ADVERTENCIAS contra Rusia, China y Birmania, así como cesar el apoyo estadounidense a la guerra en Yemen hizo el presidente Joe Biden al revelar los primeros lineamientos de su agenda exterior.
La política de su administración sobre Venezuela y Cuba, dos temas que concitan el interés tanto a nivel doméstico como internacional es desconocida y no fueron siquiera mencionados en el discurso que esta semana pronunció en el Departamento de Estado, donde estuvo acompañado de su vicepresidenta, Kamala Harris.
Sobre Venezuela lo único que se conoce son las declaraciones del portavoz del Departamento de Estado norteamericano, Ned Price, quien afirmó que el gobierno demócrata considera a Maduro un "dictador" y, por tanto descarta un diálogo directo, tal cual lo propuso el mandatario venezolano.
En tal sentido, y manteniendo la línea que adoptó su antecesor, reiteró el reconocimiento a Juan Guaidó como “presidente interino” de Venezuela y que tanto él como su Asamblea Nacional, siguen siendo los poderes legítimos.
Y, frente a Cuba, tanto los exiliados que viven en Estados Unidos como el resto del mundo siguen a la expectativa de conocer si Biden restablecerá las relaciones que rompió su antecesor Donald Trump, poniendo fin a la ‘nueva era’ que había implementado Barack Obama y el mismo cuando fungía como su vicepresidente.
En su momento, además de abrir embajadas recíprocas, se autorizaron, entre otros los viajes de norteamericanos a la isla y la apertura de empresas. Todo ello fue suspendido por el gobierno republicano y, ahora, se esperan las decisiones que al respecto adopte la administración demócrata.
Los ejes de su discurso y lo que será su política exterior, en la que dijo priorizará la diplomacia, fueron Rusia y China. Al primero advirtió que “Estados Unidos no va a someterse más" y al gigante asiático que “contarrestará el autoritarismo”.
“Estados Unidos debe estar ahí frente al avance del autoritarismo, en particular las crecientes ambiciones de China y el deseo de Rusia de debilitar nuestra democracia", sostuvo Biden, agregando que en la conversación telefónica que sostuvo con su homólogo ruso “le dejé claro al presidente Putin, de una manera muy diferente a mi antecesor, que la época en que Estados Unidos se sometió a los actos agresivos de Rusia (...) se acabó".
De esta forma, el presidente norteamericano volvió a colocar a Rusia en el primer plano de la agenda diplomática de Estados Unidos después de cuatro años durante los cuales su antecesor hizo a un lado, distanciando la relación con Moscú y evitando criticar sistemáticamente a Putin.
Biden sostuvo que también dejó en claro a Putin que su relación estaba cambiando: "No dudaremos en aumentar el costo a Rusia y defender nuestro interés vital y a nuestro pueblo. Seremos más efectivos a la hora de hacer frente a Rusia cuando trabajemos en coalición y coordinación con otros socios que piensan igual". Así hizo referencia a un ataque cibernético masivo y una interferencia electoral atribuida a Moscú.
Con frases como “Los días en que Estados Unidos se sometía... se acabaron” y “seremos más efectivos”, el mandatario estadounidense matizó su posición con ese gobierno.
En otro acápite lanzó críticas inusualmente directas sobre el trato de las autoridades al crítico del Kremlin Alexéi Navalni y a la represión de opositores durante las manifestaciones.
"Los esfuerzos de Rusia para suprimir la libertad de expresión y la reunión pacífica son un tema de profunda preocupación para nosotros y la comunidad internacional…El señor Navalni, como todos los ciudadanos rusos, tiene sus derechos en virtud de la Constitución rusa. Ha sido blanco de ataques por denunciar la corrupción. Debe ser liberado de inmediato y sin condiciones", indicó Biden.
Y la reacción del Kremlin no se hizo esperar, calificando las palabras del presidente de Estados Unidos como “retórica muy agresiva y poco constructiva”.
A través de su portavoz, Dimitri Peskov, la presidencia de Rusia señaló que "los ultimátums, aunque solo sea un matiz, generalmente son inaceptables para nosotros. Ya hemos dicho que no toleraremos tales declaraciones ni sermoneos”.
Pese a este cruce de afirmaciones, tanto Washington como Moscú manifestaron su intención de seguir trabajando en áreas de interés común, como la reciente prórroga del tratado Star, para frenar las armas nucleares, que ambos países aprobaron cinco años más de vigencia.
El comunicado ruso también destacó que espera seguir cooperando con Washington e hizo hincapié en que confía "en la voluntad política de los estadounidenses para continuar la colaboración" en varios asuntos.
Y para enfatizar que hay un viraje en la política hacia Moscú, el asesor de seguridad nacional de Biden, Jake Sullivan, advirtió que Washington estaba planeando medidas contra Rusia "en el momento y de la manera que elijamos".
"A diferencia del gobierno anterior, tomaremos medidas para responsabilizar a Rusia por la gama de actividades malignas que ha emprendido", dijo.
Diplomacia, no guerra
La otra gran parte del discurso Biden sobre sus prioridades estratégicas fue dedicado a la guerra en Yemen, la que dijo debe acabar y por ello cesó el apoyo a la coalición encabezada por Arabia Saudita que desde 2014 lucha contra los rebeldes hutíes.
En esta línea también revirtió la política de Trump, quien brindó asistencia logística y vendió armamento.
"Esta guerra debe acabar Para subrayar nuestro compromiso, estamos terminando todo apoyo estadounidense a las operaciones ofensivas en la guerra en Yemen, incluyendo la venta de armas", dijo Biden señalar que esta fue una de sus promesas de campaña y hace parte de la amplia revisión sobre la política estadounidense en Oriente Medio.
Esta guerra comenzó en 2014 cuando los rebeldes hutíes - alineados con Irán - se levantaron contra el gobierno, iniciando un conflicto que derivó en la peor crisis humanitaria que vive el mundo.
Decenas de miles de personas, civiles en su mayoría, han muerto y millones han tenido que abandonar sus hogares a causa de ese conflicto, que Naciones Unidas describió como la peor catástrofe humanitaria de la actualidad.
Los hutíes celebraron este cambio, así como el nombramiento de Timothy Lenderking como emisario para Yemen y afirmaron que esperan que sea "el primer paso de una decisión para poner fin a la guerra".
"Para acabar realmente con el conflicto, hay que poner fin a la agresión y al bloqueo", declaró en Twitter un portavoz hutí, Mohamed Abdel Salam, aludiendo a la intervención de la coalición.
El plan Biden también revisará la inclusión de los hutíes en la lista negra de "organizaciones terroristas" de Estados Unidos, otra medida tomada in extremis por el anterior gobierno.
Por su parte Riad saludó el "compromiso" de Biden "de cooperar con el reino para defender su soberanía y hacer frente a las amenazas contra él".
Arabia es objeto desde hace meses de reiterados ataques -con misiles, cohetes, drones- llevados a cabo por los rebeldes.
El reino afirmó también su apoyo a una "solución política global de la crisis yemení", y se congratuló de que Estados Unidos "subraye la importancia de los esfuerzos diplomáticos" para resolverla.
Birmania por el golpe de estado sucedido esta semana y que tiene en arresto a la nobel de paz Aung Sann Suu Kyi, así como a decenas de miembros del gobierno que intentaban mantener una democracia, fue también tema del discurso Biden. De esta forma exigió a los militares retirarse del poder y dejar en inmediata libertad a los retenidos.
"Estados Unidos ya no puede permitirse estar ausente en el concierto mundial…La diplomacia está de vuelta”, enfatizó Biden en este primer discurso de sus prioridades estratégicas externas.