DESDE el mismo momento en que el gobierno chino informó que el posteriormente llamado Covid-19 era un nuevo coronavirus, la ciencia, la biotecnología y la academia, se movieron rápidamente, en diversos frentes, para develar su genoma, comportamiento, árbol genealógico, origen y desarrollar una vacuna.
Responder a las preguntas básicas de cuándo, dónde, cómo, por qué y para qué, no ha sido una labor fácil. Las dos primeras tienen respuesta, las otras requieren, por el contrario, investigaciones tanto científicas como académicas, con los respectivos aportes médicos para poder descifrar el origen de este virus que repotenció los síndromes de enfermedades respiratorias agudas.
El 11 de marzo la Organización Mundial de la Salud informó al mundo que el Covid-19 era una pandemia, convirtiéndose de inmediato en un problema de salud pública en todos los países, que como su nombre lo indica es una disciplina dedicada al estudio de la salud y la enfermedad en las poblaciones, que al poco tiempo mutó a una crisis sanitaria, que según su definición se da “cuando aparece un grave problema de salud, o hay una probabilidad de riesgo para la salud, con una incidencia o letalidad mayor de lo normal para la época y lugar, y donde no se puede garantizar la dimensión final del problema”.
En ambos momentos, corresponde a los gobiernos (nacional, local o municipal) adoptar las políticas para enfrentar la situación y de su gestión depende el desenlace de la misma.
Cuando la OMS hizo tal anuncio, los científicos, investigadores y biotecnólogos tenían ya un terreno ganado ante ese virulento enemigo, cuyo origen hoy, un año después de su aparición, se desconoce. Así, de evaluar cientos de potenciales medicamentos para combatir el virus y optimizar respiradores para atender a los afectados, pasó a los desarrollos biológicos.
Hay consenso en que la extraña neumonía atípica registrada en Wuhan es el lugar donde nació el coronavirus. Sin embargo autoridades sanitarias han señalado que no siempre el lugar donde se detecta por primera vez una epidemia no es forzosamente el mismo donde arrancó", contemplando la posibilidad de que el virus circulara antes en otra parte, silenciosamente.
Tal posibilidad se contempló pero posteriormente se desechó porque si bien investigadores de varios países dieron cuenta a la OMS de casos que habrían pasado desapercibidos mucho antes de diciembre de 2019, basándose en análisis de aguas residuales y en tests de muestras sanguíneas a posteriori, “estos no pudieron ser confirmados por falta de pruebas claras”, como lo señaló Etienne Simon-Lorière, responsable de la unidad de genómica evolutiva de los virus de ARN en el Instituto Pasteur de París.
- Le puede interesar: Científicos rusos proponen a AstraZeneca fusión de sus vacunas
Los grupos de científicos de la mano con investigadores de varias universidades en el mundo se encaminaron a trabajar en dos frentes claros e íntimamente relacionados. Unos concentraron su trabajo en la elaboración del árbol genealógico del virus y, otros, en hacer los desarrollos biológicos o vacunas, de las cuales a hoy once están en fase tres y de estas, tres en espera de aprobación.
Los investigadores que intentan develar el origen del Covid-19 se apoyan sobre todo en la genética sus análisis, según reseñó la OMS “permiten comprender mejor las dinámicas de transmisión, en especial la forma en que el virus evolucionó y el vínculo potencial entre varios focos de infecciones".
Para ello hay un equipo internacional dedicado a investigar los animales sospechosos de haber transmitido el virus (por lo pronto murciélagos y visones) y las primeras infecciones en humanos.
Los científicos están de acuerdo en que la enfermedad tiene un origen animal. Pero la cuestión es ¿qué hizo que se transmitiera al hombre?", según explica Simon-Lorière.
Todo indica que el origen del virus se halla en el murciélago, que es como "un gran depósito de coronavirus", agrega. Pero es poco probable que éste lo pasara directamente al hombre, por lo que queda por determinar cuál fue el animal intermediario.
Análisis genéticos apuntan al pangolín, pero por ahora la OMS trata de verificar estas sospechas, a la vez que investiga otras especies de animales vendidas en el mercado de Huanan en Wuhan, de donde proceden los primeros casos.
"Es posible que el intermediario sea un animal que tiene un receptor del virus muy cercano al del hombre", según Simon-Lorière.
Se trata de una proteína llamada ACE2, a la que el virus se pega para entrar en las células. La familia de los mustélidos (visones, hurones, etc) posee por ejemplo un receptor muy similar.
Pero se trata de un enigma que puede "tardar años en resolverse", según la OMS.
