Es evidente que el constante crecimiento de la población mundial representa hoy un reto importante en términos alimentarios y ambientales. Ante esta situación, diferentes sectores están trabajando en alternativas de producción más eficientes que tengan en cuenta los criterios de sostenibilidad y adecuada gestión de los recursos naturales.
Una de estas alternativas, es la cría y consumo de insectos, una opción que aporta grandes beneficios para la salud humana debido a su composición nutricional que se destaca por su aporte en minerales y grasas saludables como omega 3 y 9. Además, su producción es amigable con el planeta, ya que requiere menos espacio, genera menos gases de efecto invernadero y utiliza materias primas de bajo costo.
Andrés Arias, docente de la Fundación Universitaria San Martín, destaca que en Colombia la producción y consumo de insectos es aún incipiente, de allí el interés por investigar las ventajas que ofrece esta alternativa alimentaria con el propósito de construir un protocolo que permita impulsar su práctica en el país.
Dentro de los beneficios para el ambiente, se encuentra una menor huella ambiental y ecológica en comparación con la producción de proteínas tradicionales de origen animal, como bovinos, aves, porcinos, etc. Así mismo, con esta alternativa se espera sustituir el uso de harina de girasol o soya que son empleadas normalmente para la producción de concentrados aportando el mismo valor nutricional a la dieta de gallinas o cerdos.
En este caso, la cría de insectos requiere menos extensión de tierra y consumo de agua, los insumos son económicos y el tiempo de cosecha es corto. Según el docente "en un espacio de tan solo un metro cúbico se pueden producir hasta 10 kg de insectos, que pueden ser utilizados para el consumo humano y/o alimentar a otros animales".
De esta manera, dos de estudiantes del programa de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la San Martín, vienen desarrollando un proyecto de cría artesanal de grillos para la obtención de harina destinada a la preparación de galletas y cupcakes de consumo humano, además de servir como insumo principal para la elaboración de snacks para animales de compañía y la alimentación de animales de finca.
“Iniciamos con un proceso de incubación con materiales reciclables, hidratación constante y una dieta económica que permitiera el crecimiento rápido de las ninfas de los grillos debido a sus niveles de concentración de proteína. Hoy tenemos la meta de producir 1 kilo y medio de harina por semana a través de la cría de cerca de 15.000 grillos adultos, una producción semanal que puede llegar a alimentar a aproximadamente 100 gallinas ponedoras”, explicó Milton Baquero, uno de los estudiantes líderes del proyecto.
Reflejo de esto, son los llamados que viene haciendo la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), para aumentar la ingesta de proteínas vegetales y/o alternativas como medida para combatir el cambio climático. A nivel mundial, se estima que más de 2 millones de personas consumen insectos de manera regular. Una cifra aún muy pequeña en comparación con la población mundial.
Así pues, se han identificado más de 1.900 especies de insectos aptos para el consumo humano, dentro de los que se destacan los escarabajos (31%) en sus diferentes estados fisiológicos, las mariposas y polillas (18%), abejas, avispas y hormigas (14%), saltamontes (13%), pulgones, cigarras y chinches (10%).
Los investigadores consideran que los insectos podrían llegar a revolucionar la industria alimentaria de nuestro país en los próximos años. “Si utilizamos la harina de insectos en más preparaciones, tendríamos la capacidad de crear alimentos funcionales, alimentos que dada su composición nutricional ofrezcan beneficios para la salud humana y puedan llegar a prevenir enfermedades como la hiperglucemia e hiperlipidemia, las cuales están asociadas a altos niveles de azúcar y colesterol en la sangre”, explicó el docente.
De allí que sea fundamental seguir avanzando en la formalización de este tipo de proteínas alternativas, en el fomento de su producción y consumo, factores que van a contribuir de manera significativa en la conservación del medio ambiente, la seguridad alimentaria y el desarrollo del agro colombiano, ya que los productores se van a ver beneficiados al encontrar alternativas económicas, accesibles y de buena calidad que les ayuden a reducir costos en la alimentación y sostenimiento de sus animales.