Universidades en 2020: un mix entre virtual y presencial | El Nuevo Siglo
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Domingo, 26 de Abril de 2020
Mario F. Hurtado

El riesgo de la deserción, la crisis económica que se avecina y las exigencias de salubridad, requieren de acciones conjuntas para que las universidades desarrollen programas bimodales.

Este inicio de década será recordado porque a la fuerza el mundo cambió. No fue una guerra, no fue una crisis económica y no fue la innovación, la tecnología o la ciencia las que nos hicieron avanzar en dos meses en cambiar para siempre la forma, los contenidos y la relación docente – estudiante. En esta relación, que por más avances tecnológicos se enmarcaba en el aula de clase y en la hora cátedra, ahora requiere de más empatía docente – estudiante, de más colaboración del grupo y de una gran capacidad de adaptación a nuevas formas de los campus universitarios.

Las universidades enfrentan varios retos al respecto. Es la primera vez que se presenta una situación de contagio de este tipo en décadas y nadie sabe cómo operar. Lo cierto es que la educación requiere de la interacción social, de las reuniones en grupo, de los espacios para compartir, todas ellas, situaciones que se quieren limitar o prohibir en los próximos meses.

La educación virtual tan necesaria en estos días, muestra sus limitaciones. Conectividad, acceso de la población más vulnerable y docentes sin preparación para el cambio. Por otra parte, hay clases que no pueden ser virtuales. Las prácticas del sector salud como medicina, veterinaria y odontología. Los programas de ingeniería, arquitectura, las ciencias agropecuarias entre otras. Entonces. ¿Cómo buscar un equilibrio para el próximo semestre entre la prevención y la calidad?

Al parecer, debemos prepararnos para una combinación de lo virtual y lo presencial. La normalidad como la tuvimos antes de marzo parece que no será posible, al menos en lo que resta de 2020. Habrá que reducir las concentraciones y los tumultos. Pero, por otra parte, la educación virtual durante todo el año será un error y un retroceso en temas de calidad.

Las alternativas van a girar, como ya lo evalúa el gobierno español, en que las clases teóricas, que no requieren práctica, taller o salidas de campo, deberán hacerse de forma virtual por lo que queda del año. Y los estudiantes volverán a las aulas a las clases prácticas, las salidas de campo, los turnos médicos, los talleres y los proyectos de investigación.

El compromiso de las universidades consiste en adecuar los espacios para grupos más reducidos, condiciones higiénicas óptimas, uso generalizado de los tapabocas y las medidas de protección necesarias.

Las medidas ya están siendo analizadas en otros países, el Ministro de Educación Superior español, el sociólogo Manuel Castells ha afirmado “Tenemos que acostumbrarnos a una enseñanza bimodal. Eso requerirá un aumento de la digitalización, financiación de las universidades para llevar a cabo ese desarrollo que requerirá sobre todo un reciclaje del profesorado universitario”. Su ministerio, junto a la conferencia de rectores (CRUE), ha lanzado un portal, Conect@ados: la Universidad en casa, con contenidos y metodología docente. Hasta mediados de marzo 1.102.700 estudiantes españoles cursaban grado de forma presencial y apenas 191.000 a distancia. En másteres, el desequilibrio era menor: 160.400 estudiantes iban a clase y 55.052 se conectaban en Red.

La preocupación es evidente, universidades que temen una alta deserción. La concepción algo errada de que sólo tiene valor la educación presencial, lo que llevaría a miles de estudiantes a aplazar sus estudios, sin darle el valor de posibilidades que puede presentar la educación virtual y la crisis económica que se avecina por la extensión de la cuarentena que va a llevar a que muchas familias no puedan pagar. Algunas universidades como La Salle o la Santo Tomás han anunciado descuentos en las matrículas, sin embargo, la mayoría no se ha pronunciado.

Lo evidente, es que la educación superior tendrá cambios de fondo y se requiere de una unión entre Estado, Instituciones estatales y privadas para aumentar la calidad de la conectividad, de los contenidos digitales y de la adecuación de las universidades para los espacios presenciales que sean necesarios mantener.

*Especialista en educación

(Las opiniones de este artículo son responsabilidad exclusiva del autor y no representan necesariamente la de este medio de comunicación)