A SHELLEY LYNN Thornton, sus padres le informaron desde pequeña, cuando como se dice coloquialmente tuvo uso de razón, que era adoptada y aunque en algún momento quiso saber sobre sus padres biológicos, entre los estudios y el disfrute de su juventud la idea fue quedando en el olvido.
Cuando rozaba los 18 años de edad sorpresivamente, en su casa de las afueras de Seatle, recibió de representantes del tabloide estadounidense National Enquirer una noticia de alto impacto que, sin embargo, no cambió su vida ni sus pensamientos en torno al aborto: era la “bebé Roe”.
“Empecé a temblar y llorar cuando me enteré de la difícil verdad: mi madre biológica fue la demandante del famoso caso Roe vs. Wade”, narró años después al periodista Joshua Prager, autor del libro The Family Roe. An American Story (La familia Roe. Una historia americana), ya que a petición de ella se omitió mencionar su nombre en el artículo que publicó el periódico, en 1989.
Jane Roe fue el seudónimo que se dio a Norma McCorvey, la mujer que ‘protagonizó’ la decisión de la Corte Suprema de Justicia, en 1973, de legalizar el aborto en Estados Unidos, al dictaminar que la Constitución protegía la libertad de una mujer embarazada para elegir interrumpir el embarazo sin excesivas restricciones gubernamentales.
Es esa jurisprudencia la que hoy, casi cincuenta años después parece tener los días contados si ese alto tribunal acoge la ponencia del magistrado Samuel Alito, quien en un documento de 98 página considera, entre otras cosas, que es imposible inferir en el fallo Roe un ‘derecho’ al aborto y, además, que ese contencioso debe ser resuelto por los legisladores de cada estado (como ocurría antes del mismo) y no por los tribunales.
Como su madre biológica, Shelley Lynn Thornton trajo al mundo tres hijos y a diferencia de ella, que optó por darlos todos en adopción, los crió amorosamente y formó una familia, hoy radicada en Atlanta.
Fruto de su juventud ‘turbulenta’, a los 22 años quedó embarazada por tercera vez. Sus dos primeras hijas las entregó en adopción y para no repetir ese proceso optó por abortar, aduciendo que había sido violada por un grupo de pandilleros. Vivía en Texas, donde dicha práctica era ilegal, excepto cuando era necesario para salvar la vida de la madre o el niño, por lo que le fue negada.
Fue entonces cuando dos feministas recién graduadas de abogadas, Sarah Weddington y Linda Coffee, presentaron ante un tribunal federal de Estados Unidos la demanda de Norma, a quien llamaron Jane Roe para proteger su identidad, contra el fiscal del distrito local, Henry Wade, alegando que la ley de Texas era ambigua, inconstitucional y violaba su derecho protegido por la Constitución a la privacidad personal.
La conocida bajo el seudónimo de ‘Roe’ llevó a término su embarazo, el de Shelley Lynn, a quien como sus otras dos hijas entregó en adopción. Y la demanda siguió su curso hasta llegar a la mayor jurisdicción de Estados Unidos: la Corte Suprema.
La pregunta ante esa instancia fue ¿La Constitución reconoce el derecho de la mujer para interrumpir su embarazo mediante un aborto?
Luego de tres años de debate, el 22 de enero de 1973, el juez Harry Blackmun anunció el fallo: con una votación de 7 contra 2 se estableció que la respuesta a esa consulta era afirmativa. De esta forma dictaminó que la Cláusula del Debido Proceso de la Decimocuarta Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos proporciona un "derecho a la intimidad" que protege el derecho de una mujer embarazada a elegir si quiere o no abortar. Pero también señaló que este derecho no era absoluto y que debía sopesarse con los intereses del gobierno en la protección de la salud de la mujer y la protección de la vida prenatal.