"Es un juego de pistas muy aleatorio. Para el Ébola, no lo resolvimos nunca", sostiene Simon-Lorière.
¿Por qué importa conocer el origen?
"Comprender cómo empezó una epidemia es esencial para prevenir otras transmisiones de virus al hombre", ha sostenido la Organización Mundial de la Salud, pero ante el desconocimiento pleno que se tiene sobre el origen de este coronavirus, se adoptaron medidas de “emergencia” como si fuera un SARS-CoV-3 o 3, antecesores del actual, y que básicamente son prohibir la cría de algunos animales.
Así, durante la epidemia del SRAS en 2002, la prohibición de consumo de gatos de algalia y el cierre de sus granjas contribuyó a impedir que el virus se transmitiera de nuevo al hombre. Este pequeño mamífero, consumido en China, había sido identificado como el huésped intermediario de la epidemia.
¿Creado en el laboratorio?
Esta tesis que fue esgrimida en público por el presidente estadounidense, Donald Trump, y de seguro en voz baja o en privado por otros líderes mundiales, sostiene que el virus había podido escaparse accidentalmente de un laboratorio especializado de Wuhan, lo que obviamente China negó pero no acabó el debate.
El virólogo Etienne Decroly en el sitio del centro francés de investigación CNRS sostiene que “mientras no hallemos el huésped intermediario, esta hipótesis no puede ser descartada científicamente".
Tras el envío de un equipo de reconocimiento en julio, la OMS espera enviar "pronto" a sus expertos sobre el terreno en China porque según prometió su director, Tedros Adhanom Ghebreyesus “haremos todo lo posible por conocer el origen” del virus.
Lo que sí excluyen los expertos es que este coronavirus fuera fabricado en un laboratorio, como sostienen algunas teorías. "Todos los elementos de su genoma fueron observados en la naturaleza con anterioridad, principalmente en los coronavirus de los murciélagos. Nada indica que pudo ser fabricado por el hombre", según Simon-Lorière.
Inyecciones de vida
Desde marzo, varios laboratorios iniciaron una frenética carrera por lograr una vacuna que permita a la humanidad recuperar su normalidad. Millonarias inversiones hicieron gobiernos y empresas privadas en proyectos de investigación y desarrollo en varias partes del mundo, sobresaliendo por su tecnología y preparación científica, Estados Unidos, Reino Unido, Rusia y China.
Con técnicas diferentes, lo que lleva a que tengan características distintas pero confluyan en los dos requerimientos inamovibles para su aprobación, como son eficacia y seguridad, de las 11 candidatas a vacuna, en espera de aprobación tanto por la norteamericana FDA como por la europea EMA, hay cuatro que podrían tener esa luz verde en los próximos días.
La inédita rapidez en el desarrollo así como los altos porcentajes de efectividad anunciados son, sin duda, un hito científico y dejarán huella indeleble en la historia de la medicina.
A ello hay que sumar la innovación, porque los desarrollos biológicos utilizados por Pfizer-BionTech (estadounidense y alemana, respectivamente), y Moderna (norteamericana) utilizaron una técnica llamada “ARN mensajero”, que básicamente consiste en utilizar fragmentos de material genético modificado para ordenar a las células los tipos de proteínas que deben producir para combatir el coronavirus.
Entre tanto, la desarrollada por la británica Universidad de Oxford y AstraZeneca utilizó un adenorivus (adaptación de otro virus para combatir el Covid-19), cuyos estudios revelan una efectividad de 70% con la primera dosis y que sube al 90% con la segunda contemplada en el esquema de vacunación.
Precisamente Gran Bretaña será el primer país en el mundo en iniciar la vacunación masiva, según anunció su primer ministro Boris Johnson. Sin embargo no será con el biológico de AstraZeneca sino con el de Pfizer-BioNtech e iniciará esta semana. Cubrirá a 20 millones de personas, ya que negoció 40 millones de dosis, pero deben ser dos aplicaciones.
Horas después de este anuncio hizo lo propio Rusia a través de su presidente Vladimir Putin. Indicó que tiene dispuestas más de 2 millones de dosis de su vacuna Sputnik V (también desarrollada con adenovirus) para iniciar la vacunación al final de esta semana y que será voluntaria. Tiene contemplados que médicos y personal de la salud, así como maestros acudan a dicha convocatoria.
Estados Unidos también se prepara para una vacunación masiva antes de terminar el año. Está a la espera de la aprobación que la FDA de tanto a la de Pfizer como a la de Moderna, en la cual el gobierno de Donald Trump hizo una millonaria inversión.
