Reaparece Trump para marcar el paso republicano | El Nuevo Siglo
La cumbre puede que no defina de inmediato quien tendrá, o mejor, quién quitará el liderazgo del partido a Trump, pero si medirá la temperatura del partido
Foto archivo AFP
Domingo, 28 de Febrero de 2021
Redacción internacional

SIN cargo electo alguno, privado de su cuenta de Twitter, vetado en Facebook, recluido desde hace un mes en su club de golf en Mar-a-Lago, muy lejos de Washington, el expresidente Donald Trump se mantiene omnipresente en la política norteamericana y se da por descontado que hoy volverá a agitarla.

Con la fortaleza que le dan 75 millones de votos, una estrategia publicitaria que se maneja tanto desde la ‘oficina del expresidente’ que montó a comienzos de año, sus opiniones que han catapultado redes sociales que eran poco conocidas, pero sobre todo con la mira en el futuro del Partido Republicano, Trump reaparece hoy en  un emblemático escenario: la Conferencia de Acción Política Conservadora  (CPAC siglas en inglés).

Esta cumbre, que atrae a los conservadores más influyentes de Estados Unidos, y que hace cinco años escuchó al entonces outsider de la política pero reconocido globalmente como magnate de medios, fue clave para que el entonces ‘aprendiz’ cimentara su campaña, sus seguidores y llegara a la Casa Blanca.

Así, más allá de las pasiones y odios que despierte el hoy exmandatario, Trump logró que los parlamentarios republicanos -con excepciones que caben en los dedos de las manos- cerraran filas a su favor en los dos impeachment que le realizaron los demócratas y de los cuales fue absuelto. Ello evidenció su liderazgo en el Partido y el que debería mantener según revelaron encuestas con las bases conservadoras. 

La representante republicana Liz Cheney, férrea opositora a Trump, dio infructuosa batalla para que la Conferencia no invitara al exmandatario, lo que le representó el distanciamiento total con su copartidario y líder de la mayoría de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy.

El expresidente Trump pronunciará hoy su primer discurso desde que dejó la Casa Blanca el pasado 20 de enero y tras ser absuelto en el segundo juicio político. El eje del mismo será “el futuro del Partido Republicano y del movimiento conservador”, pero ello no será impedimento para que haga sus primeros cuestionamientos a la política de inmigración que está implementando Joe Biden, según anticipó su equipo de prensa.

Aunque públicamente no ha dicho si volverá a postularse a la Casa Blanca en 2024 es una idea que le suena no sólo a él sino a las bases partidarias y algunos del llamado “establecimiento”. Y, de seguro, esa incógnita no la despejará hoy pero  de frases como “Nuestro movimiento histórico, patriótico y hermoso para 'Hacer a EE.UU. grande de nuevo' solo acaba de empezar” o “tenemos mucho trabajo por delante, y pronto saldremos con una visión de un futuro estadounidense brillante, radiante y sin límites" demuestran su firme deseo de mantenerse al frente del partido conservador y diseñar la estrategia para que el mismo retome el poder en Estados Unidos.

En público son 17 congresistas conservadores los que han declarado su oposición al exmandatario y en privado, según analistas la cifra sería mucho mayor. Es decir, que habría una fuerte división al interior de la bancada y que muchos estarían pensando marcar distancias. Sin embargo los hechos no han evidenciado tal fractura y es más, sin ser necesariamente ‘trumpistas’ son varios los representantes y senadores que están sopesando mantener la disciplina partidaria teniendo en la mira las elecciones de mitad de mandato.

Aunque es muy tempranero hablar sobre candidaturas presidenciales, ya que Biden lleva solo cinco semanas  de mandato, los apetitos por ellas han despertado. Pero para materializarla se necesitan dos cosas claves: liderazgo y financiación.

Por lo pronto en las filas republicanas el único que tiene ambas condiciones es Donald Trump, quien para la mayoría de la base conservadora y un grupo importante de parlamentarios es el jefe y candidato natural del partido para 2024.

“Este partido es suyo. No es de nadie más", dijo hace poco  la parlamentaria republicana Marjorie Taylor Greene.

Por lo pronto, mientras se define si abra una abierta disputa por el ‘alma del partido republicano’ y se despejan varias incógnitas que atañan a quien es el más indicado para avanzar en su proyecto político, Trump mantiene conversaciones con parlamentarios conservadores y tiene un fondo de $75 millones, producto de las donaciones, para apoyar a quienes se comprometan con la estrategia que se defina y los candidatos que se presenten a las primarias internas de cara a las elecciones al Congreso y un tercio del Senado que se verificarán el próximo año.

A quienes se le opusieron al hoy exmandatario y que han sido calificados como Rino (republicanos solo de nombre en su traducción del inglés) éste les ha recordado que fue gracias a su respaldo lograron el triunfo lo que tácitamente implica que si buscan la reelección en el Congreso no la tendrán nada fácil.

En este grupo se encuentran la representante por Wyoming, Liz Cheney y los senadores Mitt Romney (Utah), Bill Cassidy (Lusiana), Susan Collins (Maine), Bean Sasse (Nebraska), Patt Tomey (Pensilvania) y Lisa Murkowski (Alaska). Todos votaron a favor de responsabilizar a Trump por el cargo de ‘incitación a la violencia’ por el asalto al Capitolio cometido el 6 de enero por algunos de sus seguidores.

Se desconoce si Mitch McConnel, líder de la minoría en el Senado volverá a postularse, pero de antemano no tendría el apoyo del expresidente ya que si bien voto No en el juicio, en posteriores declaraciones dijo que “no hay ninguna duda de que el presidente Trump es práctica y moralmente responsable de provocar los sucesos”. Y fue más allá al agregar que “ahora como civil se enfrenta a la vulnerabilidad legal en una serie de asuntos: desde cuestiones fiscales planteadas por sus vastas participaciones financieras hasta acusaciones de agresión sexual.

En respuesta, el expresidente le recordó que sin su abierto respaldo no hubiera logrado la curul y advirtió a sus seguidores, aunque sin mencionarlo, que en un momento tan importante para el país los republicanos "no podían permitir que líderes de tercera decidieran su futuro".

La cumbre republicana que tiene lugar en Orlando puede que no defina de inmediato quien tendrá, o mejor, quién quitará el liderazgo del partido a Trump, pero si medirá la temperatura del partido que, sin duda, tiene varias encrucijadas en el alma.

¿Se arriesgarán los líderes republicanos a barajar de nuevo? ¿Pasarán ya la página del juicio y los hechos del 6 de enero, tras unánime condena? ¿Si las encuestas siguen favoreciendo a Trump vale la pena apostar a otro líder? ¿Tendrán un coste electoral tanto los que apoyaron la absolución del exmandatario como los que la apoyaron?

Pueda que tras esta Conferencia, en la que asistirán, entre otros Mike Pompeo, Ben Carson y Sarah Huckabee, no se despeje ninguna de las anteriores dudas pero si habrá una nueva luz sobre lo que debe hacer el partido del elefante.

En los últimos días ha surgido un grupo de exaltos funcionarios estadounidenses hicieron circular la idea de crear un nuevo partido de centroderecha que congregue a los republicanos que deseen cortar con el trumpismo. Pero la sola posibilidad de fracturar el partido no sólo cambiaría el modelo estadounidense sino que abriría una gigantesca ventana para consecutivos triunfos demócratas. Igual ocurriría si Trump decidiera hacer tolda aparte con su movimiento ‘Patriotas’. 

Por ahora la expectativa se centra en la Conferencia de Orlando que marca el regreso del otrora ‘outsider’ a la política activa.