En otras palabras, que reconocida protección debía equilibrarse entre los intereses del gobierno de proteger la salud de la mujer y “la posibilidad de vida humana”. Y agregó que la decisión de interrumpir el embarazo durante los primeros tres meses de la gestación correspondía a la gestante y a su médico.
Ese fallo fue considerada histórica porque la emitió una Suprema de tendencia conservadora, no sólo fijó un marco a nivel federal para la interrupción del embarazo bajo el cual los estados expedían sus respectivas leyes, sino porque llevó a que muchas naciones legislaran sobre el tema.
Fue así como ‘Roe’ se convirtió en figura por su ‘lucha a favor del aborto’, aunque paradójica e irónicamente nunca se practicó ninguno como tampoco lo hicieron ninguna de las tres hijas que dio en adopción. Inclusive la última, Shelley, quién tenía en su vientre cuando presentó la última demanda, nunca contempló tal posibilidad porque como lo expresó en el libro de Prager, “nunca me vi abortando”.
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Norman McCorvey reveló su identidad meses después y siguió con su vida, al igual que sus tres hijas, todas ajenas a su origen. Pero al pasar los años decidió buscarlas, ubicando y conociendo a las dos primeras. Sin pistas de su “Roe baby”, en 1989 reapareció púbicamente, en el programa televisivo Today de NBC con la esperanza de encontrarla.
Fue ahí donde nació la investigación de National Enquirer que meses después la halló en su vivienda de las afueras de Seattle, informó a Shelley Lynn quién era su madre biológica y que deseaba conocerla. Tras la noticia, tan impactante como devastadora, ya que como reseñamos si bien la entonces joven no se consideraba una pro-vida, interrumpir un embarazo nunca estuvo en sus pensamientos, pidió a los periodistas que su nombre siguiera en el anonimato y que no era el momento de pensar en el planteado encuentro.
Entre tanto Norma McCorvey reapareció públicamente a comienzos de los 90’s pero esta vez como ferviente oponente al aborto tras haberse convertido al protestantismo evangélico y luego al catolicismo. En ese momento se emitió el documental "AKA Jane Roe" en el que, entre otras cosas, afirmó que recibió dinero para ser la figura emblemática de las organizaciones provida en Estados Unidos, luego de haber sido el símbolo del aborto.
"Fue mutuo. Yo tomé su dinero y ellos me pusieron frente a las cámaras y me dijeron qué decir, y eso fue lo que dije", sostuvo en esa producción en la que también dijo que era homosexual y que esas eran “confesiones” en su lecho de muerte, ante lo deteriorada que estaba su salud.
Un año después de esa reaparición, Shelley Lynn fue madre y empezó a contemplar la posibilidad de conocer primero a sus dos hermanastras, tal cual ocurrió y reunirse con McCorvey, un proceso lento que finalmente se frustró por las frases que le escuchó y que dijo nunca haber esperado.
Según revela el libro “La familia Roe, una historia americana”, en 1994, madre e hija sostuvieron una conversación telefónica tras la cual esta última dio por cerrado ese inesperado capítulo de vida.
En el mismo recuerda Shelley Lynn Thornton que McCorvey le dijo que debería haberle dado las gracias por no haberla abortado.
"Me dije: '¿Qué? Se supone que debo darte las gracias por haberte quedado embarazada... y luego haberme regalado...Le dije que nunca, jamás, le daría las gracias por no haberme abortado".
Y ahí terminó tanto la llamada como la intención de Roe de conocer a su última hija, quien al igual que el resto del mundo conoció sobre la muerte de su madre biológica, el 18 de febrero de 2017 por una insuficiencia cardíaca, en un centro de salud de Texas.
"Mi relación con Roe empezó y terminó porque fui concebida". Esa fue la frase lapidaria frase de Thornton al resumir en el mencionado libro ese capítulo de su vida.
McCorvey publicó dos libros de memorias, cuestionados por su fiabilidad y en otro inesperado giro, como lo fue su vida, intentó que la Corte Suprema revisa su emblemático caso. /