Tanto los dirigentes políticos globales como las autoridades sanitarias son conscientes que estas aprobaciones que tendrán las vacunas se darán bajo el llamado “uso de emergencia”, es decir que se sustentarán en los resultados preliminares de la fase 3 o ensayos clínicos en humanos, ya que la misma no ha concluido para ninguno de los desarrollos y podrían tardar entre seis meses y un año.+
También están adelantadas otras vacunas como las desarrolladas por las farmacéuticas chinas Sinovac y Sinopharm, que emplearon las técnicas clásicas basadas en un virus “muerto”.
Es por ello que subsisten varios interrogantes como: cuánto será el tiempo de inmunidad, si actuará de igual forma en todos los grupos etarios y la posibilidad de efectos secundarios también llamados daños colaterales.
¿Cuándo en Colombia?
Si bien el mundo entero comienza a prepararse para campañas masivas de vacunación, y Colombia no es la excepción, hay dos aspectos claves que todos deben considerar: primero, la limitación en las dosis acordadas que no permitirán una inmunización a un alto porcentaje de la población y, segundo, la disposición que tienen las personas a aplicarse tal inyección.
En el caso colombiano, el ministro de Salud, Fernando Ruiz, anunció desde hace meses que el país había ingresado al COVAX, el mecanismo que coordinado por la OMS busca un acceso equitativo a la vacuna contra el Covid-19. Inicialmente el gobierno Duque había adquirido un primer lote de 10 millones de dosis, el que elevó a 20 millones la semana anterior. Y, paralelamente firmó acuerdo de confidencialidad con Pfizer y tiene abierta la negociación con otros como Janssen, las farmacéuticas chinas Sinopharm, CanSino y el Serum Institute de la India.
Se tiene previsto que en el primer trimestre del 2021 llegue un primer lote de 10 millones de dosis para iniciar la fase 1 de vacunación cuyo público objetivo son los trabajadores de la salud, personas mayores de 60 años y las que tienen comorbilidades de alto riesgo. Estos grupos suman 15 millones de personas: 800 mil trabajadores de la salud, casi 7 millones de mayores de 60 años y casi 7 millones de personas con comorbilidades.
Casi enseguida llegará el segundo lote para aplicar el respectivo refuerzo.
Independientemente de las vacunas que adquiera, Colombia se está preparando para darle el adecuado transporte, manejo y uso. Por ejemplo, la vacuna de Pfizer requiere almacenamiento a -70 °C, una temperatura mucho más baja que la que ofrece los congeladores estándar, lo que ha obligado al grupo a desarrollar contenedores específicos, llenos de hielo seco, para distribuir las dosis. Y aquí, según el ministro Ruiz ya se han adecuado 15 cuartos ultrafríos para almacenarla.
Entre tanto la de Moderna se almacena a -20 °C, lo que requerirá solo el mantenimiento de la cadena de frío desde la fábrica hasta las farmacias.
Pero con o sin vacunas se deberán mantener las medidas de uso de tapabocas, lavado de manos, distanciamiento social y aislamiento preventivo para aquellas personas que sospechen tener Covid-19, quienes podrán pedir la prueba PCR a sus respectivas entidades prestadoras de salud o a través de la aplicación que para tal fin tiene el Ministerio de Salud.
Y esto, han coincidido los expertos, se prolongará por meses e inclusive hasta años porque debe esperarse al seguimiento que se haga a los vacunados para confirmar tanto la eficacia y seguridad del biológico aplicado como determinar cuánto tiempo protegen y si en algunas regiones del mundo se vivirá no una segunda sino una tercera y hasta una cuarta ola, como la que está confrontando Hong Kong.
Inclusive se teme que en ocasión a las festividades decembrinas vuelvan a registrarse aglomeraciones públicas, grandes reuniones familiares e inclusive sociales, por lo que la velocidad de transmisión del virus, conocido técnicamente como Ro, se reactive, generando nuevos record diarios de contagios. De presentarse una grave situación como ésta podría volverse al draconiano confinamiento obligatorio, medida que nadie quiere y que solo se evita con el cumplimiento responsable de las medidas vigentes.
Como se ve el levantamiento de estas medidas está lejano. Y si bien la vacuna es una herramienta eficaz para enfrentar el coronavirus y una luz al final del largo túnel –como las calificó la OMS- no llegará en el primer semestre ni a la tercera parte del mundo. Es por ello que la nueva pregunta del millón es: ¿el 2021 será el adiós al coronavirus o más de lo mismo?