Basta con una búsqueda en línea de noticias sobre movimientos en masa, llamados comúnmente deslizamientos o derrumbes, para darse cuenta de que estos eventos se presentan en el país semanalmente, e incluso a diario. Sin embargo, aunque son tan comunes, muchas veces no entendemos por qué nuestro territorio está tan predispuesto a su ocurrencia.
Pues bien, la respuesta está en la suma de varios procesos que determinan lo que sucede bajo nuestros pies y que están relacionados con la geología, la hidrometeorología, la química, la física y las actividades humanas.
Pero para entender mejor las causas de los movimientos en masa, empecemos por el principio: Colombia está situada en la esquina noroccidental de Suramérica, donde confluyen las placas tectónicas Suramericana, Nazca y Caribe; una característica que explica el alto nivel de sismicidad en el país.
Además, sobre el territorio nacional se extienden las tres cordilleras, las cuales, además de ser cadenas montañosas jóvenes que aún en proceso de levantamiento y formación, están conformadas por materiales que se ven afectados por procesos como fracturamiento (grietas producidas por fuerzas tectónicas), erosión (pérdida de la capa superficial del suelo) y meteorización (descomposición de minerales y rocas).
Todo lo anterior contribuye a las características geológicas por las que ocurren los movimientos en masa, principalmente en la región Andina. Así lo explican expertas del grupo de Evaluación de Amenaza y Riesgo Geológico del SGC, y añaden que también es frecuente encontrar procesos de inestabilidad en la Sierra Nevada de Santa Marta, en los lomeríos de los departamentos de la región Caribe, y en las serranías de la región Pacífica. Estos últimos potenciados por el alto nivel de pluviosidad o lluvias del Pacífico colombiano.
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De acuerdo con los estudios elaborados por el SGC entre 2011 y 2017, como el Mapa Nacional de Amenaza por Movimientos en Masa, hay más de 500 municipios del país en donde la confluencia de las condiciones geológicas, geomorfológicas, climáticas y de ocupación y uso del suelo, potencializan la generación de movimientos en masa. Estos, a su vez, tienen detonantes como:
- Incremento en la cantidad de agua que contiene el terreno, lo cual aumenta el peso sobre el mismo.
- Vibración por un sismo o una explosión.
- Cortes o excavaciones en laderas sin prever la liberación de cargas de los materiales que las conforman (sin estudios geotécnicos).
¿Cuáles son las características de los movimientos en masa que vemos continuamente en el país y por qué es importante conocerlas?
Los movimientos en masa que suceden en el país y en el mundo se dan de distintas maneras, dependiendo de cómo estos se desprenden y movilizan a través del terreno: deslizamientos, flujos, caídas, volcamientos, propagación lateral y reptación. Conocer estos tipos de movimientos, además de determinar los materiales involucrados en ellos (rocas, tierras y partículas de diversos tamaños que se producen por la disgregación de rocas y suelos conocidas como detritos), es fundamental para identificar las causas y las mejores opciones para evitarlos, prevenirlos o controlarlos.
Precisamente, para obtener la información necesaria frente a un movimiento en masa y evaluar su amenaza, se realizan estudios que apuntan a conocer los factores que condicionan la inestabilidad del terreno, entre ellos los materiales que lo conforman a nivel superficial, su geometría, sus coberturas y el uso que le dan los seres humanos. También se investigan los fenómenos que finalmente alteran el equilibrio del terreno, como el aporte de agua (lluvia), la vibración (el sismo), la expulsión violenta de material en la superficie (una erupción volcánica) o la pérdida o incremento de carga en las laderas (un corte, una excavación o un relleno).
Entender todo esto permite construir un mapa que revela el estado de un territorio. En el país, las entidades territoriales, los entes privados y públicos, las universidades y las instituciones científicas como el SGC han desarrollado este tipo de estudios, los cuales permiten determinar las regiones más propensas a estos eventos, así como desarrollar instrumentos que le apunten tanto a la planificación urbana y rural como a la gestión del riesgo de desastres.
De hecho, el Servicio Geológico Colombiano, dentro de las funciones establecidas en el Decreto 4131 de 2011, es la entidad encargada de investigar los movimientos en masa que generan amenaza con afectación regional y nacional; generar conocimiento y suministrar información sobre estos a las autoridades competentes y las comunidades con fines de planificación, ordenamiento territorial y gestión del riesgo; y proponer y difundir metodologías de evaluación de amenaza por movimientos en masa con afectaciones departamentales y municipales.
¿Podemos prepararnos para evitar desastres derivados de los movimientos en masa?
El primer paso es conocer la amenaza y analizar las posibles condiciones de riesgo que se desean gestionar. No es suficiente elaborar estudios y mapas, sino que se requiere trabajar en la apropiación del conocimiento de los escenarios de riesgo a futuro para gestionar el mismo, así como el ordenamiento territorial y ambiental.
Para prepararnos mejor también es necesario disminuir la amenaza con obras de mitigación, proteger laderas con diseños basados en la naturaleza, restringir el uso y la ocupación del suelo y reubicar personas e infraestructura en zonas de riesgo.
Adicionalmente, las comunidades deben estar preparadas, pues son ellas las que participan en los procesos de observación, toma de datos, monitoreo y evacuación. Un ejemplo de esto son los habitantes de los municipios de San Eduardo (Boyacá) y Rosas (Cauca), quienes ejercieron un liderazgo para salvar la vida de sus familias y las de sus vecinos al reconocer las señales de aviso de la naturaleza, entre ellos, los cambios en los drenajes, la estructura y la textura del suelo, y las grietas y escarpes.