Insatisfacción | El Nuevo Siglo
Jueves, 21 de Marzo de 2019

Cualquiera sea hoy la cercanía o lejanía con el Gobierno, el común denominador es insatisfacción.

Están inconformes diversos sectores de la sociedad, la academia, consultores, estudiantes, agricultores y empresarios.

Más allá de conjeturas sobre simpatías o antipatías políticas alrededor del presidente Duque, hay un sinsabor en las gentes.

La sensación es que ocho meses de administración no son mucho para exigir demasiado ni muy poco para no avanzar.

El inconformismo es creciente en regiones donde las poblaciones no se sienten a gusto ni representadas. El complique es que ante la ausencia del Ejecutivo en acciones sociales, la vieja clase política y la corrupción hacen presencia.

Hay contrariedad frente al poco o ningún avance del Gobierno en salud, educación, emprendimiento, vivienda urbana y rural, empleo, servicios públicos, infraestructura y seguridad.

Pilares del crecimiento económico sostenible: inversión, más producción, fomento a la agroindustria, respaldo financiero a mentores empresariales, innovación, ciencia, tecnología, crédito oportuno y barato a pequeños empresarios exportadores; los ausentes en varias zonas del país.  

Al mismo tiempo, la mano ‘generosa’ de políticos locales escondidos en sombras de la corrupción, se extiende para quedarse con recursos públicos y burlar la comunidad.

Es entonces cuando el dinero fácil pasa a ser apetito diario de quienes se ven tentados a buscar capital rápido.

Quienes en la informalidad no encuentran caminos hacia la legalidad económica, optan por la otra vía, ir a la delincuencia o hacer parte de bien montados carteles de estafadores, saqueadores y corruptos sin remedio.

Un aspecto singular en pueblos donde sus habitantes dicen no ver ni sentir al Gobierno, es que pobreza, analfabetismo, desnutrición, deserción estudiantil, explosión demográfica, maltrato a niños y mujeres, y el hurto callejero, aumentan.

En comunidades campesinas e indígenas, así como en ciudades intermedias, asumen que el presidente Duque, anda muy ocupado en despejar objeciones a la Justicia Especial de Paz, JEP. Y ella no es la panacea para poner a flote la economía.

La JEP es vista en provincia como instrumento para que pecadores e inocentes reparen y avancen a una paz verdadera.

No ven la JEP como algo que deba distraer tanto al presidente Duque y al establecimiento. Tanto que nadie hoy le habla al país de economía, de empleo, de inversión, de salud, de hospitales y escuelas, de obras públicas, de acceso al crédito, de inversión social. Ni del clima se habla.

Cuando una familia compra y lee un periódico como EL NUEVO SIGLO, quiere saber ¿qué hay de nuevo con su bolsillo, desarrollo económico, emprendedores y generación de empleo?

 

Lo que menos quieren leer en casa y les parece una tira cómica, es sobre rifirrafes en el Congreso por qué a un exguerrillero le recordaron lo de narcoterrorista o por falta de apoyo de bancadas al Gobierno frente a reparos a la JEP.

Muchos consumidores, por ejemplo, buscan los diarios, la radio y la televisión por dos razones: distraer su mal momento o averiguar si algo bueno y nuevo pasa que los anime a creer.