuencia en el país y alcanzan un 30,56 % del total de emergencias. Esto, seguido de inundaciones, con un 20,46 %; e incendios forestales, que alcanzan el 20,29 % de los casos.
Esto generó una afectación en 623.045 personas. A pesar de que los eventos con mayor frecuencia son los movimientos en masa, las inundaciones afectan a un mayor número de personas (en 2022 alcanzó un 73 %). Frente a los casos fatales, 452 personas perdieron la vida (60 % más que en 2021), donde los movimientos en masa fueron los de mayor impacto, con un 34,29 %, seguido de los incendios estructurales, con 14,38 %, y los accidentes mineros, en un 13,05 %.
El departamento de Antioquia ocupó la primera posición de los casos de fallecimientos reportados, con el 18,14 %; seguido de Valle del Cauca, con el 12,39 %; y Risaralda, 12,17 %.
Para Adriana Solano Luque, presidenta del Consejo Colombiano de Seguridad y miembro de la junta directiva global de ARISE, este es un llamado para que todos los actores se fortalezcan en la reducción del riesgo de desastres, así como en la preparación y respuesta ante emergencias. “La primera claridad que debemos hacer es que los desastres no son naturales, el término “desastre” se refiere a la perturbación generalizada de la vida y los bienes de las personas causada por un suceso o una serie de sucesos. Si una amenaza natural no causa ningún trastorno, no se trata de un desastre. Por consiguiente, si bien muchas amenazas pueden ser inevitables, los desastres no lo son. No podemos evitar una erupción volcánica, pero podemos evitar que se convierta en un desastre. Como lo afirma UNDRR, la reducción del riesgo de desastres es el resultado de todas las medidas que pueden adoptarse para evitar las pérdidas de vidas, las lesiones, los desplazamientos, los daños a las infraestructuras críticas, incluida la pérdida de acceso a los servicios básicos, y las pérdidas económicas causados por amenazas de origen humano o natural”.
Y es que durante 2022 se presentaron 4555 emergencias, con 6591 viviendas destruidas (2,5 veces más que en 2021), principalmente por inundaciones (en un 58,29 %), seguido de los movimientos en masa (27,46 %).
Por eso, Solano Luque asegura que “la clave está en que, desde el gobierno nacional, regional y local, así como desde la participación de las empresas y organizaciones, implementemos acciones de reducción y preparación ante el riesgo de desastres. Colombia tiene un importante reto en este sentido, para lo cual es clave coordinar y fortalecer el conocimiento y las capacidades, donde el sector privado juega un rol fundamental para contribuir en la prevención y respuesta a emergencias, de tal manera que aporte al cuidado de las personas, de la infraestructura y se asegure su continuidad frente a posibles eventos adversos”.
Tan solo en el año 2022 los recursos ejecutados en atención a emergencias por el Fondo Nacional de Gestión de Riesgo de Desastres ascendieron a 83 mil millones de pesos (70 % menos que el 2021), de los cuales el 72,6 % correspondieron a atención a emergencias de inundaciones; 14,8 %, a lluvias y temporales, y 3 % a incendios forestales.
Por ello, “una adecuada gestión del riesgo de desastres protege vidas, cuida del medio ambiente y de la infraestructura de Colombia; así como ahorra recursos que podrían invertirse en otras necesidades primarias de nuestro país”, asegura Solano Luque.